La disciplina es una parte fundamental de la crianza, ya que prepara a los niños para enfrentarse al mundo. Las normas, los límites y las consecuencias hacen de los menores unas personas responsables, perseverantes y desenvueltas. Sin embargo, no hay una sola forma de aplicar estas directrices. Por ello, muchos padres, sin saberlo, cometen ciertos errores de disciplina que traen resultados indeseados.
No es sencillo equilibrar el amor y la autoridad o la flexibilidad y la firmeza. Esto es algo que todos los progenitores saben a la perfección. Y es que por muy positivas que sean nuestras intenciones, podemos caer en excesos o en carencias a la hora de educar. No se trata de buscar la perfección, pero sí queremos mostrarte algunas actitudes que es preferible evitar en la educación de los hijos.
¿Qué es la disciplina?
La palabra disciplina hace referencia a un conjunto de reglas impuestas para mantener el orden y cuyo cumplimiento constante deriva en ciertos resultados. Así, podemos deducir que el objetivo de la disciplina en la crianza no es otro que guiar y ayudar a nuestros hijos a aprender a desenvolverse en el mundo.
En su libro Disciplina sin lágrimas (2018), Daniel Siegel y Tina Payne sostienen que disciplinar conlleva una doble finalidad. Por un lado, se busca enseñarles a los niños a cooperar y a hacer lo correcto. Por otro, se pretende propiciar el desarrollo de habilidades y capacidades que le ayuden al pequeño a gestionar con flexibilidad las exigencias de entorno, las frustraciones y las emociones.
No se trata, entonces, de establecer una lucha de poder y de exigirles obediencia o sumisión. Se trata de marcarles el camino que todavía no conocen debido a su corta edad, a su inmadurez y a su falta de experiencia. Los padres han de ser orientadores, no dictadores. Entonces, su fin último siempre debe ser ayudar al niño a convertirse en un ser autónomo y capaz, en lugar de un autómata que solo obedece órdenes.
Es de esta confusión terminológica de donde surgen las principales dificultades. Y es que muchos progenitores consideran que impartir disciplina implica ser autoritarios, rígidos o agresivos. Nada más lejos de la realidad. Es posible educar con límites, pero con amor y respeto. Y, para ello, es importante evitar los errores de disciplina que te contamos a continuación.
Errores de disciplina que se deben evitar en la crianza
Las siguientes son algunas actitudes y conductas educativas erróneas. Estas se confunden con la disciplina, pero conducen a resultados negativos y son contraproducentes. Tenlas en cuenta para no seguir implementándolas.
1. Educar en negativo
«No dejes los juguetes en el suelo», «No grites», «Deja de hacer eso», «No te manches». ¿Cuántas veces al día dices la palabra «no»? ¿Cuántos mensajes negativos le envías a tu hijo? Esta es una costumbre muy arraigada en muchos padres, ya que consideran que es el modo más efectivo, o el único, de corregir la conducta infantil. Si le decimos «no» a todo, el pequeño dejará de reaccionar a esta palabra.
Emplear con frecuencia el «no» no solo hará que el niño se habitúe a él, sino que también activará respuestas defensivas. Siegel y Payne señalan que la reactividad que produce esta palabra puede desencadenar el impulso de luchar. Por el contrario, un «sí» de apoyo tiene la capacidad de estimular los circuitos de compromiso social, haciendo que el cerebro se torne más receptivo.
Por ello, resulta conveniente tratar de redirigir su comportamiento con mensajes positivos que propongan una acción en lugar de rechazarla. Por ejemplo, en lugar de decir «no toques todo con las manos sucias», podemos pedir «límpiate las manos después de comer».
2. Dar instrucciones vagas o ambiguas
Ofrecer instrucciones en positivo es mucho más favorable, pero resulta fundamental que estas sean claras, concisas y acordes a la edad y habilidades del niño. Tiene que saber qué se espera de él para poder cumplirlo. Para ello, lo mejor es utilizar frases concretas y específicas en cada situación.
«Pórtate bien» o «Sé educado» son afirmaciones que aportan poca información. Entonces, es mejor sustituirlas por «Espera a que los demás terminen de hablar para intervenir», «Habla un poco más bajito» o «Acuérdate de decir gracias».
Además, cada norma, límite o petición debe ser razonada con el niño. El «¡Porque lo digo yo!» no es suficiente y no es válido. Explícale a tu hijo por qué un comportamiento es positivo y otro indeseable, por qué le pides actuar de una determinada forma o le restringes ciertas conductas. La comprensión ayudará a que se comprometa en el cumplimiento de esas directrices.
