Un consumo elevado de azúcar durante la lactancia podría ser contraproducente para la salud del bebé. La leche materna contiene carbohidratos simples, pero un exceso de los mismos es capaz de incrementar la probabilidad de padecer diferentes problemas de salud.
Los productos con un alto contenido en fructosa y todos aquellos que contienen azúcares añadidos podrían alterar la composición de la leche materna, que de forma natural no contiene fructosa.
Y exponer a los bebés a altas cantidades de este y otros azúcares en etapas tempranas del desarrollo impactaría en el riesgo de diabetes, hígado graso o afectaría en el aprendizaje y el desempeño cognitivo. Conocemos más a continuación.
El azúcar y la leche materna
La leche materna es el alimento más nutritivo para los bebés durante los primeros seis meses de vida. De hecho puede cubrir todas sus necesidades en este primer período.
Su composición es muy variable a medida que pasan las semanas e incluso según el momento del día. Estos cambios están regulados por el cuerpo pero también son causados por la dieta materna.
En general no existe una “dieta tipo” para la lactancia. Lo que recomiendan los expertos es tener una alimentación saludable, equilibrada, variada y suficiente para las demandas energéticas y nutritivas de esta etapa.
Pero también hay que tener en cuenta algunos alimentos que sería recomendable evitar o limitar al máximo: el alcohol, la cafeína, los pescados azules de gran tamaño y también el azúcar.
Los efectos de un exceso de este último en la salud se conocen desde hace tiempo y han sido objeto de numerosos estudios. Ahora también se ha puesto el foco en su papel e impacto durante la lactancia materna.
Algunas de las posibles consecuencias negativas que se han ido descubriendo las comentamos a continuación.
La ingesta de fructosa puede condicionar el desarrollo neurocognitivo del bebé
Según una investigación publicada en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, la exposición de la madre a altos niveles de fructosa en la dieta puede condicionar de forma negativa el desarrollo cerebral del bebé.
En dicho análisis se observó la puntuación en el desarrollo cognitivo de bebés de 24 meses cuyas madres habían consumido bebidas azucaradas y jugos en el primer mes de lactancia. La puntuación que presentaron fue baja.
Los autores concluyeron que esto era debido a la presencia de fructosa en la dieta materna proveniente de las citadas bebidas.
Una alimentación alta en azúcar en la lactancia puede dañar el hígado del niño
El primer año de desarrollo del los bebés es muy importante, por lo que los niveles más pequeños de fructosa en la leche materna pueden tener consecuencias. Así se comenta en un estudio publicado en la revista Nutrients del 2017.
Sus autores destacan que, a diferencia de la glucosa, la fructosa se metaboliza a través del hígado. Una alta exposición a esta podría aumentar la grasa hepática, lo que podría derivar en problemas metabólicos y resistencia a la insulina.
La fructosa en la leche materna afecta la composición corporal del bebé
Los autores de este mismo estudio de 2017 observaron que una elevada concentración de fructosa en la leche también ejercía un impacto sobre el peso corporal y la distribución de la la masa grasa, ósea y muscular en los niños a los 6 meses.
En concreto, por cada microgramo más alto de fructosa en la leche materna aumentaba el peso y la masa grasa de los bebés. El estudio remarca que de estos datos no es posible extraer relaciones de causa-efecto si bien es un dato a tener en cuenta.
Al mismo tiempo, es importante recordar que los niveles de grasa subcutánea pueden influir de forma relevante sobre el estado de salud durante todas las etapas de la vida.
El azúcar en la lactancia también perjudica a la madre
Desde hace años las recomendaciones al respecto del consumo de azúcar añadido son claras. No solo en el caso de los niños y adolescentes (más vulnerables) sino para toda la población en general.
Por este motivo un exceso de azúcar durante la lactancia, y en cualquier etapa, también es nocivo para la madre.
Los efectos negativos tienen que ver con la incidencia de obesidad y diabetes. Pero también aumentan la inflamación, la acumulación de grasa en el hígado o la presión arterial y, a la larga, afectan el riesgo de padecer problemas cardiovasculares.
La dieta saludable durante la lactancia materna
Lo óptimo es que la dieta de la madre lactante se base en el consumo de alimentos frescos: frutas, verduras, granos integrales, legumbres, aceite de oliva, pescado, carne magra, lácteos o frutos secos.
Hay que destacar que en todos los documentos citados acerca del exceso de azúcar y sus posibles efectos negativos (tanto en bebés como en adultos) no se hace referencia a los alimentos que tienen azúcar y carbohidratos de forma natural.
Por lo tanto no hablamos de frutas, cereales integrales o yogures sino de productos con azúcar añadido o alto contenido en fructosa: yogures edulcorados, bollería, chocolate, siropes, zumos de frutas o refrescos.
Es importante que se reduzcan al máximo todos estos ultraprocesados ya que además pueden contener dosis excesivas de grasas poco saludables o sal.
Asimismo, la glucosa o la fructosa administradas por un medio líquido impactan de forma más directa sobre el metabolismo. Por esto habría que poner más cuidado con la toma de refrescos, bebidas azucaradas o zumos de frutas.
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Es importante reducir el consumo de azúcar durante la lactancia
Es cierto que durante la lactancia las necesidades energéticas siguen aumentadas. No solo hay que satisfacer los requerimientos de la madre, sino que también es preciso asegurar la producción de una leche materna de calidad para que el bebé se nutra de forma correcta.
Sin embargo, esto no quiere decir que todos los alimentos sean bienvenidos en la dieta de la mujer. Al contrario. Es óptimo que predominen los frescos, mientras que la ingesta de ultraprocesados y de productos con elevado contenido en azúcares simples ha de mantenerse muy limitada.
Por otra parte, sigue siendo necesario tener cuidado con los elementos tóxicos como el alcohol y las drogas. Incluso algunas infusiones podrían resultar perjudiciales por el paso de sus componentes a la leche materna.
Ante la duda, lo mejor es consultar con el especialista para que este confirme qué se puede comer y qué no.
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