A lo largo de la historia se han llevado a cabo numerosos experimentos sobre niños con el fin de comprender mejor sus procesos cognitivos y las conductas que de ellos derivan. Vivimos en un mundo dominado por adultos que pocas veces se ponen a la altura de los niños para tratar de entender cómo funciona su mente. Estas investigaciones nos ayudan a descubrir cómo se ve el mundo desde los ojos de un infante.
Han sido múltiples y diversos los temas objeto de estudio, pero en este artículo vamos a centrarnos en tres de los más relevantes. Sus resultados, además de sorprendernos, nos proporcionarán pautas de gran utilidad en la crianza.
1. La situación extraña
Este experimento se diseñó para evaluar el vínculo de apego entre los bebés y su cuidador principal (la madre). En función de la capacidad de esta para atender adecuadamente las necesidades del niño, se establece un tipo de lazo afectivo diferente.
En el estudio participaron 100 familias con niños de entre 12 y 18 meses de edad. El procedimiento consistió en introducir al niño y a la madre en una habitación y, a través de un espejo univisión, observar las reacciones del niño. Se anotaba su reacción cuando la madre salía y volvía a la habitación, así como ante la presencia de un extraño.
A partir del comportamiento del bebé se puede determinar qué tipo de apego se ha establecido con la madre:
- Apego seguro. Estos niños se muestran tranquilos y seguros para explorar el entorno. Cuando la madre sale, reaccionan con angustia y, cuando vuelve, muestran entusiasmo. Este tipo de apego es propio de aquellas madres capaces de conectar con su bebé y atender sus demandas correctamente.
- Apego evitativo. Estos bebés muestran poca reacción al separarse de su madre y, cuando se produce el reencuentro, tienden a evitarla. Es un comportamiento propio de vínculos en que la madre ignora con frecuencia las necesidades del bebé y no atiende a sus llamadas.
- Apego ambivalente. Estos bebés se muestran angustiados durante todo el procedimiento y su malestar crece exponencialmente cuando la madre se va. Cuando vuelve, se muestran a la vez aliviados y enfadados, se acercan desesperadamente a la madre a la vez que la rechazan. En este estilo de vínculos, las madres, en ocasiones, se muestran solícitas y amorosas con su bebé, y en otras hostiles y desinteresadas.
2. Experimentos sobre niños: la prueba del malvavisco
El objetivo de este experimento fue evaluar la capacidad de niños entre 3 y 6 años de edad para aplazar la gratificación. Para ello se introducía al pequeño en una habitación y se le mostraba una golosina. Se le explicaba que si era capaz de esperar 15 minutos sin comérsela, se le recompensaría con dos golosinas en lugar de una.
Las estrategias de los niños para resistir la tentación fueron de lo más variopintas pero, finalmente, solo un 30 % de ellos lograron el objetivo. Los resultados mostraron que, con el paso de los años, aquellos niños que habían logrado demorar la gratificación eran adultos más competentes, con mejor rendimiento académico, más activos físicamente y menos propensos a desarrollar adicciones.
3. El experimento de Sally y Anne
En esta prueba se trató de averiguar a qué edad desarrollaban los niños una teoría de la mente. Esta consiste en la habilidad de inferir el estado mental de otro y predecir su comportamiento con base en ello.
Para el experimento, los niños observaban una historia representada por dos muñecas: Sally tiene una cesta y Anne una caja. Sally coloca una canica en su cesta y se va de la habitación. Entonces, Anne la saca de la cesta y la mete en su caja. Sally vuelve a la habitación, ¿dónde crees que buscará su canica?.
Hasta los cuatro años, los niños respondieron que la buscaría en la caja. Creían que lo que ellos sabían era lo que sabía todo el mundo; eran incapaces de inferir los estados mentales de Sally. Esta prueba puso de manifiesto que, hasta aproximadamente los cuatro años, no se cuenta con la capacidad de interpretar que los demás cuentan con estados mentales y creencias diferentes a los nuestros.
Estos experimentos sobre niños nos demuestran que su forma de ver el mundo no es igual a la de un adulto. Por ello, hemos de tratar de abandonar el adultocentrismo y ponernos a su nivel. Comprenderlos nos ayudará a criarlos con más amor y respeto.
Bibliografía
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- Mischel, W. (2014). The marshmallow test: Understanding self-control and how to master it. Random House.
- Ainsworth, M. D., & Bell, S. M. (1970). Attachment, exploration, and separation: illustrated by the behavior of one-year-olds in a strange situation. Child development.