3. Tener arrebatos emocionales
Cuando estamos secuestrados por emociones de ira, rabia, frustración o desesperación, no podemos educar. La educación ha de ser calmada, respetuosa y deliberada. De lo contrario, actuamos por impulsos y no por convicción.
Es comprensible que tus hijos te hagan perder los nervios en múltiples ocasiones, pero es necesario que aprendas a calmarte y a autorregularte antes de dirigirte a ellos. Para ello, Lucie Cluver, profesora de Trabajo Social Infantil y Familiar de la Universidad de Oxford, recomienda hacer una pausa y respirar de manera profunda y lenta cinco veces.
Si respondes de inmediato, puede que caigas en el error de gritarles, insultarles, amenazarles o pronunciar palabras que pueden causarles un gran daño emocional. Además, no estarás en una buena disposición para enseñar nada. Cálmate y, entonces, aplica las consecuencias que consideres útiles y necesarias.
4. Castigar
Los castigos son una práctica educativa que puede resultar efectiva en el corto plazo, pero a la larga resultan muy perjudiciales. En su libro 25 errores que cometen los padres (2004), Peter Jaksa afirma castigar solo elimina la conducta indeseada de manera momentánea, mientras se termina el efecto de la reprensión.
Por eso, resulta preferible aplicar consecuencias. Es decir, si un niño derrama un vaso de leche, lo lógico es que lo limpie y lo recoja. Si rompe un juguete a su hermano, que se disculpe, trate de arreglarlo o le ofrezca otro en compensación. En ninguno de los casos hay que castigarlo. Por ejemplo, no permitirle ver la televisión no ofrecería ningún tipo de aprendizaje útil.
5. Fisgonear y no respetar la privacidad
Irrespetar y husmear en las cosas privadas de los hijos es otro de los errores de disciplina que comenten los padres. Los hijos, sean niños o adolescentes, sobre todo estos últimos, necesitan su propio espacio para ser ellos mismos y no estar controlados todo el tiempo por la mirada paterna.
A muchos padres les cuesta mucho no invadir el espacio personal de sus hijos, lo cual afecta la sana convivencia dentro del hogar. Además, como señala Jaksa: «Una familia que no respeta la privacidad se encontrará luchando contra la pérdida de confianza, contra el enfado y el resentimiento, contra la pérdida de cooperación y contra los problemas de disciplina».
6. Etiquetar y comparar
Otro error de disciplina que cometen los padres, según el psicólogo clínico Peter Jaksa, es etiquetar y comparar a los niños. Es importante que evites etiquetar a tu hijo o realizar comparaciones para tratar de corregirlo.
Sin duda, es necesario señalar los comportamientos inadecuados, pero esto es muy diferente de atacar al niño como persona. Por ello, opta siempre por decir «Esto que has hecho no está bien», en lugar de afirmar «Eres malo».
Por otro lado, no busques compararlo con sus hermanos, sus primos o sus compañeros. Esto no solo no le motivará a mejorar, sino que le hará sentir rechazado y humillado. Cada niño es diferente y debe centrarse en su propio proceso. No se trata de ser mejor que nadie, sino de mejorar uno mismo cada día.
7. Ser padres ausentes
Los padres también caen en la equivocación de no estar presentes en la vida de los hijos, sobre todo, en aquellos momentos significativos. Esto tiene como consecuencia la desconexión paterna infantil y el surgimiento de una sensación de abandono en los hijos.
Ante esta situación, la autoestima se puede ver atenuada y su percepción de relevancia en la vida disminuir. Cuando el abandono se perpetúa, es frecuente que los hijos reaccionen con enfados y distanciamiento físico y emocional.
8. Gritar
Gritar no es una solución efectiva para disciplinar a los hijos. Ellos, como cualquier ser humano, tienen la necesidad de ser respetados y de hacer valer su dignidad. Cuando los padres les gritan están hiriendo su orgullo, su dignidad y su disposición a cooperar. A nadie le gusta que le vociferen en voz alta.
Además de la resistencia que genera en el otro, los gritos, como parte de una disciplina verbal dura (insultos, gritos y amenazas), se relacionan con síntomas depresivos y problemas conductuales. Por eso, incurrir en esta conducta no es sano ni para los hijos ni para la relación que se quiere construir con ellos.
Descubre:: ¿Cómo evitar los gritos en casa?
9. Predicar, pero no aplicar
Este error es muy notable cuando los progenitores intentan hacer cumplir los valores y las reglas del hogar. Muchos de ellos terminan haciendo lo opuesto que esperan de sus hijos: exigen respeto, pero no dan respeto; prohíben los gritos, pero ellos gritan.
