5 claves para ayudar a niños negativos y pesimistas

Cuando los niños piensan de forma negativa y pesimista, la mayoría de las veces sucede por experiencias desagradables que han tenido. Aquí te damos algunas claves para ayudarlos.

No solo los adultos tenemos malos pensamientos, sino también los menores. Y esto, además, les hace daño. Aun así, podemos ayudar a los niños negativos y pesimistas para que tengan una actitud más positiva ante la vida.

Llega un momento en que los niños que tienen pensamientos negativos los perciben como una realidad. Para entender esto, podemos poner algún ejemplo: hay un pequeño que juega al fútbol, pero no es el que más goles mete, aunque alguno sí que anota de vez en cuando. Sin embargo, manifiesta que nunca hace un gol. Al final, percibe que nunca mete goles cuando esto no es así, porque de vez en cuando anota alguno.

En el caso anterior, no se trata de un pensamiento de la realidad, sino de uno negativo y pesimista. Pero, ¿cómo podemos ayudar a nuestro hijo que tiene estas ideas recurrentes? En este artículo, te contamos qué puedes hacer.

Conoce cómo ayudar a los niños negativos y pesimistas

Pueden ser muchas y variadas las razones por las que un niño toma una actitud pesimista y negativa. Frecuentemente, estas ideas las encontramos a raíz de varias experiencias que lo llevan a generalizar y a tomar ese pensamiento pesimista. Por esta razón, es importante que los padres indaguemos en qué puede ser lo que provoca en nuestro hijo esa actitud.

En ocasiones, por mucho que intentemos ayudar, es necesario que acudamos a un especialista para que nos oriente sobre lo que podemos hacer. Ahora, vamos a ver algunas maneras prácticas que podemos poner en marcha para ayudar a los niños negativos y pesimistas.

1. Detectar qué pensamientos negativos tiene

Si queremos combatir esos pensamientos negativos, lo primero que tenemos que hacer es identificarlos. Para ellos, podemos ayudarnos de algunas de estas señales:

  • Se enfada muy rápido consigo mismo.
  • Muestra dificultades para tolerar los fallos, las pérdidas o las desilusiones.
  • Ante cualquier obstáculo con el que se encuentre, se rinde.
  • Piensa que todo lo malo siempre sucede, pero lo bueno nunca.
  • Exagera los eventos desagradables.
  • Generaliza al manifestar que, como una vez le pasó tal cosa, siempre le va a volver a pasar.
  • Se culpa de las cosas que han sucedido debido a factores externos.
  • No se enfrenta con las actividades en las que cree que no le van a salir bien.
Es clave poder detectar cuáles son los pensamientos negativos del niño para actuar en consecuencia e intentar cambiarlos por otros positivos.

2. Hacer distinción entre pensamientos negativos y pensamientos realistas

Si a los adultos nos cuesta diferenciar pensamientos realistas y negativos, imaginad a un niño. Sin embargo, para explicar a los pequeños la diferencia entre estos dos tipos, podemos recurrir al juego. Para ello, podemos coger algunos de sus muñecos favoritos y recrear una escena en la que el protagonista tenga pensamientos realistas y otra en la que tenga pensamientos negativos.

Por ejemplo, al osito feliz y al osito refunfuñón les pasa la misma situación, los dos han intentado coger un poquito de miel, pero se les ha caído. Sin embargo, ambos ven esta circunstancia de distinta manera:

  • El osito feliz piensa lo siguiente: “no pasa nada, lo intentaré otra vez, todos tenemos fallos”.
  • El osito refunfuñón dice algo diferente: “nada me sale bien, no lo conseguiré y me quedaré sin mi comida de hoy”.

De esta forma, les mostramos a los niños cómo es un pensamiento realista y uno negativo.

3. Apelar a los juegos

Si tenemos pensamientos y actitudes positivas, nuestro rendimiento siempre va a ser mejor que si son negativos. Pero, ¿cómo podemos ayudar a los niños a ser más positivos? Por ejemplo, podemos utilizar estos juegos que te comentamos a continuación.

Afortunadamente/desafortunadamente

Para este juego necesitamos poner 5 situaciones difíciles en 5 papeles y meterlos en una caja. Cada participante cogerá un papel y pasará a leer la situación desafortunada: “desafortunadamente, el libro que quería ya no estaba en la tienda”. Luego, la otra persona deberá responder con la perspectiva afortunada: “afortunadamente, hay más tiendas en las que mirar para ver si está el libro”. Esto se repite con cada una de las situaciones.

De esta forma, cuando el niño se encuentre en una situación complicada, le recordaremos este juego para que consiga ver la parte “afortunada”.

Dame 5 cosas buenas

Cuando nuestro hijo esté en una situación difícil, tendrá que encontrar 5 cosas buenas de ese momento. Los adultos podemos hacerlo poniéndole nosotros en esas situaciones, para que cuando realmente atraviese una sepa encontrar siempre el lado positivo.

Los pensamientos negativos solo consiguen que el niño se sienta mal, pero se puede apelar a algunos juegos para mostrarle que se puede pensar diferente y positivo ante las mismas situaciones.

4. Comprobar la realidad

La mayoría de las veces, los pensamientos negativos no son ajustados a la realidad. Para cambiar esto en nuestros hijos, podemos hacerle este tipo de preguntas:

  • ¿Cuánto de verdad tiene este pensamiento?
  • ¿Pensar así me va a ser de utilidad en algo?
  • ¿En lugar de ese pensamiento negativo, qué más podría pensar?
  • ¿Qué voy a conseguir con pensar de esta forma?
  • ¿Qué diría mi madre (o una figura de referencia) si estuviera en esta situación?

Con estos interrogantes, a los niños se les pueden ocurrir otras maneras de pensar que verdaderamente les puedan ayudar y se ajusten más con la realidad.

5. Distanciarnos de los pensamientos negativos

Es importante que nuestro hijo se distancie de esos pensamientos negativos y, para conseguirlo, tenemos que evitar decirle que es un niño pesimista. En su lugar, le diremos que, en ocasiones, una parte de su cerebro se pone en modo negativo. También, le podemos poner un nombre, como “el apenado” o “el desastroso” u otro que se les ocurra y que hasta pueda resultar divertido. De esta forma, externalizamos ese pensamiento.

Así, el niño verá a su pensamiento como una voz pesada, molesta o mal informada. Además, podemos elaborar distintas frases para contestar cuando el cerebro se ponga en modo pesado:

  • Tú no eres quien manda aquí.
  • No conseguirás hacerme sentir mal.
  • No te escucho.

Sobre los niños negativos y pesimistas podemos decir…

Los niños negativos y pesimistas suelen tener gran facilidad para la reflexión. Además, es importante que encontremos el motivo de esa negatividad y cómo hacerle frente. Todo cambio lleva su tiempo, pero no es imposible de conseguir si trabajamos sobre esto. Tenemos que ser pacientes.

Debemos centrarnos en el proceso y no en los resultados, trabajar a favor de una actitud positiva y tener siempre en claro que esa negatividad no es un rasgo de su persona, sino más bien el intento de adaptarse y protegerse. Si aun con todas estas claves no consigues que tu hijo cambie esos pensamientos, lo recomendable sería visitar a un psicólogo para que nos ayude.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Giménez Hernández, M. (2005). Optimismo y pesimismo: variables asociadas en el contexto escolar.
  • Shapiro, L. E., & Tiscornia, A. (1997). La inteligencia emocional de los niños. Buenos Aires: Javier Vergara.
  • Seligman, M. E. (2014). Niños optimistas. DEBOLS! LLO.
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