7 claves para educar con amor

Educar con amor es crear las condiciones para que lo propio y particular de tu hijo nazca y te transforme.

Hay virtudes del amor que en sí mismas son claves para educar. El amor, por ejemplo, es suave y goza de buen humor. Sabe escuchar, es paciente, es sincero, optimista y generoso. Se regocija con la verdad, cree y espera.

Esta pedagogía amorosa le da forma a las emociones y sentimientos, además sienta las bases para todo lo que hagamos en la vida. Jugar, estudiar, trabajar y relacionarnos, dependerá, de manera profunda, del afecto recibido y del cariño que sepamos dar a quienes nos rodean.

En el marco de estas ideas, veamos algunas claves para educar en el amor.

¿Qué es la pedagogía del amor?

La pedagogía del amor nos prepara para hacernos cargo del otro y nos recuerda que sin amar, educar es imposible. Es esta una enseñanza que, a través de la comunicación y el diálogo, pone en el centro al otro, en su diferencia, particularidad y singularidad.

Educar es acoger y responder a las necesidades y particularidades del niño, desde el desprendimiento y la entrega.  Es necesario guiar bajo la premisa irrenunciable del respeto y el reconocimiento. Se trata de una educación ideada y desarrollada como casa y mano abierta, según las palabras que expone este trabajo publicado en la Universidad de Sevilla.

Claves para educar con amor

Formar en la sensibilidad y en las características más sutiles del pensamiento y la acción, es una labor compleja. Se están erigiendo las bases de la personalidad que diseña, planea y lleva a cabo proyectos inteligentes y empáticos. Acá te compartimos unas claves para ayudarte en esa tarea.

1. Descubre con tu hijo el milagro de la existencia

La sabiduría nos dice que la existencia es un regalo. Cuántos azares tuvieron que encontrarse para dar con la unión de los átomos y moléculas que nos constituyen y que en interacción bioquímica nos permiten, sentir, pensar y reconocernos.

Ahora bien, poder transmitir nociones de este mundo singular y maravilloso pasa primero por internalizar este concepto; esto es, hacerlo parte de nuestras vidas. La infinidad de hechos sensibles en los que se expresa lo singular de las cosas, puede y debe ser compartido desde nuestra conciencia y capacidad de asombro. Procura que dichos eventos se conviertan en experiencias para tu hijo o hija. Por ejemplo: compartir un amanecer, ser testigos de la transformación de una oruga en mariposa, cuidar una planta, etc.

2. Enséñalo a expresar sus emociones

Las emociones influyen en el bienestar del pequeño y en las relaciones que establece con los que le rodean. Estas experiencias se descubren desde pequeño y poco a poco irá madurando en él, aquel  proceso de identificación y reconocimiento necesario para aprender a regular lo que siente.

En este aprendizaje, la comunicación fluida y permanente es clave para incentivarlo a expresar lo que siente sin reprimirse. La autorregulación le permite responder a diversas situaciones sociales y personales, e integrarse en la sociedad, según lo aborda este artículo de la Revista Internacional de Educación Emocional y Bienestar.

Se trata de ayudarlo a conseguir sus propios recursos emocionales, esas pequeñas estrategias que le permitirán canalizar temores, rabietas y frustraciones. Una forma de hacerlo es con el ejemplo, ver cómo gestionamos nuestras reacciones, le brindará un modelo a seguir. Por ejemplo, motivarlos en pequeños aprendizajes, como: descansar bien, mantener la higiene personal, alimentarse de manera saludable, hacer deporte.

3. Ayúdalo a cuidar de sí y de los demás

El amor no es nunca pasivo, está siempre en acción edificante; trabaja sin pedir nada a cambio para llevar las cosas a su mejor estado. En tal sentido, como leemos en la revista Dilemas Contemporáneos, amar a los semejantes, mejora al ser humano en su interior y le hace un bien al prójimo.

Educar con amor es cuidar al niño, enseñarlo a cuidarse y a cuidar de los demás. Sobre esta base, tu hijo velará por sí mismo y por los otros, respetará a todos los que con él se relacionan e interactúan, y se preparará para cuidar a la naturaleza. Por ejemplo:

4. Propicia momentos para desplegar su creatividad

El niño disfruta realizándose, aprendiendo nuevas habilidades. Sin embargo, esto ocurre cuando no tiene miedo, en un estado de confianza que solo le brindan sus padres y cuidadores. En ese marco, el infante investiga, indaga, inventa, vale decir, despliega su creatividad desbordante.

