En la época de la niñez, el deporte debe ser asimilado como algo divertido para estimular su realización voluntaria y disfrute. Cuando obligamos un niño a entender el juego como una competencia en la que lo único que importa es ganar, borramos la verdadera esencia del deporte. A continuación, veremos por qué no debemos presionar a los niños para que sean los mejores en el deporte.
4 razones por las que no debemos presionar a los niños para que sean los mejores en el deporte
1. El elemento lúdico es esencial para una niñez sana
Muchos de nosotros aprendimos a entender el juego como algo menos importante en la vida adulta, en la que la prioridad es el trabajo. No obstante, necesitamos recordar el valor del elemento lúdico en la niñez, en especial cuando decidimos ser padres.
Los niños que se entrenan en un deporte no se someten a presiones ni hacen suposiciones extravagantes, como solemos hacer los adultos. Para ellos, la práctica deportiva es un juego cuyo objetivo es divertirse junto a sus compañeros.
Precisamente por eso, los niños pueden expresarse libremente y ejercitar toda su creatividad mientras juegan, sin limitarse a la necesidad de ser el mejor. Este elemento lúdico les permite crecer física y mentalmente y aprender unos de otros en sus aciertos y errores.
Por lo tanto, no debemos presionar a los niños para que sean los mejores en el deporte, sino estimularlos a aprender con sus compañeros y disfrutar. Cuando el niño empiece a crecer, comprenderá que el deporte también es una competencia en la que se recompensan los mejores desempeños.
2. El estrés perjudica el desarrollo físico y mental de los niños
Muchos padres creen que, al obligar a sus hijos a ser siempre los mejores, están preparándolos para la vida adulta. No obstante, la presión excesiva suele reflejarse negativamente en el desarrollo de los niños a nivel físico y mental. Además, perjudica gravemente el vínculo entre padres e hijos.
Por un lado, un niño excesivamente presionado podrá desarrollar una introversión tan grande que la timidez y el miedo a fracasar le impedirán buscar sus propios sueños. Esto impactará de mala manera en su vida personal y profesional; también puede conllevar a serios problemas de autoestima.
Además de esto, el éxito no siempre depende de vencer a los demás y probar que se es superior, sino de trabajar en equipo para alcanzar un objetivo común. Esta realidad es válida para la vida profesional, personal y afectiva.
Podemos imaginar lo difícil que es trabajar, ser amigo o estar en pareja con alguien que necesita ganar siempre y no acepta ceder. Por ello, un niño que asimila que siempre debe probar ser el mejor puede tener muchas dificultades para integrarse socialmente y mantener relaciones sanas.
“El elemento lúdico del deporte les permite a los niños crecer física y mentalmente y aprender unos de otros en sus aciertos y errores”
3. Asimilar el deporte como algo divertido fomenta una vida más saludable
Si el deporte es una actividad divertida, el niño tendrá más voluntad de practicarlo y mejorar su desempeño. En cambio, si quitamos el elemento lúdico y solo dejamos la presión de ganar, este mismo niño se sentirá constantemente frustrado y perderá las ganas de hacer deporte.
Por supuesto, el infante se sentirá desmotivado a ser un deportista, pues eso significaría dedicarse a algo que le genera frustración. Más allá de eso, también podrá sentirse desmotivado por practicar ejercicios físicos, ya que los relacionará con el estrés de tener que ser quien más se destaca.
Hay que recordar que la actividad física es esencial para mantener un peso equilibrado y llevar una vida saludable. Por el contrario, una rutina sedentaria es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, problemas articulares y otras patologías asociadas al sobrepeso.
Entonces, para estimular que los niños críen el hábito de ejercitarse y tener una vida activa, no debemos presionarlos para que sean los mejores en el deporte o en otras actividades físicas. Al contrario, es necesario ayudarlos a entender el ejercicio como algo divertido, que puede ser compartido con familiares y amigos.
4. El respeto mutuo es clave para un vínculo sano con nuestros hijos
Por último, aunque no menos importante, jamás debemos obligar a los niños a hacer deportes que no son de su agrado. Muchos padres quieren que sus hijos sean futbolistas porque este era su sueño en la infancia, o porque disfrutan este deporte, pero lo más importante es que al niño le guste la actividad para sentirse entusiasmado con practicarla.
Como sucede en todas las relaciones, el respeto mutuo es la clave para fomentar un vínculo positivo y saludable entre padres e hijos. A la hora de la práctica deportiva, solo queda alentar al pequeño a superarse día a día y, fundamentalmente, a que se divierta y crezca sanamente.