Si hay algo de lo que disfrutas en tu labor de mamá o de papá, es de esos instantes de sencilla y mágica complicidad con tu pequeño. Porque el amor no necesita palabras para sentirse con intensidad, nos bastan esos momentos inscritos en la rutina diaria con nuestros niños para saber qué es la auténtica felicidad: una sonrisa, una mirada, una caricia, una siesta en tus brazos, un gesto que te cautiva…
Las personas estamos hechas de momentos. Somos nuestras historias, y esas historias se engarzan en forma de momentos significativos. Es así como se teje nuestra memoria emocional, así como se conforma ese tejido sutil que hila la auténtica sensación de la felicidad.
Porque no hacen falta grandes actos, inmensas aventuras o regalos de ensueño para sentirnos bien. El bienestar es eso, son detalles sencillos del día a día con las personas que queremos.
Estamos seguros de que como madre o padre, también tú has empezado a disfrutar de esa cotidianidad donde hábitos tan simples como despertar a tu bebé por las mañanas, alimentarlo o bañarlo, está haciendo sin duda que veas el mundo de otro modo. Algo ha cambiado. Ahora te has convertido en un “coleccionista” de momentos, esos que compartes con tu pareja, esos que explicas a tus familiares o amigos.
Esos instantes marcan tu despertar como nueva mamá o como nuevo papá. Son retazos de una vida que conservarás siempre en un rincón preciado de tu cerebro. Hoy en “Eres mamá” te invitamos a reflexionar sobre este tema.
La complicidad con nuestros hijos, un vínculo temprano de poder
Estamos seguros de que ya has oído hablar en múltiples ocasiones del concepto del apego. Enfocado desde el ámbito de la crianza, es un factor imprescindible para crear un vínculo fuerte con tu hijo, ese que se construye a través de la cercanía, el contacto piel con piel, el cariño más auténtico, preocupado y respetuoso.
Sin embargo… ¿a qué nos referimos cuando hablamos de complicidad? ¿De qué manera damos forma a este constructo psicológico tan común entre los adultos?
- La complicidad con un niño se inicia conociendo sus necesidades.
- Como madre, aprendes día a día a conocerlo, a anticipar qué quiere, qué le molesta, qué le gusta, qué le incomoda.
- A su vez, y aquí surge el elemento mágico, el bebé descubrirá día a día que tú eres quien satisface sus necesidades, qué tú eres quien lo nutre en afectos y quien le da seguridad. El pequeño confía en ti y es ahí donde se construye poco a poco la complicidad.
Ambos habláis un lenguaje que no necesita palabras. Hay una conexión especial, un vínculo que se refuerza día a día.
Los pequeños detalles que nos conectan y de los que disfrutamos
Los momentos más mágicos se viven, curiosamente, cuando hay más tranquilidad, cuando estáis solos, cuando la vida acontece plácida, sencilla y cotidiana. Un paseo, una siesta en el sofá, un baño, algo que os hace sonreír a ambos a la vez…
- Todos esos instantes generan a su vez poderosos anclajes emocionales. Tú los recordarás y tu hijo, por muy pequeño que sea, los recordará también a su manera. Puede que su cerebro, aún inmaduro y en crecimiento, no pueda evocar esos detalles precisos, pero lo que sí recordará es la emoción sentida.
- No podemos pasar por alto que a mayores momentos significativos, tranquilos y de fuerte conexión emocional contigo, mayor y más óptimo es el desarrollo cerebral del niño.
Por otro lado, la complicidad madre-hijo o padre-hijo es la raíz por la cual se nutre esa Inteligencia Emocional que le hará ver al niño desde bien temprano, que las emociones positivas tienen poder, que la conexión con la mirada tiene un lenguaje propio, que las sonrisas relajan y que estar cerca de los nuestros es gratificante y maravilloso.
Los mejores momentos no saben de prisas, pero sí de esa “crianza a fuego lento” de la que ambos disfrutáis
La complicidad no sabe de prisas, no tiene horarios ni se programa en una agenda. Simplemente, acontece. Necesitamos tiempo de calidad con nuestros hijos para crear y afianzar ese vínculo mágico donde conectar con ellos, donde entender sus necesidades, donde ellos nos vean como la persona más importante de su vida, esa que les entiende y en quien pueden confiar.
Porque la complicidad, no podemos olvidarlo, es por encima de todo la confianza erigida entre dos personas, ahí donde dos corazones se convierten en uno, donde hay respeto y donde nuestros niños, saben e intuyen que nosotros los cuidaremos siempre, que son lo más hermoso de nuestra vida y que siempre estaremos con ellos.
Disfruta de esos instante mágicos con tu hijo. Engarza momentos inolvidables cada día hasta crear tu mejor regalo, tu mejor tesoro: una vida feliz con tu niño.
Bibliografía
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