Los progenitores deben evitar este tipo de incongruencias y observar con cuidado su comportamiento para no reproducir inconsistencias. En toda disciplina es fundamental que haya una coherencia entre lo que los padres dicen y hacen. La mejor crianza empieza por ser ejemplo de buenas virtudes.
10. Presionar a los hijos a crecer
El psicólogo infantil David Elkind señala en su libro The Hurried Child (1988) que los progenitores están presionando mucho a sus hijos para que maduren rápido. Por ende, los cargan de compromisos y responsabilidades para las que no están listos todavía.
Además de eso, los jóvenes y los niños están sobresaturados de actividades extracurriculares, las cuales incrementan sus niveles de estrés ante la cantidad de cosas que deben hacer, incluyendo las tareas de la escuela. En la actualidad, muchos padres no le dan el espacio a sus hijos pequeños para ser niños y ni la oportunidad crecer a su propio ritmo. Esto es un grave error.
11. Ser un dictador e impedir la toma de decisiones familiares
Al disciplinar, algunos padres asumen posturas dictatoriales, donde se ejerce mucho control y se restringe el espacio del diálogo y la negociación. Todo esto hace que los hijos pierdan voz dentro del núcleo familiar.
Al no fomentarse la participación democrática en la toma de decisiones familiares, los hijos pueden sentirse excluidos y menospreciados por sus padres. Esto podría interrumpir el desarrollo de sus habilidades para tomar decisiones y confiar en ellos mismos.
12. Invalidar la rabia
Otras de las equivocaciones de los padres que Peter Jaksa destaca en su libro es rechazar y no acoger la ira de los hijos. Por lo general, los progenitores se olvidan de que los niños no han madurado lo suficiente para controlar sus emociones.
Lo anterior los lleva a invalidar la ira, y en general, cualquier emoción negativa: «No tienes razones para enojarte», «Deja de hacer drama por eso», «No llores». En este contexto, el desafío de papá y mamá es instruir a los hijos para que identifiquen, acepten y regulen sus emociones, de tal manera que no interfieran con su propio desarrollo ni con las relaciones familiares.
13. Ignorar los problemas del colegio
Otro de los errores de disciplina que comenten los padres al disciplinar es no prestarles atención a los problemas escolares. Es imprescindible que los adultos estén atentos a las preocupaciones académicas y sociales de sus hijos en el contexto escolar, ya que estas pueden afectar su bienestar.
Cuando los padres no abordan este tipo de dificultades están perdiendo la oportunidad de apoyar a sus hijos y de orientarlos según los valores que se profesan en la familia. A largo plazo, esa falta de acompañamiento puede tener consecuencia en el niño, ya que percibe que a sus padres no les importan sus problemas.
Aplica la crianza positiva para evitar los errores de disciplina
Con todo lo anterior no te invitamos a ser permisivo o indulgente, sino a criar con amor, con respeto y con propósito. Es decir, a aplicar la disciplina positiva. Para ello, establece normas claras y concretas, explícalas y aplica consecuencias coherentes. Recuerda que no se trata de imponerse o de lograr una obediencia ciega, sino de transmitir valores y enseñanzas prácticas que acompañen a tus hijos durante toda su vida.
Evitar estos errores de disciplina puede ser complicado al principio si ya se han convertido en un hábito. No obstante, una vez que comiences a educar en positivo verás que los buenos resultados no se hacen esperar. Tus niños crecerán felices, sanos y capaces de actuar con autonomía. Este es el mejor legado que puedes darles.
Bibliografía
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- Centers for Disease Control and Prevention. (5 de noviembre de 2019). Quick Tips. https://www.cdc.gov/parents/essentials/toddlersandpreschoolers/directions/quicktips.html
- Elkind, D. (1988). The Hurried Child: Growing Up Too Fast Too Soon. Editorial Addison-Wesley.
- García, L. V. (2020). Castigar no es educar: Todas las ventajas de la Disciplina Positiva. La Esfera de los Libros.
- Jaksa, P. (2004). 25 errores que cometen los padres. Amat Editorial.
- Siegel, D. y Payne, T. (2018). Disciplina sin lágrimas. De Bolsillo.
- Unicef. (s. f.). How to discipline your child the smart and healthy way. Consultado el 29 de agosto de 2023. https://www.unicef.org/parenting/child-care/how-discipline-your-child-smart-and-healthy-way
- Wang, M. T., & Kenny, S. (2014). Longitudinal links between fathers’ and mothers’ harsh verbal discipline and adolescents’ conduct problems and depressive symptoms. Child Development, 85(3), 908-923. https://srcd.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/cdev.12143