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¿Qué es la coparentalidad?

¿Qué es la coparentalidad? ¿Te suena este concepto? ¿Qué ventajas e inconvenientes encontramos en esta nueva forma de entender la paternidad?

Padres discutiendo en la calle delante de su bebé, una de las cosas que hacen siendo padres y dijeron que no harían.

Resulta innegable el hecho de que la maternidad y paternidad, los procesos de crianza y las relaciones de pareja, entre otros aspectos, han ido evolucionando (y cambiando) a una velocidad de vértigo con los años. A su vez, internet ha propiciado nuevas formas de relacionarse e, incluso, de entender la paternidad y las relaciones de pareja. Es el caso de la coparentalidad, una nueva forma de ser padres y madres.

A través de este fenómeno, se unen dos personas que desean tener hijos. Pero por diversas razones no han tenido la oportunidad, o no han encontrado el momento o la persona para hacerlo. Esto hace que algunas de ellas recurran a la coparentalidad, un fenómeno que consiste en tener un hijo con alguien con quien no mantienes una relación de pareja.

De hecho, existen cada vez más portales web en los que es posible ser padre o madre recurriendo a este nuevo concepto. En este sentido, existen páginas que permiten conocer a esa persona que está en tu misma situación y “hacer match” para conseguir ese deseo común.

Padre con su hijo en un museo, fruto de la coparentalidad.

No queremos, para nada, banalizar este tema porque se trata de algo delicado, por ello, vamos a conocer mejor en qué consiste la coparentalidad y qué requisitos se necesitan para que este proceso llegue a buen puerto y beneficie a todas las partes (incluido el hijo en común).

¿Qué es la coparentalidad?

La coparentalidad es un fenómeno reciente, o una forma innovadora de ser padre. Implica que dos personas se unen con el único propósito de tener un hijo en común. Es decir, son personas que no mantienen una relación afectivo-sexual (no son pareja), pero que comparten un mismo deseo: ser padres.

De esta forma, la coparentalidad implica compartir los derechos y responsabilidades del padre y la madre sobre los hijos. Así, este concepto separa la relación matrimonial (o de pareja) de la concepción y la crianza; se trata de un estilo parental totalmente nuevo donde los hijos no nacen como fruto de una relación de pareja o matrimonial.

“Coparentar a un hijo significa en esencia que sus padres, indistintamente de su estatus marital, trabajen juntos en todas las labores que involucran su crianza”.

-Docentes Miguel Muriel Páez y Miguel García Jiménez-

Ventajas e inconvenientes

Como posibles ventajas de la coparentalidad encontramos que se dispone, en cierta manera, de mayor libertad, porque se está soltero (o no, pero es una posibilidad). También, se tiene el 50 % del tiempo para uno mismo (dependiendo de los acuerdos con la otra persona), entre otras facilidades. Además, se puede flexibilizar mucho la crianza de un hijo, si hay buen entendimiento con la otra persona.

En cuanto a los inconvenientes, hay que coordinarse mucho con alguien que quizás se acaba de conocer (también puede ser un amigo, dependiendo de cómo se haya iniciado este proceso). Al respecto, pueden surgir muchas dudas y miedos.

Además, no se forma ese “vínculo” de familia en el nivel más tradicional, pues se trata de una relación un tanto sui generis.

El hijo de una relación de coparentalidad

Para muchos, especialmente aquellas personas con una mentalidad más convencional o clásica, puede sonar chocante este nuevo concepto. ¿Cómo tener un hijo con alguien con quien no mantienes una relación de pareja? ¿Cómo será la crianza y la vida de este nuevo ser?

En principio, según afirman algunos expertos, si entre los progenitores existe un buen clima y ambos asumen un compromiso real en la paternidad, no tienen por qué aparecer conflictos o problemas en el hijo (más allá de los “normales” o habituales).

Es decir, es posible criar a un hijo de forma saludable a través de la coparentalidad, pero debe existir estrecha comunicación entre los progenitores, así como una buena coordinación.

“La maternidad/paternidad tiene un efecto humanizador. Todo se reduce a lo esencial”.

-Meryl Streep-

Las nuevas familias se distancian del modelo de familia nuclear

Lo que se observa es una disociación de las premisas genéticas y biológicas que unen la sexualidad a la reproducción, la reproducción a la heterosexualidad, la heterosexualidad al matrimonio y el matrimonio a la familia.

Ha cambiado la concepción cultural y tradicional del parentesco, estableciendo distinciones entre lo biológico y lo social, otorgando mayor poder a las personas, que ahora pueden elegir y crear distintas formas de parentesco.
Hemos abordado aquí la creación de lazos de filiación sin dependencia de la relación de pareja, una estructura funcional en caso de adopciones por personas solteras, inseminación artificial a mujeres solteras o maternidad subrogada para hombres solteros.

En definitiva, nos referimos a la coparentalidad como una nueva forma de familia, caracterizada por “compartir la responsabilidad de criar y educar a un niño sin estar en pareja, bien en casos de separaciones o divorcios o cuando dos o más personas, sin vínculos sentimentales, se ponen de acuerdo para tener un bebé juntos”.

Finalmente…

El fenónemo de la coparentalidad nace como resultado de los múltiples cambios que están surgiendo en la sociedad en diversos sentidos: cambios de vida, en la crianza, en la concepción que tenemos de muchas cosas, en las relaciones, etc.

La libertad social ha permitido esta nueva forma de parentalidad, pero también otros fenómenos en relación a la maternidad y la crianza de los hijos, como el hecho de tener hijos fuera del matrimonio, cosa que hace muchos años, a nuestros abuelos, por ejemplo, les hubiera parecido impensable.

Así, a través de la coparentalidad, dos personas se unen para tener un hijo, sin ser pareja. Para que esta funcione, eso sí, debe existir madurez personal en ambas partes, así como un gran compromiso y la posibilidad de ofrecer estabilidad a esta nueva criatura.

Está claro que tener un hijo no es ningún capricho. Y para tomar la decisión, conviene reflexionar antes sobre el futuro que podrá tener este nuevo ser, más allá del deseo de ser padre o madre.

Bibliografía

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