¿Estamos obligándoles a obedecer o enseñando a pensar?

La crianza y la educación en casa es difícil, y en ocasiones pueden surgirnos dudas acerca de si lo estamos haciendo correctamente. ¿Realmente los estamos ayudando a ser independientes? Descúbrelo.
¿Estamos obligándoles a obedecer o enseñando a pensar?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Última actualización: 03 febrero, 2022

Obedecer es una palabra tan arcaica como lo que implica en sí. Seguramente, cuando eras niña escuchaste decir a algún adulto (o mejor dicho, a varios de ellos) que si te portabas bien y eras educada, no sólo te verías más bonita sino que te obsequiarían cosas por tu buen comportamiento.

Este es uno de los peores mensajes que podemos recibir durante la infancia, ya que nos incita a la sumisión absoluta, a obedecer por encima de aprender y comprender. 

Una vez que somos padres, somos nosotros quienes debemos destruir ese mensaje negativo y limitante que pudimos haber recibido y reaprender unas cuantas cosas respecto a la disciplina, la obediencia y la educación.

Muchas veces, esta distorsión hace que no nos demos cuenta de que no sabemos realmente la diferencia entre obligar a una niña a guardar obediencia antes las órdenes que reciba, de educarla para que pueda comprender qué se le pide propiamente.

Generalmente está mal empleado el término de ”niña educada” ya que no se trata de una niña que haya aprendido pensar, distinguir y hacerse respetar sin lastimar a otros. Al contrario, se trata de una niña sumisa que se limita a obedecer porque sus padres (o adultos, en general) le han inculcado violentamente el concepto de la obediencia como forma de ser aceptada e inclusive querida por ellos.

En la vida real, actualmente la obediencia ciega y la sumisión no pueden continuar siendo opciones en esta sociedad.

¿Si un niño aprende a obedecer es realmente un niño educado?

El Diccionario de la Real Academia Española define la obediencia como la forma de cumplir la voluntad de una persona que se considera superior, creando (o remarcando) así, una relación jerárquica ente esa persona y uno mismo.

En este sentido, obedecer implica no cuestionar, sino tomar acción sólo para cumplir con alguien más. Mientras que educar se trata de dirigir a una persona a través de sus propias características para extraer de ellas su potencial y mejorarlas.

Obedecer implica someterse a otro, sin cuestionarse nada. Educar significa entender al otro y actuar, con respeto, para que ni su voluntad se imponga sobre la propia ni viceversa.

Muchas madres se preocupan demasiado porque sus hijas sean suficientemente obedientes, agradables y agradecidas con los demás. Quieren una princesita. Se afanan en castigar más que en guiar las capacidades innatas de sus hijas para su mejoramiento.

En ningún caso, debemos inculcar en nuestros hijos tal grado de obediencia como para anular sus propias necesidades y/o olvidar el respeto que se deben primero a sí mismos para luego poder dárselo a los demás.

Si nos detenemos un momento a pensar, en realidad no es necesario que las niñas sean tan obedientes como para anular sus propias necesidades solo por mostrar respeto a otros. En este sentido, creemos firmemente que es necesario que las niñas aprendan a expresarse libremente pero de una forma considerada respecto a los demás.

Enseñarles a obedecer y no a entender resulta perjudicial para el niño.

Independientemente del género (niña o niño) todo infante debe aprender a canalizar sus emociones y a entender por qué e importante distinguir entre una orden y un razonamiento. Para ello, los padres deben enseñarles a cómo actuar en distintos contextos, y buscar soluciones acorde a las necesidades emocionales y/o sociales que tienen.

Si eres madre de una niña (o de varias), te recomendamos que no la obligues a ser obediente por encima de todas las cosas. Mas bien enséñala a escuchar, a comprender el por qué de las cosas y a razonar por sí misma. De esta manera le ahorrarás una vida sumisa en el futuro, en la cual pueda permitir todo tipo de abusos.

Debemos enseñar a pensar y no a obedecer.

1. Impedir la distinción educativa por división por géneros

Es necesario no promover más discriminaciones entre géneros. Tanto niños como niñas deben aprender a gestionar el mundo de las emociones por igual, puesto que ambos son seres humanos.

Decir cosas como ”las niñas siempre deben ser educadas y obedientes”, o que ”los niños no lloran” sólo crea divisiones innecesarias y no permiten a los niños (de ambos sexos) aprender de la intensidad de sus distintas emociones y a desenvolverse en las distintas situaciones de la mejor forma posible.

2. Expresar las emociones

Es de suma importancia que los niños aprendan a expresar sus emociones y a protegerse del abuso de otros que aún no han aprendido otro mecanismo de interacción que no sea la imposición de sus palabras (o incluso su mera presencia) sobre otros. Un niño debe saber que puede expresarse libremente sin necesidad de herir o pasar por encima del otro.

3. Sobre la protección

 Aunque no vas a poder proteger por siempre a tus hijos, sí puedes educarlos para que tenga una buena  capacidad de discernimiento, una buena  autoestima   y no en una imagen frágil de sí mismos basados en las opiniones de los demás para quedar bien, para ser aceptado.

Un niño vulnerable es un niño que estará predispuesto a seguir orientación y recibir ayuda. Sin embargo, son quienes más lo necesitan así que resulta oportuno acudir junto a ellos y procurar que aprendan a vencer esa vulnerabilidad y convertirla en una fortaleza.

Un niño puede ser educado sin necesidad de que sea un sumiso absoluto. Recordemos que un niño que no aprende a reflexionar, el día de mañana será un adulto con pocas herramientas para desenvolverse adecuadamente en la vida.


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