Cómo integrar las estrategias metacognitivas en el aula

Para que los alumnos puedan entender cómo funciona su propio pensamiento podemos aplicar algunas estrategias metacognitivas en el aula.
Cómo integrar las estrategias metacognitivas en el aula
Azucena Fernández

Escrito y verificado por la maestra Azucena Fernández.

Última actualización: 06 agosto, 2022

La metacognición se puede definir como el hecho de pensar en el propio pensamiento, vale decir el reconocimiento de lo que sabe, lo que no y qué hacer para acceder a lo que no se sabe. Las estrategias metacognitivas en el aula son una parte importante en el procedimiento enseñanza-aprendizaje.

Es importante recordar que cuando hablamos de metacognición nos referimos al conocimiento que cada uno tiene sobre los procesos propios de aprendizaje. La metacognición se refiere, por tanto, entre otras cosas, al control de los procesos que utilizamos para aprender.

“Estoy implicado en metacognición si me doy cuenta de que tengo más problemas al aprender A que al aprender B, o si se me ocurre que debo comprobar C antes de aceptarlo como un hecho”.

-Flavell-



La metacognición y sus tipos

Como hemos comentado, la metacognición es la capacidad de pensar y reflexionar acerca de los propios procesos mentales a fin de comprenderlos y regularlos. Esta habilidad es sumamente relevante ya que permite que los alumnos no se limiten a almacenar conocimientos de forma pasiva, sino que adquieran estrategias para pensar por ellos mismos y optimizar sus procesos cognitivos.

La metacognición tiene diferentes vertientes que los alumnos han de poner en práctica. En función del proceso mental al que nos estemos refiriendo podemos encontrar:

  • Meta-atención: se refiere al conocimiento sobre los propios procesos atencionales. Saber cuándo comienzo a distraerme, de qué modo logro enfocarme mejor y cómo puede regular mi atención ante ciertas actividades.
  • Meta-memoria: implica ser consciente de la forma en que normalmente almaceno y recupero información, qué estrategias me resultan más útiles y de qué maneras podría mejorar mi capacidad retentiva.
  • Meta-pensamiento: el conocimiento sobre la forma en que creo y sostengo ideas y creencias. Saber cómo realizo conexiones mentales y cómo puedo optimizar el proceso.
  • Meta-comprensión: la capacidad para reflexionar y evaluar si realmente he comprendido lo que acabo de leer o aprender o cómo podría lograrlo de una mejor manera.

Estrategias de metacognición en el aula

Vamos a ver, a continuación, algunas estrategias para el aula muy útiles para enseñar el pensamiento metacognitivo.

Modelado metacognitivo (pensar en voz alta)

Entre los enfoques de instrucción metacognitiva encontrados en investigaciones, el modelado metacognitivo es el que más se utiliza. Este modelado implica demostrar los pasos específicos a seguir cuando se utiliza una estrategia mientras que se explica por qué es útil.

Niños aplicando estrategias metacognitivas en el aula.

Una estrategia popular de modelado metacognitivo es la de pensar en voz alta. A medida que se explica una estrategia, se van discutiendo en voz alta los pasos que se siguen. Durante el proceso se hacen preguntas, se identifican recursos y se repiten afirmaciones.

Tras desarrollar un proceso en el que se piensa en voz alta, las declaraciones hechas por los maestros y los alumnos en las que dicen lo que han ido aprendiendo han demostrado tener resultados muy positivos.

Uso de la instrucción en las estrategias metacognitivas en el aula

Para ayudar a los alumnos a practicar el uso de estrategias metacognitivas en el aula, se debe enseñar a pensar cómo se utilizan las estrategias. La investigación ha encontrado que un método muy popular de enseñanza es la instrucción implícita. En ella no se explica cómo se modela la instrucción, así que resulta ser un modelo menos efectivo para promover el pensamiento metacognitivo.

La enseñanza con instrucción explícita, en la que se modela la estrategia y a la vez se explica el proceso de pensamiento que hay detrás de ella, está directamente relacionada con los logros positivos.

