Mi hijo es mi impulso y mi inspiración

Sí, lo reconozco. Mi hijo es el motor de mi vida, aquello por lo que me levanto cada mañana, la inspiración que me hace enfrentarme a la vida.
Mi hijo es mi impulso y mi inspiración
Ana Couñago

Revisado y aprobado por la psicóloga Ana Couñago.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 03 febrero, 2022

Seguramente en alguna ocasión habrás escuchado a alguna mamá decir frases como: “mi hijo es mi motor”, “por mi hijo me levanto cada mañana, así no tenga ganas”, “mi vida tiene sentido gracias a mi hijo”, entre otras. El mensaje que subyace en estas expresiones maternales es, esencialmente, la inspiración que brinda el hecho de tener un hijo.

Ciertamente, las madres encuentran en sus hijos un motivo, un impulso, una inspiración, un aliento de vida. Y es que muchas veces, gracias a la mera presencia de nuestros hijos, nos logramos sentir llenas de una clase de vitalidad única.

La inspiración es un impulso que no solo da vigor, entusiasmo y energía, sino que también motiva a avanzar siempre hacia adelante y procurar perseguir nuestra mejor versión.

El amor por un hijo, pura inspiración

En la maternidad, una mujer encuentra la oportunidad de experimentar una clase de amor muy particular sumamente tierno, dulce e inteligente, aunque a la vez fuerte y enraizado.

Este amor, a diferencia de otros, no languidece con el paso del tiempo. Al contrario, se fortalece con una chispa mágica que no iguala ningún otro tipo de afecto. El amor de una madre no conoce límites y encuentra su inspiración en esa criatura que llegó al mundo gracias a su vientre. 

Toda mujer se nutre del fuego que enciende en su corazón ese bebé. Este fuego, fortalece, engrandece y amplifica todas nuestras capacidades. Se trata de un fuego que nos ayuda a superar cualquier obstáculo y al que nada le parece imposible cuando se trata de cuidar del bienestar de quienes más nos necesitan.

Ese tipo amor cambia a cualquier mujer puesto que le permite comprender que la experiencia de un amor incondicional, implica muchos beneficios a nivel personal. En otras palabras, un amor incondicional –como es el caso del amor de madre– brinda una experiencia de vida muy enriquecedora.

Mi inspiración y fuente de energía

Desde el punto de vista biológico, las mujeres encuentran en su descendencia un motivo para fortalecer todos sus aspectos y con ello, asegurar la supervivencia y el bienestar de sus hijos. Ni más ni menos. Por supuesto, esto no lo es todo, ya que el ser humano se rige también por el componente psicoemocional.

Los pequeños son una fuente de inspiración maravillosa

Para cualquier madre su hijo es ”el motor” que necesita a diario para vencer las adversidades. Afortunadamente, ser fuertes y tener la gran responsabilidad de cuidar de la vida de otro ser humano, trae consigo grandes alegrías que nos brindan nuevas (o renuevan) esperanzas. He aquí el punto donde una madre encuentra su gran motivo para vivir.

La inspiración es uno de los más grandes alimentos del alma. Una mujer que consigue amar infinitamente, no solo porque su vientre haya florecido para dar vida, sino porque también su corazón alberga un amor de una dimensión distinta, un amor que no pone condiciones.

Mi sentido de vida

Gracias al amor y a la inspiración que nos proporciona la maternidad, todos los esfuerzos cobran un sentido mucho más grato, y hacen nuestra vida más amena. Esto, indiscutiblemente se traduce como bienestar. A partir de ahí, disminuyen los despropósitos y la vida adquiere un sentido. 

Esto no quiere decir que nuestra vida sea perfecta a partir de la inspiración que nos brindan nuestros hijos. No. En realidad, gracias a la inspiración nos damos cuenta de que somos seres humanos y por tanto, perfectibles. Esa es la herramienta más poderosa que podemos adquirir. La perfección no existe, pero intentar ser lo mejor que podamos, inspirados en algo tan bonito como la maternidad, nos facilita una gran cantidad de cosas.

No debemos olvidar que en la maternidad, debemos saber ser justas, pacientes, honestas y amables con nosotras mismas. De esta forma, podemos contar con una base realista, saludable, sobre la cual dejar trabajar a la inspiración para que nos facilite el sendero.

La chispa que enciende tu hijo en ti, te hace invencible

“Una inspiración es aquello que evoca en ti algo especial. Un gancho que conecta con una gran idea”, dice uno de los tantos conceptos con los que los estudiosos logran explicar esa palabra y lo que ella produce.

Madre e hija jugando creativamente

Esta es realmente la explicación para expresar lo que una madre siente por su hijo. Él es su inspiración porque provoca en ella un sentimiento especial. Pero la inspiración de una madre no la conecta con una gran idea sino con millones de ideas que desarrollan sus capacidades a niveles estratosféricos.

Mi hijo me inspira, me estimula, me divierte. Me llena de ternura y de deseos de protegerlo aunque ya sea un adulto. Me deslumbra en su diferencia. Me complementa y me completa.

–Ernestina Justo, en su. libro ”Con carino para mi hijo” (For my son)–

Una madre es capaz de todo por un hijo

La inspiración que le da un hijo a su madre la hace ser especialmente aguda en los procesos creativos, porque ese niño enciende la chispa necesaria para que broten de manera espontánea miles de ideas para mantener a salvo a su hijo, para resolver cualquier problema y para superar cualquier dificultad.

Los artistas le sacan el máximo provecho a esa chispa divina llamada inspiración, usan ese impulso que les da para crear sus obras y expresarse mediante estas, las madres también lo hacen, expresan su amor con cada desayuno que preparan, con cada fiebre que curan, con cada prenda de vestir que lavan, con cada beso en la frente.

Ese amor, como dice Isabel Allende, trasforma porque tiene que ver con querer a alguien más que a una misma. Tiene que ver con ser capaz de cualquier cosa, con tal de que su hijo no sufra nada, nunca, jamás. Porque cada hijo enciende en su madre un fuego infinito que se alimenta todos los días de abrazos, de besos, de lágrimas, de dolores, de dientes de leche, de cartas, de dibujos en la nevera y hasta de noches en vela.


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