La negligencia emocional es reconocida como una forma de maltrato o abuso. Se trata de la omisión afectiva por parte de los padres. Es la imposibilidad de notar, atender o responder efectivamente a las necesidades emocionales de los hijos. Por lo general, esta situación no es visible, memorable o perceptible por lo padres.
El abandono afectivo se caracteriza por dejar pasar muchas cosas que podrían ser importantes para el niño. Esto conduce a que, silenciosamente, se produzca un daño emocional en el pequeño. Aquellos niños que son descuidados a nivel emocional crecen teniendo dificultades para saber entender sus sentimientos y confiar en sus propias emociones.
Este tipo de maltrato infantil socaba la capacidad del niño para relacionarse socialmente y lo convierte en un ser insatisfecho y vacío. Muchos niños creen, o tienen la sensación, de que son diferentes a los demás; como si algo de ellos estuviera mal y a la vez no están seguros de lo que es. Por lo general esto sucede porque a ellos les ha faltado el afecto de sus padres.
¿En qué consiste la negligencia emocional?
Se considera que cometen negligencia emocional aquellos padres que no son responsables de cubrir necesidades básicas de los niños. De la misma manera que falta el afecto, también fallan elementos como la alimentación, higiene o vestido. En gran medida se puede determinar que no cumplen con su papel.
En tal sentido los padres, sin saberlo, descuidan emocionalmente a sus hijos. Es decir, dejan de darles una suficiente estructura y reglas para vivir. Por ejemplo, falta la disciplina, algo que todos deberían tener sin importar cual sea el nivel de fracaso de los padres. Esto es determinante en el aprendizaje de las consecuencias de sus errores, porque los lleva a crear conciencia de cada uno de sus actos.
En consecuencia, los hijos que sufren negligencia emocional, pueden llegar a luchar con la autodisciplina como si fuesen adultos. No tienen el suficiente conocimiento para racionalizar sus dificultades. Por esta razón, se observa a algunos niños culpándose y con una severa carencia de autoestima.
Lastimosamente, la negligencia emocional ha sido pasada por alto, especialmente porque otros problemas la han tapado. Si no se observa que existe abuso infantil de tipo físico, o traumas visibles, quizá no se comprenda que hay una carencia afectiva.
¿Cómo se manifiesta?
Se reconocen dos manifestaciones principales, diferentes pero igualmente dañinas, de la negligencia emocional. Esta puede observarse en dos tipos de conductas por parte de los padres:
- Carencia de afecto. Padres que no demuestran sus sentimientos hacia los niños, no los abrazan, no los besan y, simplemente, no les prestan la debida atención.
- Falta de disciplina y normas. Pueden llegar a ser demasiado permisivos, tolerando comportamientos que, en realidad, no se debería permitir. Rara vez establecen normas de control evidenciando así la falta de disciplina que hace que los niños sean rebeldes. Esto provoca que dejen de respetar a los adultos por falta de una figura con autoridad que los pueda corregir.
¿Cómo intervenir cuando se produce negligencia emocional?
Poder intervenir en esos casos es difícil pues, por lo general, los padres se niegan a admitir el problema. No logran responsabilizarse de ser negligentes y tienden a buscar culpables externos. Tienen un autoconcepto de sí mismos como buenos padres, y consideran que cumplen su rol con normalidad. Sin embargo, su conducta y sus prácticas distan mucho de esta imagen.
Con frecuencia se trata de un problema que los progenitores vienen arrastrando desde su propia infancia. Quizá en su niñez no recibieron el afecto necesario y, por ende, no lograron relacionarse de una forma sana con las emociones. Esta carencia de habilidad emocional se ve ahora reflejada en su labor como padres y en el vínculo que generan con sus hijos.
Sin embargo es importante ofrecer estrategias que permitan a estos adultos tomar conciencia de sus actos y rectificar. La infancia y, especialmente, la relación que se mantiene con los padres durante la misma, son esenciales en el desarrollo psicológico de cualquier ser humano. Y, de no abordar de raíz esta situación, la negligencia emocional puede repetirse durante años de generación en generación.
Es difícil para alguien amar cuando no ha sido amado. Es complicado ser padre cuando no has contado con un referente válido. Sin embargo, es esencial frenar el ciclo.
Bibliografía
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- Azaola, E. (2006). Maltrato, abuso y negligencia contra menores de edad. Secretaría de Salud. Informe Nacional sobre Violencia y Salud. México, DF SSA.
- Vega Sanz, M. (2018). Negligencia emocional en la niñez y trastornos de la conducta alimentaria.