Los niños son curiosos por naturaleza. Se encuentran en pleno descubrimiento del mundo y, por ello, es frecuente que nos realicen preguntas constantemente; algunas de lo más curiosas. En ocasiones, estamos ocupados o distraídos y esgrimimos cualquier excusa para salir del paso. Sin embargo, las respuestas que le das a tu hijo tienen una gran importancia.
La información que le proporciones y la actitud con la que lo hagas contribuirán a determinar partes de su personalidad y autoestima. Por ello, aunque a veces nos sintamos tentados a ofrecer una respuesta vaga o ambigua, hemos de cuidar el modo en que reaccionamos ante las preguntas de los niños.
Escucha sus preguntas
Es cierto que en nuestro día a día tenemos numerosas obligaciones y poco tiempo para cumplirlas. Por eso, solemos ir apresurados y no siempre podemos permitirnos un descanso para charlar en profundidad con nuestros hijos. No obstante, es importante transmitir a los niños la idea de que sus preguntas son importantes, que su curiosidad es valiosa.
Tal vez cuando nos realizan la cuestión no es el momento adecuado, pero es recomendable que halaguemos su iniciativa y retomemos la conversación más adelante. Cuando contemos con el tiempo necesario, sentémonos con el niño y prestémosle toda nuestra atención. Un gesto tan pequeño como valorar, atender y dar importancia a sus preguntas hará crecer su imagen positiva de sí mismo.
De este modo, entenderá lo positivo que resulta cuestionarse el funcionamiento del mundo y desear saber más al respecto. Comenzará a sentir que que es una persona valiosa e interesante, puesto que mamá y papá toman muy en cuenta lo que dice.
La sinceridad en las respuestas que le das a tu hijo
A la hora de compartir una información con los niños, es importante que esta sea verídica. Es evidente que hemos de adecuar el mensaje a su edad y a sus capacidades cognitivas. Sin embargo, es preferible que nuestra respuesta sea sincera.
De esta manera, la confianza de nuestro hijos en nosotros se afianzará y seremos un modelo de honestidad para ellos. Es más probable que se sientan capaces de abrirse con nosotros si desde el inicio hemos fomentado una relación de cercanía y sinceridad.
Tanto si hablamos de cultura general (por ejemplo, con la temida pregunta: “¿de dónde vienen los niños?”), como si nos referimos a nuestros propios sentimientos (“¿por qué lloras, mamá?”), optar por una respuesta honesta es el mejor camino.
Es más beneficioso para el desarrollo intelectual y emocional del niño recibir una versión adaptada de la reproducción que escuchar la antigua historia de la cigüeña. Del mismo modo, le resultará más enriquecedor saber que mamá llora porque en este momento siente tristeza y es una emoción normal, que recibir como respuesta un: “no me ocurre nada”, que lo dejará aún más confuso.
En la misma línea de la sinceridad, si no conocemos la respuesta a alguna de las preguntas de los niños, es mejor admitirlo con naturalidad y proponerle buscar la respuesta juntos. Al hacerlo, le estaremos enseñando recursos de búsqueda, como acudir a un diccionario o buscar un libro que hable al respecto en la biblioteca.
Fomenta su pensamiento crítico
Siempre que puedas, trata de ofrecer respuestas a los niños que les hagan utilizar su imaginación y su intelecto. A veces resulta más enriquecedor recibir una ayuda para llegar a la respuesta por uno mismo, en lugar de obtener la respuesta en bandeja.
Invítale a expresar qué cree él al respecto de sus cuestiones, cuáles cree que pueden ser las respuestas. Igualmente pregúntale qué opina de lo que le has contado y fomenta conversaciones estimulantes entre ambos.
Cuida las respuestas que le das a tu hijo
Preguntar es uno de los recursos de los que el niño se vale para ir construyendo la concepción del mundo que le rodea. Como padres, nosotros somos sus principales referentes, por ello, es tan importante cuidar el modo en que reaccionamos y respondemos.
Está en nuestra mano ayudar a desarrollar en el niño una autoestima fuerte, transmitirle que es inteligente, creativo y capaz. Igualmente, con nuestras respuestas sentaremos las bases de nuestro vínculo, basándolo en la confianza o en el desinterés. Por último, dejemos que nuestras palabras sean una guía, pero que sea el propio infante el que experimente, descubra y halle la información.
Bibliografía
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- Vargas Rubilar, J. A., & Oros, L. B. (2011). Parentalidad y autoestima de los hijos: una revisión sobre la importancia del fortalecimiento familiar para el desarrollo infantil positivo.
- de Piaget, T. D. D. C. (2007). Desarrollo Cognitivo: Las Teorías de Piaget y de Vygotsky. Recuperado de http://www. paidopsiquiatria. cat/archivos/teorias_desarrollo_cognitivo_07-09_m1. pdf.