La cosa más poderosa que le puedes decir a otra mamá

Las madres necesitan consuelo mientras atraviesan duros momentos. No se requieren palabras perfectas. Hay una cosa poderosa que puedes decir a otra mamá. ¡Descúbrela!

Denise Stirk escribió un testimonio realmente desgarrador. Allí relata su experiencia personal con un disparador complejo: “¿Qué decirle a una madre que ha perdido un hijo?”. Una serie de situaciones significativas la hace reflexionar. Y es allí donde descubre la cosa más poderosa que le puedes decir a otra mamá.

A continuación compartimos algunas ideas del caso Denise que conmovió al mundo. Esta valiente, empática y comprensiva madre que salió de un torbellino de emociones. No sin antes expresar su agitación sentimental con sus propias y sentidas palabras.

¿Cómo abordar el duelo de otra mamá?

En este caso, la reflexiva e introspectiva protagonista de esta historia narra un hecho trágico. Nada menos que la pérdida inesperada de una hija de 21 meses por parte de su amiga. Sin duda, un dolor y un sufrimiento irremediable para quien haya experimentado la maternidad.

Ella decide viajar para acompañar en ese duro momento a su amiga. Allí surgen varios interrogantes de cara al encuentro con la triste madre. ¿Cómo encontrar las palabras justas para consolarlos? ¿Cómo evitar decir cosas inadecuadas?

En búsqueda de las palabras perfectas, comprendió que no podía relacionarse realmente con el dolor. Pues con dos niños sanos en casa, sentía que no podía decir nada sin tener experiencia en ello. Sin embargo, munida de versos bíblicos y frases hechas, se lanzó a su consuelo.

Y allí encontró un millón de palabras imprevistas. Extremadamente poderosas y alteradoras de la vida. Fue esa madre fuerte en pleno contexto de duelo quien dijo algo que caló hondo en su corazón. Se trataba quizás de la frase más simple que pudiera pronunciarse.

Mientras describía como su peor pesadilla todo aquello que le había tocado vivir junto a su angelita, le dijo desconsolada y con lágrimas rodando en su mejilla: “Eres una mamá“. Oración que le quitó el aliento y demostró la magnitud de su pérdida y el nivel de su dolor.

El secreto para abordar el duelo de otro madre se encontraba en su vínculo más simple y significativo: la maternidad. Porque si bien no todo el mundo experimenta el sufrimiento de la pérdida de un hijo, sí compartieron la alegría de haberlo tenido.

Entender a esa madre que ha perdido a su hijo

Ese fue el punto de partida que ayudó a Denise a comprender el infierno que vivía esa otra mamá. Ciertamente, perder un niño es el miedo de toda madre. La simpleza y contundencia de esa gran verdad la conectó con otras madres.

Y aquí no importa el modo en que elegimos cómo educar y criar a nuestros hijos. Hay algo en común: corazones directamente conectados con los hijos. Eso la unió también a su madre, recientemente diagnosticada con cáncer de mama.

En la sala de espera para su tratamiento, Denise observó a la madre de un niño de tres años. Lucía, orgulloso, su colorida capa de Superman y la máscara de hospital. La madre, acunándolo en sus brazos, le susurró algo. Sintió su sangre helarse, el corazón detenerse. Sufrió por esa otra mamá.

Con un mar de lágrimas cayendo por sus ojos, recordó la frase de su amiga: “Eres una madre”. Algo que también se le vino a la mente luego, cuando una empleada de un restaurante luchaba por encontrar una niñera. La notó angustiada y furiosa. Otro golpe al corazón en esta cadena de sucesos poco casuales, sino causales.

Finalmente, apreció cómo una madre viajó de pie durante cuatro horas y media. Miraba el reloj impaciente, besaba la calva cabeza de su bebé. Todo sea para evitar el llanto y consolar al niño. La notó agotada y frustrada, y lo supo sencillamente porque es madre.

“Eres una madre”, lo más poderoso para otra mamá


La maternidad es un hilo que nos une a todas. Madres todoterreno, ricas o pobres; con niños enfermos o sanos. Aquellas que amamantan o dan leche de fórmula. Todas unidas por un mismo sentimiento: un amor loco, que paraliza el corazón.

Y esta última verdad puede llegar a doler. Por eso, los anuncios melancólicos desencadenan fácilmente el llanto de las madres. Por esto mismo lloran tras dejar a sus hijos el primer día de escuela. Pues toda enfermedad, por menor que sea, resulta aterradora.

Por eso mismo, duelen sus corazones ante duelos perinatales o infertilidad. Es por ello que aterra la idea de un hijo abandonando el nido. Y es por esto mismo que la muerte del hijo de otra mamá puede resultar desgarrador. Así, naturalmente querremos reconfortar a las madres que enfrenten un momento difícil.

Simplemente se trata de abrazarlas y no luchar por conseguir las palabras adecuadas o correctas. Porque, sin lugar a dudas, lo más poderoso que puedes decir a otra madre es: “Yo te comprendo, es que yo también soy una madre”.

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