La importancia de validar las emociones de los niños

Validar una emoción es reconocerla como legítima y permitirla ser, sin tratar de negarla o reprimirla.
La importancia de validar las emociones de los niños
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 26 enero, 2020

La mayoría de los padres actuales fueron educados bajo una crianza autoritaria basada en una alta exigencia y una escasa sensibilidad. Ahora que tienen sus propios hijos, desean actuar de una forma diferente, tomando como pilares la conexión y el respeto. Pero se encuentran con que no saben cómo dar algo que no recibieron. Sin embargo, para educar, a veces es necesario aprender, y esto es totalmente lícito. Por ello, en este artículo te contamos cómo validar las emociones de los niños.

Cuando nos convertimos en padres, es frecuente encontrarnos a nosotros mismos repitiendo patrones de nuestra propia educación. Al fin y al cabo, es todo lo que conocemos. No obstante, si hemos tomado conciencia de que queremos establecer un vínculo más sano y sólido con nuestros niños, el camino comienza con sus propias emociones. Hemos de ayudarlos a comprenderlas, a gestionarlas y a darles significado.

Invalidación emocional

Con las prisas y las obligaciones diarias, muchas veces nos cuesta tomarnos el tiempo de reflexionar antes de actuar. Tenemos que conseguir que nuestros hijos se duchen, cenen y se acuesten antes de las 10. Sentimos que no podemos perder tiempo atendiendo a la rabieta que ha surgido porque no quería irse del parque. O porque no quería salir de la bañera. O porque no le gusta la ropa que tiene que ponerse.

Niño triste porque tiene que dejar de jugar y sus padres no son capaces de validar sus emociones.

A nuestros ojos, sus motivos parecen insignificantes en comparación con su reacción desproporcionada, y comenzamos a pensar que se comportan así para retarnos o echarnos un pulso. Pero, si nos colocamos por un momento en su piel, comprenderemos que, para ellos, esas razones son importantes, y que están experimentando una intensidad emocional que no saben expresar de otra manera.

Hemos de recordar que no se trata de una afrenta personal. Los pequeños no quieren molestarnos ni manipularnos; no hay necesidad de comenzar una lucha de poder con ellos. Por el contrario, necesitan de nuestra comprensión y nuestra guía para aprender a relacionarse con ese estado emocional que les invade.

Cuando ignoramos su llanto, les reprendemos por estar disgustados o restamos valor a los motivos de su inquietud, les transmitimos el mensaje de que sus emociones no son importantes, que no son válidas, que no tienen derecho a expresarlas ni a sentirlas y que, si lo hacen, nos enfadaremos o les retiraremos nuestro afecto.

Así, comenzarán a reprimir sus emociones y a vivirlas con malestar, pues negarlas no hará que desaparezcan. Se sentirán confusos e inseguros ante ellas y crecerán con dificultades para gestionar y comprender sus propios sentimientos y los de otros.

Cómo validar las emociones de los niños

Por eso, es importante reflexionar antes de actuar frente a las emociones de los niños. Tal vez nuestro primer impulso sea decirle que los niños grandes no lloran, o que siempre nos hace llegar tarde. Pero, si miramos con perspectiva, comprenderemos que es más valioso tomarnos ese tiempo extra en acompañar al niño ante su desborde emocional. Para validar las emociones de los niños puedes seguir los siguientes pasos:

Niño con una rabieta al que han invalidado sus emociones.
  1. Ponerle nombre a lo que sienten. Ellos muchas veces no logran identificar de forma precisa cuál es la emoción que les embarga en cada momento; de esta manera los ayudamos.
  2.  Validar la emoción transmitiéndole al niño que es una reacción normal y que tiene derecho a sentirla.
  3. Explicarle los motivos. Tal vez no los comprenda o no le resulten convincentes, pero es importante contárselo.
  4. Ofrecerle herramientas para gestionar esas emociones. Enseñarle que puede disminuir su intensidad cambiando sus pensamientos o buscando una alternativa.

Así, podríamos explicarles: Veo que estás disgustado por tener que salir de la bañera. Es normal enfadarse por tener que dejar de jugar cuando estás tan a gusto. Pero ya es tarde y tenemos que cenar. Si quieres, puedes ayudarme a preparar la tortilla, como un auténtico cocinero”.

Conexión y respeto

En lugar de minimizar sus emociones o molestarnos por su rabieta, le hemos dado lugar a sus sentimientos. Hemos conectado con él, le hemos comprendido y acompañado, y le hemos ofrecido una alternativa para disminuir su malestar. De esta forma, el niño se sentirá amado, respetado y contenido. Irá aprendiendo a identificar sus propios estados emocionales y a lidiar con ellos de una forma sana. Pero, sobre todo, forjará un vínculo de confianza y afecto con nosotros.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Martinez, Á. C. (2010). Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la infancia. Diversitas: Perspectivas en psicología6(1), 111-121.
  • Posada-Díaz, Á., Gómez-Ramírez, J. F., & Ramírez-Gómez, H. (2008). Crianza humanizada: una estrategia para prevenir el maltrato infantil. Acta Pediátrica de México29(5), 294-304.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.