Mi hijo odia algunos sonidos (misofonía): ¿qué puedo hacer?

Ciertos sonidos pueden provocar irritación o ira en algunas personas. En este artículo te contamos qué hacer para ayudar a tu hijo si padece misofonía.

Para algunas personas, sonidos tales como el castañeteo de los dientes, golpear los dedos sobre la mesa o masticar un chicle pasan desapercibidos. Sin embargo, en otros casos, esos ruidos son capaces de desencadenar una cascada de reacciones emocionales negativas y malestar. Esto es lo que sucede en la misofonía. Veamos de qué se trata.

Qué es la misofonía

La misofonía se entiende como la aversión a los sonidos. Incluye una sensibilidad selectiva a los ruidos que provoca diferentes emociones asociadas con el malestar, tales como ira, irritabilidad o incomodidad, entre otras. Por eso, también se denomina síndrome de hipersensibilidad selectiva.

En general, los sonidos que resultan más molestos son los de masticar, castañetear o chocar los dientes o tragar, es decir, aquellos vinculados con la comida. Pero también pueden resultar irritantes los sonidos de una respiración fuerte o el que genera una pisada con tacones.

Por otro lado, es importante no confundir la misofonía con la hiperacusia, ya que esta última tiene que ver con que los estímulos auditivos se perciben de manera acentuada y maximizada. Por su parte, en el caso de la misofonía, son los sonidos repetitivos, o que siguen un determinado patrón, aquellos que resultan molestos, como por ejemplo, dar golpecitos con la punta del lápiz. En este sentido, para muchas personas, la misofonía es a los sonidos, lo que la misokinesia es a los movimientos.

Causas de la misofonía

La misofonía tiene la particularidad de que la activación emocional intensa y de malestar no tiene relación directa con el tipo de sonido o con sus características. Es decir, que no surge a partir de un sonido fuerte o uno grave, sino que se relaciona con lo que le provoca a la persona, con su propia sensación. Por eso, se entiende que la misofonía tiene que ver con experiencias negativas anteriores, en donde se generó una conexión disfuncional entre el sistema límbico -vinculado con las emociones- y el Sistema Nervioso Autónomo.

En esta línea, en algunos casos, suele explicarse como un fenómeno neurológico, mientras que en otros se interpreta desde lo psicológico. Sin embargo, en este último caso, hay que mencionar que no se reconoce como un trastorno, ya que aún no está señalado en el DSM-V.

El enojo, la irritación y la dificultad para realizar o concluir una actividad como consecuencia de un sonido repetitivo son algunos síntomas de misofonía.

Síntomas de misofonía

La misofonía puede expresarse en algunos signos como los siguientes:

  • Irritabilidad.
  • Ansiedad.
  • Palpitaciones.
  • Sudoración.
  • Imposibilidad de prestar atención a otra cosa que no sea el sonido.
  • Dificultades para continuar con lo que se estaba haciendo.
  • Desagrado.
  • Necesidad intensa e incontrolable de detener el sonido o retirarse del lugar.

Recomendaciones a tener en cuenta si tu hijo o hija tiene misofonía

Si bien puede presentarse en la adultez, es frecuente que el primer episodio se dé en la niñez o en la adolescencia (entre los 9 y los 13 años). Por eso, a continuación te brindamos algunas recomendaciones que puedes tener en cuenta si tu hijo no tiene tolerancia a ciertos sonidos.

Realiza estudios para obtener un diagnóstico adecuado

Si detectas que un sonido desencadena reacciones desproporcionadas al estímulo y que esto se repite con frecuencia, es importante darle voz y voto a tu hijo y preguntarle cómo se siente. Esa información será clave para el paso que sigue, que es realizar una consulta con un profesional. Tal como lo mencionamos, en ocasiones la misofonía puede confundirse con otros casos, como el trastorno obsesivo-compulsivo o la hiperacusia. De esta manera, podrás tener un panorama claro y certero, descartar diagnósticos y ofrecer la ayuda adecuada.

Explícale a tu hijo qué es lo que le está pasando

Una vez que tengamos la información, es necesario hacerla accesible para el niño. Explicarle el cuadro clínico le permitirá tener mayor claridad sobre lo que le sucede y desarrollar recursos para sentirse mejor y afrontar el problema. El conocimiento puede aportar mucha seguridad y tranquilidad.

Valida sus emociones

Muchas veces, las personas que tienen misofonía son acusadas de ser intolerantes y malhumoradas. De este modo, transitan por la vida con esa etiqueta. Es importante poder empatizar con ellas y validar sus emociones en lugar de responsabilizarlas.

Utilizar tapones en los oídos puede ser una medida inicial para combatir la misofonía. También se recomienda implementar técnicas de respiración y de relajación para aprender a lidiar con los sonidos.

Ayuda a desarrollar recursos de afrontamiento

Algunas de las vivencias que cuentan quienes tienen misofonía es la sensación de querer gritar “detente, deja de hacer eso”. En otros casos, también tienen intenciones de retirarse del lugar. Incluso, pueden surgir reacciones más violentas, como querer darle un golpe a otra persona. Cualquiera sea el caso, es necesario identificar cuáles son esas emociones que se disparan ante determinados sonidos y trabajar en los recursos para aprender a controlarlas, como por ejemplo, implementar algunas técnicas de respiración o de relajación.

En algunos casos, se recomienda llevar unos tapones para el oído, mientras que en otros se ha empleado el uso de auriculares con sonidos suaves que permiten distraer de la situación. También, se aplica la exposición gradual, como en el caso de las fobias, para disminuir la reacción y habituarse poco a poco al estímulo aversivo. En definitiva, se trata de descubrir qué es lo que funciona y qué no.

Despersonaliza la situación

En muchos casos, quienes sufren la misofonía pueden llegar a creer que la otra persona repite ese sonido de manera intencional, con el ánimo de molestar. Es bueno hablar con tu hijo para explicarle que ese sonido no va dirigido hacia alguien en particular.

La misofonía influye en la calidad de vida

Si bien hay información, la misofonía todavía es una asignatura pendiente. Especialmente en términos de difusión -para una alerta temprana- y de estadísticas concretas. De lo que sí podemos estar seguros es de que si una persona se siente perturbada ante determinados sonidos, esto influye en su bienestar. A veces, la emoción que se dispara es tan molesta que dichos individuos optan por aislarse o no acudir a ciertos lugares. Todo esto limita sus oportunidades y sus posibilidades, como por ejemplo en el rendimiento académico o en el ámbito laboral.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Bellavista, Cristina; Amor Cuadro, Ana; Sugrañes Otano, Jordi; Deus Yela, Joan. «Misofonía: evaluación, diagnóstico y tratamiento; una revisión sistemática.». Psicosomàtica y Psiquiatría, 2022, n.º 20, https://doi.org/10.34810/PsicosomPsiquiatrnum200405.
  • Herráiz,C., Plaza,G., Aparicio,J.M. (2006). Fisiopatología y tratamiento de la hiperacusia (hipersensibilidad al sonido) en Acta Otorrinolaringológica Española, vol. 57, pp.373-377. doi: 10.1016/S0001-6519(06)78731-3. https://www.elsevier.es/es-revista-acta-otorrinolaringologica-espanola-102-articulo-fisiopatologia-tratamiento-hiperacusia-hipersensibilidad-al-S0001651906787313
  • Urízar-Sánchez, Constanza, Sariego R., Homero, Walker J., Katherine, & Gomez G., Matias. (2022). Hiperacusia en trastornos del espectro autista: una revisión de la literatura. Revista de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello82(2), 258-269. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-48162022000200258
Scroll al inicio