Creación de un plan de estudios para atraer a los alumnos

Prestar atención a los aspectos y crear un plan de estudios atractivo puede ayudar a fomentar la metacognición en los alumnos. El uso de prácticas atractivas para potenciar los intereses de los alumnos aporta grandes oportunidades para promover el uso de las habilidades metacognitivas.

Integración de la evaluación del alumno

A medida que pasa el tiempo, los alumnos se familiarizan con lo que se necesita para cumplir con las expectativas del profesor. También aprenden a desarrollar la capacidad de cumplir con los requisitos. Un ejemplo de cómo los estudiantes entienden las expectativas es a través de la evaluación mediante el uso de pruebas o exámenes.

Alumnos en clase poniendo en práctica las estrategias metacognitivas.

En las pruebas, normalmente, hay dos tipos de preguntas:

  • Convergentes: preguntas cerradas que requieren una respuesta específica.
  • Divergentes: preguntas abiertas que pueden tener varias respuestas.

El Profesor de Educación Arthur Ellis, señala que los investigadores han observado que los cuestionarios convergentes tienden a utilizarse demasiado. En ese sentido, son varios los estudiosos que sugieren que, para lograr el pensamiento metacognitivo en el aula, las preguntas divergentes son importantes. Estas son preguntas abiertas que permiten a los estudiantes reflexionar y autocontrolar su desempeño logrando la metaconciencia.

Práctica guiada o independiente

Otra estrategia de enseñanza metacognitiva es la práctica guiada o independiente. Los alumnos tienen, así, varias maneras de practicar el aprendizaje. Puede hacerse de forma guiada por el instructor. Por ejemplo, usando ejemplos y retroalimentación, o de forma independiente, cuando los alumnos hayan adquirido y demostrado dominio de una materia.

Potenciar la curiosidad

Para trabajar las estrategias metacognitivas en el aula resulta útil potenciar la natural curiosidad y el interés de los alumnos. De esta forma se les otorga un papel activo en su aprendizaje, analizando si realmente han comprendido, qué información les falta y qué dudas les surgen.

Para esto, se les puede animar a realizar todas las preguntas que vayan naciendo durante su proceso de aprendizaje.

Animar a probar diferentes formas de aprender

El objetivo de la metacognición es conocer cómo funcionamos a nivel cognitivo y qué estrategias pueden sernos más útiles. Así, es importante que los alumnos puedan explorar diversas formas de acercarse y tratar una información para aprenderla, a fin de que descubran qué funciona mejor para ellos.

Fomentar la autorreflexión

Por último, y como paso clave para integrar las estrategias metacognitivas en el aula, ha de crearse un hábito de autorreflexión en los alumnos. Esto es, que se acostumbren a reflexionar sobre su propio proceso de aprendizaje y a preguntarse cómo ha transcurrido, qué limitaciones se han encontrado y qué estrategias o soluciones se pueden aplicar.

Como instructores, profesores o educadores, el primer paso para introducir estrategias metacognitivas en el aula es entender por qué son importantes y cómo funcionan. Empujar a los alumnos a pensar en cómo han llegado a una respuesta y romper su proceso de pensamiento desarrolla habilidades que pueden ser utilizadas a lo largo de todos sus años como estudiantes y en la vida.



¿A qué edad aparece la metacognición?

Aunque no hay consenso, los estudios sugieren que esta habilidad no se desarrolla antes de la niñez media (entre 8 y 10 años). Reportes indican, basados en evaluaciones de introspección, la capacidad metacognitiva a partir de los 5 años.

Se ha establecido que lograr diferenciar correctamente qué se sabe y qué no, permite al estudiante mejores resultados en sus exámenes. Desde la neurociencia, Julieta Goldstein afirma que niños y niñas de 3 a 4 años “con mayor sensibilidad a su falta de conocimiento en una tarea de discriminación léxica obtienen un mejor desempeño que quienes no reconocían su ignorancia”.

Coordinar y hacer uso de herramientas con enfoque metacognitivo ayuda a los y las estudiantes a pensar de forma explícita sobre su propio proceso de aprendizaje.

Hablamos de aprendizaje autorregulado. Esto es, el que desarrollan las personas acerca de sus fortalezas y debilidades, demostrando ser capaces de motivarse, involucrarse, comprometerse y mejorar su propio aprendizaje.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.



Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.