Cada día, millones de padres y madres se enfrentan a la realidad de que sus niños tienen miedo a estar solos. Porque este es uno de los fenómenos más comunes entre los niños, especialmente entre los más pequeños.
Por lo general, el miedo a estar solos se inicia en la edad comprendida entre los 2 y los 5 años. Y si no se canaliza de forma correcta, puede repercutir de forma directa en la salud emocional de los niños.
En algunos casos, esto también conduce al temor a la oscuridad o a que los hijos deseen dormir con la luz encendida. Pueden incluso temer a los disfraces o a los payasos. En fin, el miedo a estar solos suele manifestarse de muchas formas en nuestros hijos, y por eso debemos estar atentos para reconocerlo y ayudarlos.
La percepción del tiempo en los niños
Una de las razones por las cuales a los niños les produce miedo el estar solos es que ellos perciben el transcurso del tiempo de forma diferente que los adultos. Por ejemplo, cuando se les promete una salida, a cada momento están preguntando si ya es la hora de irse.
Esto es porque ellos no perciben el paso del tiempo de la misma forma que nosotros. Entonces, unos pocos minutos pueden parecerles una eternidad.
También, si se quedan de últimos en el colegio o nos retrasamos varios minutos en ir a buscarlos ellos sentirán que han esperado muchas horas, y pueden tener un ataque de pánico. Algunos por eso pueden presentar miedo a ir a clase.
El miedo a estar solos, un fenómeno normal
Casi todos los niños del mundo tienen miedo a estar solos durante algún período de su infancia. Esto no es algo por lo que los padres deban preocuparse. A los niños les puede dar miedo estar solos incluso cuando tienen compañía.
Por ejemplo, los niños pueden sentir miedo a estar solos en la escuela aunque estén rodeados de muchos otros niños. En este caso, el miedo se produce por una sensación de inseguridad.
También pueden sentir miedo a estar solos cuando juegan en su cuarto a pesar de que nos encontremos en otra habitación. A veces, cuando son bebés el temor a estar solos se produce cuando los coge alguien que no es su madre o su padre.
Formas de ayudarlos a vencer el miedo a estar solos
Como padres, una de nuestras labores es ayudar a nuestros hijos a superar las contrariedades difíciles que haya en su vida, y una de ellas es el miedo a estar solos.
1.- Nunca minimizar sus problemas
Por muy insignificantes o tontos que nos parezcan los miedos o preocupaciones de los niños, no debemos nunca minusvalorarlos. Lo único que conseguimos con esa actitud irreflexiva es que los niños no confíen en nosotros como padres.
2.- No enseñarles a tener miedo
Algunos padres pueden caer en el error de aterrorizar a sus hijos para que hagan algunas cosas. Por ejemplo, le dicen frases como “Si no te bañas, te lleva el coco…”. Con esto se fomenta el temor y el miedo. Nuestros hijos serán inseguros y temerosos, y les será más difícil afrontar las situaciones.
Por otra parte, podríamos caer en el error de ser sobreprotectores. Por ejemplo, si tienen un problema en la escuela, vamos y lo resolvemos nosotros. No obstante, más bien debemos dejar que los niños resuelvan sus asuntos por sí mismos, así ganarán confianza y crecerá su autoestima.
3.- Entender su miedo a estar solos
En vez de estar forzándolos a enfrentar el miedo, podemos preguntarles qué es lo que les causa miedo y la razón de ello. Tratar de comprender su miedo a estar solos nos pueda proveer de las herramientas necesarias para ayudarlos a lidiar con ese problema.
Cuando hablemos al respecto de esta situación debemos prestarles completa atención. Así verán que nos interesamos mucho por sus problemas desde muy pequeños y en el futuro se sentirán más cómodos para contarnos las situaciones por las que pasan.
“…es necesario que se abran las puertas de las aulas a la educación emocional puesto que cada vez son más los niños y adolescentes que no saben expresar lo que sienten, padecen desajustes emocionales o en los casos más graves tienen comportamientos de riesgo…”
Psicólogo Antonio Fernández y otros.