Cierto que hay una realidad diversa, abierta al descubrimiento; no obstante, procura condiciones que garanticen la unión perfecta entre aprendizaje y aventura, entre riesgo y revelación. A esto apunta el artículo de Ruta Maestra cuando habla de crear un clima emocional de bajo riesgo y con un alto grado de seguridad.

«El niño se autorrealiza viviendo el amor, primero desde la dependencia de los adultos hasta que aprende a vivirlo desde la interdependencia con iniciativa y en vínculos de igualdad.»

Pedagogo Luis Manuel Martínez Domínguez

5. Créale entornos ricos, seguros y amenos

En cuanto al entorno, como leemos en un estudio sobre entornos enriquecedores y seguros, de la Universidad César Vallejo, hay ambientes asignados y elegidos, ambos con implicaciones en la vida de tu niño. Los primeros están subordinados al día a día de los adultos, pero los segundos son «la esencia de su capacidad de acción». Son estos, los lugares que asumirá como propios y que serán parte sustancial de su identidad. También es importante brindarles la oportunidad de que elijan sus propios hobbies e involucrarlos en las actividades familiares.

Por cierto, el profundo significado de los sitios cambia con el tiempo, con el crecimiento y la madurez física, cognitiva y emocional. Luego, entre las claves para educar con amor se encuentra también permitir que tu niño experimente en los sitios de su elección, en los que se sienta identificado, feliz y a sus anchas.

6. Estimula sus múltiples inteligencias

La neurociencia explica que para aprender, el cerebro necesita emocionarse. De ahí la importancia de fabricar momentos e instantes pedagógicos en los que se vivencie el sentido de la existencia. En efecto, desde el amor se consigue fomentar la creatividad, la motivación, el autoaprendizaje, el trabajo colaborativo, la seguridad y la autoestima.

Es determinante establecer que no existe una única forma de aprender y que no todos somos iguales. En este proceso, son importantes los primeros años de vida y, en palabras de Howard Gardner, creador de la teoría de las inteligencias múltiples, también son de relevancia algunos componentes genéticos y ambientales, adquiridos a partir de experiencias y estímulos. Se aconseja entonces conocer al niño y ayudarlo a crear espacios de encuentro apropiados para su aprendizaje. Motivarles en el ejercicio de diversas actividades, como: escuchar música, bailar, escribir, etc. 

7. Edúcalo en el agradecimiento

Educar al niño en la gratitud mejora su vida familiar y sienta las bases del cuidado futuro. Fomentar en él, cualidades como el aprecio espontáneo por las cosas que le rodean lo hace más receptivo de lo que el mundo le ofrece.

Por ende, será más agradecido de la bondad que proviene de ti, de sus familiares, amigos y maestros, y por supuesto, de la sociedad y de la naturaleza. Todo lo cual reproduce, como lo explican Jeffrey J. Froh y Giacomo Bono en su libro Educar en la gratitud, una espiral ascendente de sentimientos positivos que a su vez genera más gratitud.

Algunas claves para educar y agradecer basados en el amor son las siguientes:

  • Centrar al niño en las causas de las cosas buenas que le suceden y en las personas que las provocan.
  • Ayudarlo a gestionar las emociones.
  • Apoyarlo en su autonomía.
  • Conversar sobre los sentimientos para aprender a verbalizarlos.

Como padres, debemos:

  • Estar atentos a sus necesidades, a sus intereses y preguntas.
  • Ser modelos de agradecimiento y generosidad.

«La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón».

Profesor y teólogo Howard G. Hendricks (1924-2013)

Educar en el amor para un desarrollo integral

La afectividad en la niñez es fundamental, debido a que el niño está desarrollando sus vínculos amorosos y su autoestima. De acuerdo con el pedagogo de la Ilustración, Juan Jacobo Rousseau, cuatro son los principios que deben primar.

  • Educar desde el amor propio y el amor a los demás.
  • Amar la naturaleza a partir de experiencias vividas en el campo.
  • Formar sobre la base de los valores del campo.
  • Incentivar la libertad.

En definitiva, como lo plantea una investigación sobre el aprendizaje a través del cuerpo, cuando el niño es contemplado «con la riqueza de una mirada de amor», cobra conciencia de su existencia y se desarrolla alegre y pleno.

Bibliografía

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