La imaginación es una de las características más propias de la infancia. Es natural observar a los niños crear escenarios ficticios en su mente, representar personajes y aplicar el juego simbólico. Todo esto forma parte de su desarrollo, favorece su creatividad y les ayuda a superar miedos. También, a adquirir habilidades y a ganar confianza para la vida. Sin embargo, la ensoñación excesiva en niños puede ser un problema que conviene atender.
En realidad, todos soñamos despiertos en algún momento. A veces nos valemos de nuestra imaginación para visualizar cómo será nuestro futuro. En otras ocasiones, nos dejamos llevar por la trama de un buen libro o por nuestra película favorita. Hay diversas formas en que niños y adultos nos evadimos de la realidad por breves períodos, y esto no supone un riesgo. No obstante, cuando este ejercicio gana en intensidad y presencia puede derivar en un trastorno.
¿Qué es la ensoñación excesiva en niños?
Este término, denominado Maladaptive Daydream -en inglés-, fue propuesto en 2002 por el psicólogo israelí Eli Somer. Hace referencia a que una persona se sumerge, de forma intensa y frecuente, en ensoñaciones y fantasías, lo cual entorpece su funcionamiento diario.
Se trata de una dinámica que se observa en personas de todas las edades y, con mucha frecuencia, suele comenzar en la infancia. Como decíamos, no es simplemente soñar despierto, sino que la ensoñación excesiva en niños tiene unas características particulares. Te las contamos a continuación.
Ocupa una gran cantidad del tiempo
Todos los niños son creativos e imaginativos y aplican el juego simbólico como una forma de entretenimiento y aprendizaje. Pero, en este caso, la ensoñación es muy frecuente y llega a ocupar más del 50 % del tiempo. Así, se convierte en el ejercicio preferido y escogido por encima de otras opciones como pasar tiempo en familia, jugar con amigos o realizar otras actividades de ocio.
Conlleva rituales facilitadores específicos
Las personas tendemos a soñar despiertas, especialmente cuando realizamos tareas automáticas que dejan libres las funciones cerebrales superiores. Por ejemplo, al bañarse, al recoger sus juguetes o al caminar por la calle, no es de extrañar que el niño parezca estar en las nubes y perdido en sus propios pensamientos.
En cambio, cuando hablamos de ensoñación excesiva, hay un esfuerzo deliberado para generar esas situaciones propicias para soñar. Por ejemplo, los niños buscan quedarse a solas, dar paseos o escuchar música a fin de generar y alimentar esos escenarios y esa historia ficticia.
Es una experiencia intensa e inmersiva
Cuando imaginan, estos niños implican todos sus sentidos y se sumergen profundamente en su narración mental. De esa manera, la experimentan de forma vívida. Además, pueden establecer vínculos emocionales con sus personajes y emitir muecas, gestos o palabras mientras sueñan despiertos. Esto indica que están verdaderamente adentrados en su ensoñación.
Genera necesidad
Esta actividad mental imaginativa puede llegar a convertirse en una suerte de adicción, de modo que el niño desea y necesita escapar a su mundo imaginario con frecuencia. Cuando no puede hacerlo o cuando algún elemento externo interrumpe su ensoñación, se muestra molesto e irritable. Entonces, trata de volver a lo que hacía lo antes posible.
Interfiere con el funcionamiento diario
El signo más claro de que la ensoñación excesiva en niños se convierte en un problema es cuando esta impide que se desenvuelvan con normalidad en su día a día. Por ejemplo, pueden mostrar problemas de atención y concentración que afectan el rendimiento escolar. También, es posible que se muestren perezosos y tiendan a procrastinar y dejar para después todas sus tareas.
¿Cómo intervenir en la ensoñación excesiva en niños?
Si se detecta que un niño presenta las anteriores señales, es importante entender por qué recurre a la ensoñación excesiva. Generalmente, este es un mecanismo usado para evadir una realidad que resulta dolorosa, carente o demasiado desafiante. Se ha observado asociada a hogares en los que hay maltrato y negligencia, y también está más presente en niños tímidos y retraídos, con dificultades sociales y problemas para hacer frente a sus emociones y a los desafíos cotidianos.
Así, habrá que identificar las causas para poder intervenir apropiadamente. En general, la terapia EMDR y la psicoterapia cognitivo-conductual pueden ayudar a aliviar los síntomas. Con la intervención se pretende conectar de nuevo al niño con su realidad e implicarlo en ella mediante el control del tiempo y de los estímulos desencadenantes, así como mejorando sus hábitos y estableciendo actividades alineadas a sus intereses.
En cualquier caso, es necesario consultar con un profesional que pueda identificar el origen de esta ensoñación excesiva y proponer las pautas a seguir.
Bibliografía
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- Somer, E. (2002). Maladaptive daydreaming: A qualitative inquiry. Journal of Contemporary Psychotherapy, 32, 197-212.
- Somer, E., Lehrfeld, J., Bigelsen, J., & Jopp, D. S. (2016). Development and validation of the Maladaptive Daydreaming Scale (MDS). Consciousness and cognition, 39, 77-91.
- Somer, E. (2018). Maladaptive daydreaming: Ontological analysis, treatment rationale; a pilot case report. Frontiers in the Psychotherapy of Trauma and Dissociation, 1(2), 1-22.