4. Dejarlos jugar solos en su habitación
Para que esta forma de ayudarlo a vencer el miedo funcione, la habitación y los juguetes deben ser seguros, apropiados a su edad y desarrollo cognitivo.
Los tomacorrientes, cables, estantes o repisas, como también los pisos, han de ofrecer condiciones que le permitan a él jugar y a ti dejar de mirarlo por unos minutos.
El desprendimiento seguro ha de ser un sentimiento mutuo, pues en ocasiones los miedos mutuos se derivan de la sobreprotección. De tal modo que padres e hijos deben aprender a quedarse solos. Obsérvalo sí, de tanto en tanto, y acude -de ser posible- cuando reclame tu presencia.
5. Que aprendan a estar solos, pero poco a poco
Esta estrategia se complementa con la anterior, pues el tiempo de aprender a estar solo y vencer el miedo ha de ser gradual. Quedarse solo de manera abrupta y peor si es por largo tiempo, es contraproducente.
6. Prever y construir estrategias juntos
Entre los miedos más comunes se encuentra el de ser abandonado. Se instala con frecuencia en la escuela, la academia deportiva o musical, o bien en un lugar de recreación al que haya asistido en compañía de una organización.
El niño se imagina que los padres no llegarán nunca a buscarlo. El temor se acrecienta si los minutos pasan y todos los niños se van retirando con sus representantes.
Como los imprevistos son comunes y estamos en la situación de buscarlo a una hora determinada, hagamos todo lo posible por recordar el compromiso y llegar a tiempo. Si observamos que la hora se acerca y no estamos próximos a llegar, activemos mecanismos alternos: una llamada a la institución, un familiar previa autorización, etc.
Es muy importante que sea buscado sin que la espera se convierta en angustia, pues la desesperación se asociará de manera negativa al lugar y a la actividad sea escolar, deportiva o de entretenimiento.
Con suficiente antelación, recorre con él las distintas alternativas e incluso provéele de números telefónicos de emergencia para que, de ser necesario, se comunique contigo o con algún familiar.
7. Darles algunas responsabilidades que deban atender solos
Cuando estén dadas las condiciones de seguridad, el niño podrá realizar algunas diligencias en lugares cercanos a la vivienda. Así pondrá a prueba sus capacidades de relacionamiento y de ejecución de tareas.
Esto fomenta además la responsabilidad y la idea de que, de manera consciente y decidida, con la participación de sus solas capacidades, cumple objetivos.
8. Prepararlo para estar solo
No se trata de que sienta que en cualquier momento se quedará solo, sino de prepararlo para la eventualidad. ¿Cómo? Explicándole qué hacer en caso de que haya un retraso o un inconveniente.
Suministra al niño y a sus cuidadores, contactos y relaciones para que pueda activarse la red de apoyo familiar. Por cierto, no trates el asunto como una emergencia si no lo amerita, pues ello entraña la idea de riesgo.
Muy al contrario, es del todo normal que a veces recurramos a dicha red. Lo fundamental es evitar que se instale la preocupación.
9. Leer historias para vencer el miedo
El uso de cuentos o narraciones como terapia es de larga data. De preferencia si están inspiradas en la vida real, con problemáticas que pudieran ocurrirle y formas de cómo salir bien librado.
La idea es seleccionar cuentos en los que, dentro de soluciones plausibles y prácticas, o tocadas por la imaginación y la magia, queden visibles estrategias de afrontamiento -o rituales- para vencer el miedo.
Es natural sentir miedo
Recuerda, el miedo a estar solos es un fenómeno perfectamente normal en los niños. Y con la debida atención y ayuda de tu parte, tu hijo lo superará con éxito.
Una vez que el miedo ha cumplido su papel protector, es preciso que disminuya. Si no es así, como mecanismo de defensa será inútil y hasta peligroso, porque puede crecer hasta convertirse en ansiedad y angustia, obstruyendo la capacidad de adaptación al entorno.
De ahí la importancia del afrontamiento como el conjunto de estrategias o repertorio, que adquiera el niño para hacer frente a los temores. La educación de los padres le ayudará a superarlos y a controlar sus emociones.
Bibliografía
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