Cuando una mujer es madre, sus preocupaciones se multiplican por dos, su felicidad se eleva al cuadrado y las tristezas o inseguridades de antaño se dividen por la mitad.
Esta extraña pero compleja fórmula matemático-emocional, más allá de lo que una pueda pensar, va a ser así toda la vida, sin importar que nuestro niño ya sea adulto… Estén donde estén siempre nos preocuparemos por ellos, nuestros hijos siempre serán nuestro pedacito del corazón fuera del cuerpo.
A simple vista, este cúmulo de presiones, miedos y preocupaciones puede resultar algo estresante. Sin embargo, no podemos olvidar que existe un nivel óptimo e ideal de ansiedad con la cual, mantenemos siempre nuestra mirada y nuestra mente alerta. Nos convertimos casi como esos pájaros que miran el mundo desde arriba, con las alas bien abiertas y los ojos despiertos para detectar cualquier peligro, para atisbar cualquier oportunidad.
Quien piensa poco se equivoca mucho, quien piensa el doble apenas comete fallos
-Leonardo da Vinci-
Asimismo, no podemos descuidar también el papel de los padres. Ellos piensan el doble, sufren el triple y se desviven por su familia. Sin embargo, desde el primer momento en que la mujer descubre que está embarazada se experimenta un inexplicable desdoblamiento. Ya no somos una sola persona, somos dos.
Ya no concebimos nuestra individualidad e identidad del mismo modo. Así, también nuestro cerebro, con todos sus cambios químicos y hormonales nos va a predisponer también a intensificar mucho más las emociones, los pensamientos, las preocupaciones, las dudas…
Sin embargo, hay que asumir todo este proceso como algo normal y natural que es necesario gestionar adecuadamente. Pensar el doble es bueno, nos permite ser más eficaces, hábiles y protectoras… pero cuidado, pensar demasiado ya no es recomendable. Nuestro nivel de ansiedad pasará de esa curva óptima de eficacia para entrar en un proceso de estrés nada saludable.
Una mujer que es madre preocupada y sus superpoderes
La madre de hoy en día suele ser una mujer independiente, con trabajo y que además, está al día en los temas de crianza. Ello hace que su mente se convierta más bien en un ordenador multitarea atento a cualquier estímulo, interesado en cualquier información y pendiente a su vez de ese horario que marca las rutinas, las obligaciones y los objetivos a cumplir.
Mamá está “preparada” biológicamente para que nada se le escape
- Decir que las mamás adquieren superpoderes durante la crianza es decir poco.
- Así, algo realmente interesante que nos desveló un informe titulado “Comunicación materno-filial: vínculo de apego” elaborado por expertos de la Universidad de Navarra, es que la maternidad estimula la inteligencia así como las habilidades sensoriales.
- Todo ello se consigue por un fin muy concreto: tener mayor éxito en la crianza de los hijos.
- Los expertos en psicología perinatal nos dicen que gracias a las nuevas técnicas de neuroimagen hemos descubierto que las áreas asociadas al sistema cognitivoafectivo se activaban muchísimo más.
- Además, algo interesante que se ha podido constatar es que los primeros meses de embarazo los ovarios producen entre 10 y 100 veces más progesterona, lo cual corta la fabricación del cortisol, el desencadenante del estrés. Esto es así por una razón muy simple: el estrés elevado y sin control daña al feto.
Asimismo, algo que deberíamos descartar ahora mismo es la clásica idea de que la mujer que es madre o que acaba de dar a luz experimenta cierta lentitud o torpeza mental. Es rotundamente falso.
Katherine Ellison, premio Pulitzer y autora de “El cerebro de mamá: cómo la maternidad nos hace más inteligentes”, asegura que es justamente lo contrario. La maternidad enciende un interruptor asombroso en nuestro cerebro: nos permite estar más alerta, ser más intuitivas y más receptivas a cualquier estímulo.
Piensa el doble, preocúpate por tu bebé pero nunca te descuides a ti misma
No debemos perder de vista un dato esencial: la maternidad pone nuestro nivel de atención al máximo, sin embargo, este nivel de ansiedad largamente mantenido en el tiempo puede resultar agotador.
Maduramos cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos
-Albert Einstein-
Descansar de vez en cuando, y ante todo, priorizarte no será nunca ningún pecado capital sino una necesidad vital. Nadie es mala madre por tomarse una tarde libre, por dejar que papá cumpla la misma función que tienes tú, nadie debe criticarte si decides hacer la siesta o si están las tareas del hogar por hacer y eliges pasar una tarde distendida con tu niño y otras mamás.
- Se trata simplemente de tener claras las prioridades, y esas prioridades son tu familia y eres tú.
- Evita también dejarte llevar por la preocupación excesiva, por los pensamientos rumiantes y ante todo, por el miedo a que tu hijo no deje el pañal cuando debe, no ande cuando toque o no hable de carrerilla cuando ha cumplido los tres años. Todo llegará a su tiempo, en su momento y cuando la maduración de tu bebé sea la propicia.
- Por otro lado, también debemos evitar que segundas personas nos contagien sus preocupaciones, sus miedos o ansiedades. Si la crianza y la educación de un hijo ya es bastante compleja, evita llevar cargas que no son tuyas y presiones ajenas que no te pertenecen.
Para concluir. Sentir miedos, pensar mucho, tener dudas e inquietudes, es algo normal cuando se es madre. Sin embargo no olvides nunca este dato: estás sobradamente preparada para hacerlo maravillosamente bien.
Imágenes cortesía Pascal Campion
Bibliografía
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