Retiras a los niños de la escuela y quieres saber cómo les ha ido. Te interesas por conocer qué es lo que han aprendido, con quiénes han jugado en el recreo, si han tenido algún conflicto con un compañero y si les ha gustado el almuerzo. A algunos niños les encanta compartir con sus padres las noticias de su jornada escolar, pero otros son más reservados y sus respuestas son más bien monosilábicas. Si te preguntas por qué tu hijo no quiere contarte lo que hace en la escuela, quédate en este artículo. Te lo contaremos.
La escuela como primer espacio autónomo
Los niños pasan gran parte de su día en la escuela. Se trata del primer espacio significativo que se encuentra por fuera del contexto familiar. Es decir, es la primera institución social en la cual los pequeños se desempeñan de forma autónoma como sujetos individuales y sociales. Ahora, cumplen un rol social en un lugar con normas y códigos específicos.
El ingreso a la escuela marca un cambio brusco en las rutinas del niño: es el paso de la vida íntima a la vida pública.
Todo lo que sucede allí escapa a los ojos y oídos de sus padres. Ellos solo reciben información de forma indirecta a partir de las reuniones con los docentes, los directivos, a través de los encuentros con otros padres o de lo que cuentan los hijos.
Independientemente de la edad del niño, el solo hecho de ser estudiante exige el establecimiento de relaciones autónomas. Con sus compañeros de clase, con los alumnos de otras clases, con sus docentes, con el personal administrativo y con la comunidad educativa en general. Así, entabla estas relaciones desde una posición activa y protagonista.
¿Por qué algunos niños no quieren contar cómo ha sido su día en la escuela?
Partimos de la base de que el colegio porta con un valor más que significativo en la construcción de la propia identidad, más allá del ambiente hogareño. Entonces, tiene sentido que algunos niños opten por no explayarse en sus respuestas ante la pregunta sobre cómo les ha ido en la escuela.
Sin embargo, es importante asegurarnos que su silencio no esté asociado con alguna situación problemática que vive en dicho establecimiento y que no sabe cómo afrontar. En este sentido, es fundamental prestar especial atención a su estado anímico en general y a su comportamiento.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Si tu hijo es una persona que suele ser muy conversadora y extrovertida, pero de la noche a la mañana deja de hablar de lo que sucede en la escuela, deberías prender una alarma. En este caso, puedes involucrarte para hacerle sentir que puede confiar en ti y, si lo consideras necesario, solicitar una reunión con sus profesores.
Ahora bien, si su comunicación escueta no te sorprende en lo más mínimo, pues te resulta acorde con su personalidad, no deberías preocuparte. Recuerda que esta es una etapa de construcción de sus primeros vínculos autónomos. Además, él no tiene por qué contarte todo. No obstante, existe otro posible motivo que podría explicar su falta de diálogo: no es que no desee contarte, sino que le haces las preguntas incorrectas.
Preguntas estratégicas para fomentar el diálogo
¿Cómo te fue en el colegio hoy? Esa es una interrogación demasiado general e inespecífica. Por ende, no es de extrañar que la respuesta también lo sea. Aquí, te compartimos algunas ideas más creativas para proponer una charla más extensa y rica:
- ¿Qué fue lo más divertido que has hecho hoy en la escuela?
- ¿Qué fue lo más interesante?
- ¿Qué fue lo más aburrido?
- ¿Te has sentido mal en algún momento hoy?
- Si tú fueras el docente, ¿qué te gustaría hacer en clase?
- ¿Qué ha sido lo mejor y lo peor del día?
Cuando los niños prefieren guardarse información, debemos respetarlos
La mayoría de los padres tienen mucha curiosidad de saber qué han hecho sus hijos durante la jornada escolar, lo cual es entendible. Sin embargo, también es válido que ellos no quieran responder algunas de las preguntas.
En estos casos, es imprescindible no presionarlos para hablar ni mucho menos dar por sentado que deben tenernos al tanto de absolutamente todo lo que sucede. Esto solo entorpece la confianza y obstaculiza la comunicación fluida. Los pequeños se mostrarán más dispuestos a conversar siempre y cuando perciban el diálogo con sus padres como una instancia segura, libre y empática.
Bibliografía
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- Rodriguez, M. (1997) La escuela. Primer espacio de actuación pública del niño. Educación y ciudad, ISSN-e 2357-6286, ISSN 0123-0425, Nº. 3, 1997, págs. 8-19.