Como madre, sabes que el juego es un tiempo necesario para el desarrollo de tus hijos. Y ellos normalmente prefieren jugar contigo. Aunque claro, no siempre tendrás el tiempo ni las ganas para hacerlo a toda hora. Por eso, como no eres la única a la que le pasa, vamos a hablarte sobre este tema importante: no tengo ganas de jugar con mi hijo: ¿tengo que sentirme culpable?
Si no tienes ganas de jugar con tu hijo, no tienes tiempo o simplemente es un momento concreto en el que prefieres hacer otra cosa, es algo totalmente normal. Cuando tu hijo quiere jugar y tú no, lo ideal es que te centres en actividades que os gusten a los dos. Es decir, que tú también disfrutes en ese momento determinado.
¿Está mal si no quiero jugar con mi hijo siempre?
Hay muchas madres que se sienten mal porque se piensan que lo normal es estar dispuesta para los hijos las 24 horas al día, los 365 días del año. Pero esto no es así. Lo primero que debes tener en cuenta es que el sentimiento de culpa no te va a servir para nada. Si bien es cierto que el juego es fundamental para el desarrollo de los niños y para conectar con ellos, no tienes que sentirte mal si no lo disfrutas cada día o si no sabes cómo hacerlo correctamente.
Tienes que darte permiso para no tener ganas de jugar con tus hijos. También, debes asumir que no eres una madre perfecta. Lo que importa es que haya momentos de juego que sí compartas, siempre con actividades que también te gusten a ti.
No te sientas mal
En ningún caso debes sentirte mal porque estés cansada y no tengas ganas de jugar. No tienes por qué estar dispuesta todo el tiempo y presentar la mejor sonrisa. Recuerda que ser madre no significa ser perfecta ni estar siempre a disposición. Eres una mujer que necesita cuidarse y marcar límites, incluso a tus hijos.
No te sientas mal por no poder abarcarlo todo, ya que eres humana y esto es normal. Piensa que si comienzas a abarcar más cosas de las que puedes gestionar, en breve te sentirás con ansiedad y sobrepasada con las responsabilidades diarias. Por eso, es fundamental que te cuides para no pagar ese estrés o esa frustración con quienes menos lo merecen: tus hijos.
Claves para llevar mejor el tiempo de juego
Llegados a este punto, queremos darte algunas claves que puedes seguir para no sentirte mal cuando no tengas ganas de jugar. Aunque también es fundamental saber cómo tiene que ser tu comportamiento para que tus hijos no se sientan rechazados ni tampoco ignorados. Recuerda que ellos no tienen la culpa de tu tensión.
Tiempo de diversión
Puedes buscar en el calendario de vuestras rutinas diarias cuál es el tiempo de diversión. Esto significa que todos los días establezcas un momento de juego junto con tus hijos. De esta manera, ellos sabrán cuándo toca jugar con mamá y tú también podrás incorporarlo en tu agenda de actividades.
Sin gritos ni regaños
Cuando tus hijos llaman tu atención es porque te necesitan. Por eso, cuando lo hagan no les grites ni les riñas. ¿Cómo te sentirías si tú llamas a alguien porque realmente le necesitas y te responde con malas caras y a gritos? Exacto, duele el corazón. Por eso, no te enfades con tus hijos aunque te parezcan pesados. Recibir tu amor y tu atención no es un lujo en el desarrollo, es una necesidad de afecto y es fundamental para su crecimiento.
Déjate llevar y, simplemente, ¡juega!
Cuando juegues con tus hijos, ¡juega! Es decir, no te limites por ser el adulto, ni tampoco quieras llevar toda la organización y las normas de la actividad… Disfruta, déjate llevar y ríe. ¡El juego es para pasarla bien y tú también puedes hacerlo!
Cuando no puedas o no te apetezca díselo (y juega más tarde)
Busca un tiempo de diversión alternativo. Es decir, si le dices a tu hijo que ahora no puedes jugar por el motivo que sea, busca otro momento de diversión, díselo y, por supuesto, cúmplelo. Quizá, ahora mismo no tengas ganas, pero le puedes decir que en 30 minutos jugaréis. Pero recuerda, lo que dices, tienes que cumplirlo.
Primero debes cuidar de ti
No, no está mal si no quieres jugar con tu hijo siempre. Es algo absolutamente normal, puesto que también tienes derecho a estar cansada o a querer realizar otras actividades. Además, para ser una buena madre, primero tienes que cuidar de ti, para luego poder cuidar correctamente de los tuyos.
Bibliografía
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- Club de las Malasmadres (2015) Soy buena malamadre: El libro del Club de MALASMADRES. Editorial: Lunwerg