Cómo actuar cuando tu hijo te amenaza con irse de casa

En la adolescencia, los jóvenes necesitan desarrollar su identidad y autonomía. Así, buscan demostrar que ya no son niños, lo que, en ocasiones, los lleva a confrontar con los padres y a amenazar con irse de casa.
Cómo actuar cuando tu hijo te amenaza con irse de casa
Maria Fátima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 03 enero, 2023

Muchas veces, en una discusión con un hijo adolescente, los padres lo subestiman cuando amenaza con irse casa. Incluso, a veces asumen un comportamiento poco deseable y lo desafían «a qué no te animas», «no tardarás en volver, si aquí lo tienes todo». Más allá de que esto se concrete o no, esas amenazas dicen mucho más. Por eso, es importante tratar de entender de qué se trata y cómo actuar.

Por qué mi hijo amenaza con irse de casa

Si tu hijo te amenaza con irse de casa, es posible que existan diferentes motivos. Es decir, hay que atender el contexto y la situación particular en la que esa advertencia se presenta. En este sentido, es preciso hacer una lectura más amplia de la situación para identificar los distintos factores que influyen.

En cambio, si haces un recorte y te detienes a analizar únicamente ese momento en el que te dice «me voy, no me quedo aquí ni un minuto más», te resultará difícil entender el problema en toda su complejidad. Algunos de los motivos más frecuentes por los cuales los chicos amenazan con irse de casa son los siguientes:

  • Tienen algún problema y temen la reacción de los adultos. Por ejemplo, ante situaciones de embarazo no intencional adolescente, porque han sido advertidos de una expulsión en la escuela o porque han participado de una travesura con amigos que se salió del control, entre otras.
  • Perciben que el clima familiar es negativo. En consecuencia, sienten que viven en hostilidad, ya que hay continuas discusiones con los padres o los hermanos, entre otras situaciones.
  • Los padres se separaron, formaron una nueva familia y no se llevan bien con los nuevos integrantes.
  • Experimentan demasiada presión. Por ejemplo, cuando se ven obligados a ser los mejores en la escuela o en el deporte que practican y no han alcanzado los resultados esperados.
  • Se encuentran en una etapa vital, en donde es posible que surjan comportamientos desafiantes y de oposición. Como parte del desarrollo de su identidad, los adolescentes se encuentran más proclives a tener algunos comportamientos rebeldes.


Los adolescentes quieren diferenciarse de los adultos y buscan separarse de sus padres como una manera de posicionarse en el mundo. Por eso, en ocasiones, la rebeldía se convierte en un modo de hacerlo.

Qué tener en cuenta si tu hijo amenaza con irse de casa

Algunas de las claves para abordar estas situaciones cuando tu hijo te amenaza con irse de casa son las siguientes:

Escucha y presta atención

No te focalices únicamente en aquello que dice, sino también en su comportamiento en general y en su lenguaje no verbal. Intenta alejarte de tus ideas preconcebidas («con él siempre es lo mismo») y de las etiquetas («siempre ha sido un chico difícil») para tratar de ponerte en su lugar y entender qué lo lleva a tomar esa decisión.

Evita subestimar su amenaza y ponerte en una actitud desafiante

No se recomiendan las frases como «¿a qué no te animas a hacerlo?». También, es importante que le adviertas de los peligros y las consecuencias de tomar esa decisión. El objetivo no es hacerlo desde un punto de vista intimidatorio, desde la coacción o de la manipulación. Por el contrario, debe hacerse desde los límites. Es necesario que el joven comprenda que puede perderse, que puede encontrarse en peligro o con situaciones incómodas y que necesitará dinero, entre otras.

Evita ciertas frases

En ocasiones, frases como «si te vas no vuelvas» o «vete, si nadie se dará cuenta de que faltas», se pronuncian con el propósito de ocultar el temor que nos ocasiona su pérdida o partida. A veces, también intentan ocultar el sentimiento de frustración e incompetencia que se siente como padre. Sin embargo, del otro lado, el mensaje que se recibe es hostil y de desinterés.

Elige la empatía y el entendimiento

Aléjate de la violencia o la confrontación. Seguramente la situación te molesta, pero como eres adulto, tienes más posibilidades de encontrar una forma más inteligente para gestionarla y de empatizar con tu hijo adolescente. Es mejor transmitir mensajes positivos y de valoración.

Conversar y poder empatizar con tu hijo es la mejor manera de buscar una solución al problema. El enojo y la violencia solo agravan las cosas.

Pide apoyo

Si evalúas que la situación es insostenible o que no hay una solución viable en el corto plazo, puedes pedirle a algún familiar (abuelos o tíos) que le permitan a tu hijo quedarse unos días en su casa. De esta manera, les darás un poco de espacio y llevarás un poco de calma a la situación. A veces, la distancia nos permite repensar las cosas de otra manera. Por sobre todas las cosas, es importante resguardar a tu hijo y procurar que esté seguro.

Y si se va de casa…

Si tu hijo se va de casa y luego retorna, cuando lo haga, es importante que le expreses que te gusta verlo de regreso. No es momento de hacer burlas, reclamos o quejas. Luego, debes buscar un momento para que puedan conversar sobre el tema, permitir que se exprese, contarle cómo te sentiste e invitarlo a buscar una solución juntos.



Aprender a mirar más allá

Los conflictos con los chicos muchas veces son la punta visible del iceberg. La mayoría de las veces, hay situaciones de fondo y el hecho de que el joven amenace con irse de casa puede servirte como un indicador de alerta de que hay otras prácticas por revisar. Tus hijos pueden servirte como una fuente de aprendizaje respecto del tipo de crianza que llevas a cabo. Así, si es muy rígida, puede provocar que se sienta controlado y con normas absolutas.

También, puede poner en evidencia el miedo que sientes por equivocarte, el temor de que tus hijos crecen. Ahora bien, lo conveniente es que intentes abrirte, que puedas adaptarte, aceptar que ese adolescente no te pertenece y proponer una nueva forma de relacionarte. Si no sabes cómo hacerlo, déjate guiar por tu hijo, conversa con él y, si lo necesitas, pide ayuda a otros padres y a profesionales.


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