¿Por qué mi hijo adolescente se burla de mí?

Y un día, llega el momento tan temido: nuestros hijos dejan de admirarnos ciegamente para empezar a cuestionar todo de nosotras. ¿Por qué los adolescentes se burlan de sus madres y cómo actuar en esa situación?

Tener un hijo adolescente debería considerarse deporte de alto riesgo. No es nada sencillo acompañar durante esta etapa de la vida, que se caracteriza por estar colmada de desafíos y búsquedas. Por supuesto que hay jóvenes más rebeldes, inestables e impredecibles que otros. Pero podríamos decir que, en términos generales, tienen actitudes que generan desconcierto y enfado en sus padres.

La relación con ellos suele ser fuente de incertidumbre, adrenalina y confusión. Entenderlos nos resulta mucho más difícil de lo que nos gustaría. La comunicación difícilmente fluye con armonía. Los obstáculos en este vínculo se presentan diariamente y por momentos creemos que ya no hay nada que hacer para mejorar la comunicación con nuestro hijo adolescente.

Además, a menudo somos su objeto predilecto de burla, humillación o ridiculización. Eso sí que duele. Pero, aunque esta idea pasa por nuestra cabeza con regularidad, debemos comprender que esto no significa que no nos quieran. Sigue leyendo si necesitas encontrarle una razón a las actitudes poco empáticas de tu hijo. 

Ser madre de un hijo adolescente

Cuando los niños son pequeños, ven a sus padres como personas perfectas y omnipotentes. Creen que todo lo saben y todo lo pueden. Por este motivo, disfrutan de su compañía, sus abrazos, sus juegos y sus conversaciones. Y las demostraciones de cariño en público no son un problema. 

Ahora bien. Los chicos crecen y dejan atrás su rol de infantes. Paralelamente, nosotras dejamos de parecer perfectas. Este descubrimiento cambia todo el panorama. Hablamos del punto de inflexión que llega cuando nuestros hijos dejan de ser niños y se transforman en adolescentes. Pues ahora, nosotras somos personas de carne y hueso que cometemos errores y que no tenemos todas las respuestas

Cuando llega el momento tan temido, aunque no siempre es tan grave como parece, notamos un cambio brusco en sus actitudes que duele, incomoda y desconcierta. En nuestra mente surgen las típicas preguntas: ¿cómo puede ser que quien hace poco actuaba como mi mayor admirador, hoy me insulte a diario? ¿En qué momento pasé a ser su peor enemiga? ¿Por qué ya no se deja abrazar por mí?

Muchas veces, los adolescentes empiezan a rechazarnos a través de insultos, de burlas y de comentarios hirientes cuando sus amistades se transforman en sus aliados y confidentes.

Burlas, comentarios hirientes y vergüenza

La adolescencia es una etapa de confusión, de dudas y de descubrimientos. Ellos no se entienden a sí mismos, por lo que esperar entenderlos nosotras resulta bastante ilusorio. El punto es que, de un momento a otro, comienzan a desafiar la autoridad, a mentir sobre el lugar en donde están y con quién, a jugar con los límites y a poner a prueba nuestra firmeza. 

En este camino, parecemos ser su blanco fácil, mientras que sus amistades se convierten en sus mejores aliados. Cuando queremos acercarnos para conversar, nos ridiculizan y humillan incluso en frente de otras personas. 

Precisamente, cuando está con sus amigos, sus actitudes antipáticas parecen potenciarse. Apenas una quiere meter bocado, él se ocupa de hacernos notar que no le interesa lo que tenemos para decir, que es una tontería o que “no entendemos nada“. De hecho, muchas veces siente vergüenza de lo que decimos. Por eso, no quiere que nos involucremos en los encuentros con sus pares e incluso, en ocasiones, nos pide que ni los saludemos. 

¿Por qué de repente nuestro hijo adolescente nos rechaza? 

Nuestros hijos adolescentes nos rechazan porque necesitan diferenciarse de sus cuidadores. Están en la búsqueda de descubrir su propia identidad, lejos nuestro. Así, desean conquistar mayor autonomía y empezar a tomar sus propias decisiones. Básicamente, quieren sentirse libres para encontrarse a sí mismos. A la vez, necesitan hallar sus intereses y deseos genuinos, construir sus propias creencias y desarrollar un pensamiento crítico. 

Para hacer efectiva esta búsqueda, a menudo recurren a actitudes que nos lastiman e irritan. Se burlan de nosotras porque al desaprobarnos ganan independencia

El comportamiento de los jóvenes suele ser más rebelde que de costumbre porque quieren hacernos entender que ya no son niños, por lo que no deberíamos tratarlos como tales.

Cómo actuar en estas situaciones 

Es fundamental saber que, en tanto la rebeldía se mantenga dentro de los límites legítimos, no deberíamos preocuparnos. Ahora bien, si el desafío a la autoridad, la falta de respeto y las conductas antisociales se presentan de forma desmedida, es importante consultar con un profesional de la salud mental.

En caso de que los comportamientos poco empáticos con los adultos no excedan la frontera de lo esperable, debemos evitar tomarnos personal sus comentarios ofensivos y sus burlas. Resulta necesaria la puesta de límites para marcar la importancia de respetar a los demás, sin olvidar la etapa particularmente vulnerable que nuestro hijo adolescente transita.

Bibliografía

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