¿Cómo afecta el estrés de los padres en los hijos?

El estrés de los padres puede implicar problemas emocionales y de conducta en los niños. Conoce las consecuencias de esto y qué puedes hacer para evitarlo.

¿Cómo afecta el estrés de los padres en los hijos?

Quizás si levantas la mirada y prestas atención, notes que al llegar a tu casa los niños se retiran a su habitación para «no molestar» o se ponen muy nerviosos en tu presencia. O bien, en el extremo contrario, quizás notes que tus hijos tienen problemas para disfrutar, para desconectarse y estar tranquilos.

Estos son solo algunos de los efectos visibles del modo en que el estrés de los padres afecta a sus hijos. Sigue leyendo para conocer más sobre el tema y las medidas recomendadas para evitarlo.

El estrés de los padres: cómo afecta en los hijos

El estrés es un enemigo silencioso que se camufla muy bien en la vida diaria. Sin embargo, poco a poco, avanza terreno y las consecuencias se hacen visibles. Estar expuesto a condiciones prolongadas de tensión altera tu capacidad de disfrutar y afecta tu estado de ánimo, así como también dificulta la capacidad de conectarte con tus hijos.

Por eso, de seguro te sientas más irritable, con desgana, sensible y agotado. Todo eso se percibe en tu entorno y hasta es «contagioso». Así es como los chicos pueden empezar a experimentar dificultades en sus relaciones sociales, en sus procesos de enseñanza y aprendizaje.

También pueden mostrarse agresivos o irritables, apareciendo determinados problemas emocionales y de conducta. Así lo advierte la Universidad de Minnesota, que señala además que el «contagio» del estrés genera en los niños y jóvenes problemas de autoestima, sentimientos de rechazo y aislamiento social.

Cuando los padres se sienten estresados, algunas de las conductas más frecuentes al relacionarse con sus hijos son las siguientes.

No dedican tiempo a sus hijos para jugar, ya que se sienten cansados y agobiados

A esto, la solución es permitirles que usen —sin horarios ni límites— los celulares o videojuegos. Así, se dejan de lado las circunstancias de juego libre, en donde surgen la exploración y la creatividad. También es posible que esta situación derive en cierto sedentarismo en los niños.

Se encuentran irritables y con poca paciencia

Incluso, a veces descargan sus propias frustraciones y enojo con los niños. Asimismo, pueden incurrir en comportamientos violentos o negligentes al no prestar atención a las necesidades de los hijos. Todo esto de acuerdo con un trabajo reciente divulgado en la revista Clinical Psychological Science.

Olvidan que los niños tienen sus propios ritmos de aprendizaje

Esto hace que los padres estresados se impacienten cuando algo les toma más tiempo de lo habitual. O bien, los presionan para que aprendan o resuelvan rápido la tarea.

Por todo lo anterior, y como se advierte en un estudio publicado por la revista Journal of Family Violence, el estrés paternal puede generar una mala relación entre padres e hijos. De forma general, el estrés tiene un impacto negativo en la dinámica familiar, puesto que compromete el ecosistema relacional entre cada uno de sus integrantes.

¿Cómo podemos identificar que los niños están estresados?

Algunas señales indican que el estrés de los padres —junto a otros factores— puede estar afectando a los chicos. Te dejamos con algunas.

  • Preocupación constante y por diversos temas. Pareciera como si su cabeza estuviera todo el tiempo «más allá», pensando en otras cosas. Como adultos, podemos darnos cuenta de su preocupación porque algunos chicos empiezan con preguntas constantes, en donde notamos su angustia.
  • Manifestaciones físicas. Algunos chicos acusan dolores de panza, de cabeza y demás. También pueden tener alguna alergia, pérdida de apetito, entre otras señales.
  • Insomnio o problemas para dormir.
  • Dificultades para concentrarse y para iniciar o terminar tareas. Los entornos estresantes dificultan que los chicos puedan prestar atención.

De acuerdo con un estudio divulgado en la revista Children and Youth Services Review, la crianza en entornos familiares con un elevado estrés puede incidir de manera negativa en el desarrollo cognitivo del niño y su comportamiento prosocial. Los signos no son aislados, de manera que se deben valorar en conjunto y con base en el contexto.

Recomendaciones para aprender a manejar el estrés

Si eres un padre o una madre que siempre está en constante estrés, es necesario que encuentres formas efectivas de manejarlo. Aprender a lidiar con este no solo te beneficiará a ti, sino también a tus hijos y a tu familia en general. Aquí tienes algunas recomendaciones para aprender a manejar el estrés de manera saludable.

Procurar actividades para relajarse

Es importante que tomes conciencia de que necesitas reducir el ritmo de vida. Aquí no se trata de exigirte a realizar grandes «proezas», como tomar clases de yoga y meditar, sino de introducir pequeñas pausas en tu día. Por ejemplo, empieza por practicar ejercicios de respiración a lo largo de la jornada.

También puedes tomarte unos diez minutos para estirar tu cuerpo. Incluso cuando te notes muy estresado, expresa a tu hijo cómo te sientes e invítalo a sumarse a estas actividades de relajación.

Evitar la «agenda completa» en los niños

Muchas veces, los padres trasladan su extensa rutina a la vida de sus hijos, ya que les resulta más fácil poder cumplir con sus obligaciones si los chicos están ocupados.

Por eso, encontramos niños que salen de la escuela y siguen con actividades deportivas, artísticas y de idioma, sin lugar para el descanso y el juego. Aquí hay que tener mucho cuidado porque, bajo el argumento de que hay que «estimular» a los chicos desde temprana edad, quizás también les estamos enseñando a seguir ese ritmo frenético, olvidando que son niños en desarrollo.

Pedir ayuda

En especial en la primera infancia, los niños demandan más atención y cuidado. Esto puede llevar a que los padres encuentren difícil resolver ciertas situaciones, lidiando entre el trabajo y la familia. Es frecuente que los progenitores vivan el síndrome del cuidador, que implica gran agotamiento físico y mental.

Por eso, es importante contar con una red de contención y ayuda, como familiares y amigos, que ayuden aliviarte en algunos momentos.

Asimismo, siempre que se desee y sea posible, es oportuno pensar que estos primeros años requieren que, como adultos, intentemos realizar algunos cambios en la propia rutina. Quizás en algunos casos se pueden priorizar actividades, en lugar de intentar abarcarlo todo, así como valorar en una reducción horaria de la jornada laboral.

Dar importancia a la parte y al todo

Por último, es cierto que el estrés de los padres ejerce una notable influencia en sus hijos y su estado de ánimo. Sin embargo, también es preciso superar esa lectura individual o familiar para pasar a una más contextualizada.

En este sentido, aquellas familias que cuentan con menores recursos y se encuentran en situación de vulnerabilidad, estarán más expuestas al desgaste psicológico como un factor cotidiano, en comparación con familias que tienen sus necesidades cubiertas. También influyen condiciones como las migraciones, la guerra, catástrofes climáticas y más.

Es decir, no es posible desconocer que las condiciones «macro» que operan a un nivel más estructural, también son un factor de peso en el modo como se sienten y viven los progenitores responsables. Si la sociedad no acompaña, difícilmente los adultos puedan lograr por sí mismos el bienestar de los niños.

Bibliografía

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