Padres que infravaloran a sus hijos: actitudes que lo delatan

Criar a un niño es fomentar su desarrollo, su autonomía y su autoestima. Quienes caen en el error de infravalorar a sus hijos pueden convertirse en padres tóxicos. Te contamos por qué.

La mayoría de los adultos actúa de la forma que consideran más conveniente para sus hijos. Pero, incluso al partir de esta base, es posible que se cometan ciertos errores en la crianza que pueden afectar a la salud psicológica de los niños. Y, en caso, de que estas actitudes sean continuas, estos pueden terminar por convertirse en padres que infravaloran a sus hijos.

Uno de los fallos más frecuentes consiste en no considerar a los hijos capaces, inteligentes o dignos de desarrollarse como individuos independientes. Sin embargo, estas actitudes no se ponen en marcha de manera consciente y puede que los adultos caigan en ellas sin darse cuenta. Por ello, queremos mostrarte algunas situaciones comunes que delatan que puedes perjudicar el desarrollo de tu pequeño.

Actitudes que delatan a los padres tóxicos

A continuación, te contamos cuáles son algunas de las actitudes que toman aquellos padres que infravaloran a sus hijos.

Control excesivo

Es evidente que los niños no son capaces de tomar ciertas decisiones y necesitan del cuidado y la guía adulta para mantenerse a salvo. Sin embargo, algunos padres se exceden en este control y llegan a implicarse y a determinar cada aspecto de la vida de sus hijos: cómo hablan, cómo se comportan, qué tipo de ropa visten, qué extraescolares realizan o incluso quienes han de ser sus amigos.

Además, muchos adultos consideran que señalar los fallos del menor es la forma más adecuada de lograr que cambie. Paradójicamente, esta crítica constante solo refuerza los malos comportamientos y hace que el niño genere un gran sentimiento de hostilidad hacia sus padres.

El control excesivo de los adultos sobre los niños les priva de desarrollarse individualmente. De ese modo, se les condena a cumplir con las expectativas paternas.

Apego ambivalente

Los padres que establecen un apego ambivalente son aquellos que actúan de un modo impredecible e inconsistente, basado en sus propios estados de ánimo. Cuando están contentos, se muestran cercanos y afectuosos con sus hijos; pero, cuando están frustrados o estresados, se tornan hostiles y rechazan al menor.

Los niños dependen de sus padres para obtener el afecto, los cuidados y la protección que necesitan para sobrevivir. Por eso, estas actitudes les generan una incertidumbre que termina por convertirlos en personas ansiosas y dependientes. Así, a lo largo de su vida harán todo lo posible por asegurarse constantemente el amor de quienes les rodean.

Invalidación de las emociones

Los niños necesitan que sus emociones y experiencias sean validadas por los adultos. Es decir, que estos reconozcan su sufrimiento, les acompañen, les consuelen y les enseñen a manejarlo. Muchos padres cometen el grave error de minimizar los sentimientos de sus hijos. Por ejemplo, afirman que no tienen motivos válidos para llorar o para sentirse tristes, ansiosos o enfadados.

De este modo, no solo dejan al niño con su emoción, sino que además lo hacen sentir humillado por sentirse así.

Cuando un padre invalida las emociones de su hijo le puede generar una baja autoestima y una escasa inteligencia emocional que lo afectará de por vida.

Manipulación emocional

Existen pocos actos tan dañinos para un niño como la manipulación emocional paterna. Sin embargo, muchos progenitores utilizan el afecto como un modo de controlar e influir en sus hijos. Así, pueden llegar a retirarles el cariño o la palabra cuando se comportan mal o hasta hacerles sentir culpables por lo que le pasa al adulto.

No sé cómo has podido hacerme esto” “Con todo lo que yo he dado por ti” “Me vas a volver loca, no me das más que disgustos“. Todas estas aseveraciones dan a entender que el niño es responsable de la felicidad de sus padres y que se encuentra en una deuda permanente con ellos. Estas actitudes, sin duda, dañan severamente su desarrollo emocional.

Las consecuencias emocionales de crecer con padres tóxicos

Las actitudes de los padres que infravaloran a sus hijos son muy variadas y las consecuencias pueden ser diferentes. Algunos niños crecen con una baja autoestima y una actitud pasiva y dependiente; otros, acostumbran a mostrarse a la defensiva, a desconfiar y a ser hostiles. Incluso, es posible que muchos terminen por repetir en la adultez estas mismas actitudes que han presenciado durante su infancia. En cualquier caso, se habrá creado un importante daño emocional.

Para evitar convertirse en un padre tóxico es imprescindible recordar que un hijo no es una propiedad. La labor del adulto consiste en acompañar, guiar y favorecer el crecimiento del niño. Por ende, el control y la manipulación no tienen cabida. Trabajar en tus expectativas como madre, analizar tus comportamientos y rectificar los errores es un muy buen punto de partida para proporcionarle a tu pequeño la crianza positiva que se merece.

Bibliografía

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