Para ofrecer una educación de calidad es necesario que haya cierta participación y coordinación entre los profesores, las familias y otros profesionales. En este sentido, es muy importante la existencia de una cultura de colaboración en la escuela.
Así, todo el alumnado puede alcanzar los objetivos del curso correctamente, dado que las personas encargadas de su educación mantienen una buena comunicación entre sí, la cual favorece el desarrollo de los niños.
La importancia de la colaboración en la escuela
Para poder desempeñar el rol de profesor en una cultura colaborativa, se requiere disponer de una formación adecuada y contar con una serie de competencias. Según Echeita estas son:
- Tener una actitud reflexiva y crítica.
- Tener curiosidad e iniciativa.
- Saber buscar y recopilar información relevante.
- Ser estratégico.
- Ser capaz de trabajar en equipo.
- Mantener buenas pautas de comunicación, de diálogo y de escucha.
- Saber pedir y ofrecer.
- Mostrar empatía.
- Establecer relaciones de reciprocidad y de confianza con los compañeros y alumnos.
- Asumir riesgos y estar abiertos al cambio.
- Saber fijarse metas para superarse y querer seguir aprendiendo.
Asimismo, los docentes deben intentar abandonar la metodología tradicional y el individualismo. Y, a cambio, aprender a realizar la labor educativa de forma conjunta con otros profesionales y las familias.
Para ello, es esencial que el centro cuente con un equipo que crea en la inclusión educativa y que maneje una buena organización y coordinación entre sus miembros, teniendo claras las funciones que cada uno debe desempeñar.
En este sentido, los profesores de apoyo, los orientadores, los tutores y otros técnicos que puedan ser necesarios en la escuela, deben trabajar juntos en:
- La realización de material didáctico.
- El seguimiento y evaluación del alumnado.
- La prevención, detección y valoración de los alumnos con problemas de aprendizaje.
- La atención a la diversidad y ofrecer apoyo educativo.
Las familias y el deber de colaborar
El colectivo formado por las familias también debe poner su esfuerzo y compromiso en el desarrollo de una cultura colaborativa. Así, su calidad de interacción con el centro escolar es de gran relevancia para el buen funcionamiento del mismo. Por tanto, las madres y los padres deben implicarse de forma activa en la configuración del colegio que quieren para sus hijos:
- Participando en las actividades que ofrece el centro.
- Asistiendo a reuniones y tutorías individuales o con otras familias.
- Cubriendo los cuestionarios que la escuela les remite.
- Leyendo los documentos o folletos informativos que el centro crea conveniente.
- Colaborando en los programas de innovación y mejora educativa.
De esta manera, el sistema educativo logra conocer las opiniones, perspectivas e ideas de mejora de los progenitores. Y, a su vez, estos se ven favorecidos por el trato de escucha que el colegio les concede dentro del proceso de toma de decisiones, pues pueden ejercer un cierto control en las actuaciones que lleva a cabo la escuela sobre el alumnado.
Con respecto a los niveles de participación de las familias, se distinguen cinco niveles:
- Informativo. Se caracteriza por el acceso a la información sobre el quehacer de la escuela y todo lo que atañe al proceso de escolarización.
- Colaborativo. Definido por las demandas generadas por la escuela y los profesores (incluye celebraciones y conmemoraciones).
- Consultivo. Capta la opinión de las familias en torno a los temas de interés común, desde la infraestructura hasta la planificación de actividades.
- Toma de decisiones. Parte de la voz y el voto de los miembros de las familias en los consejos escolares.
- Control de eficacia. Este nivel corresponde al rol fiscalizador en cuanto a las formas de conducción de la escuela.
Como se afirma en esta investigación, los espacios, momentos e instancias de colaboración de las familias han de ser modelados desde la escuela y los profesores son un elemento clave para “nutrir las conexiones colaborativas”.
Beneficios de la colaboración en la escuela
La puesta en práctica por parte de la escuela de un modelo colaborativo repercute positivamente en todo el alumnado. Pero, especialmente, en aquellos que presentan necesidades educativas especiales, pues el profesor debe intentar mantener con los estudiantes una relación basada en la comunicación y que facilite el poder prestar atención a:
- Los comportamientos.
- Las necesidades.
- Las dudas.
- Los conflictos.
- Las dificultades.
- Los éxitos.
- Los comentarios.
Así, se favorece la participación y el aprendizaje de todos. Además, el docente, siguiendo estas prácticas, crea en el aula una dinámica de colaboración y cooperación entre los estudiantes. De este modo, el alumnado se enriquece dentro de un clima de diversidad en el que se promueve el respeto y en el que se aprende cómo socializar con todo tipo de niños.
En definitiva, la existencia de la colaboración en el ámbito escolar lleva consigo una serie de compromisos, implicaciones y repercusiones prácticas beneficiosas para todos. Por tanto, se puede conseguir la mejora e innovación educativa a partir del esfuerzo y la dedicación de cada uno de nosotros.
“Individualmente, somos una gota. Juntos, somos un océano”.
-Ryunosuke Satoro-
Bibliografía
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
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