Durante la gestación, muchas mujeres manifiestan un incremento en la sensibilidad, así como episodios de ansiedad y depresión. Sin duda, lo que debería ser un período de alegrías, puede transformarse en un problema cuando la madre no puede dejar de preguntarse si es normal tener ganas de llorar durante el embarazo.
En general, las variaciones hormonales son causa frecuente de malestares anímicos. Sin embargo, también se debe prestar atención especial si los síntomas pasan de una sensibilidad a flor de piel a un estado depresivo crónico. Acompáñanos a develar las distintas aristas sobre este tema.
¿Es normal tener ganas de llorar durante el embarazo?
La respuesta a esta pregunta tan común es sí. Durante el embarazo, debido a los cambios físicos y hormonales, la madre podría experimentar fluctuaciones en su conducta que pueden incluir tristeza, ansiedad, ganas de llorar, e incluso rabietas.
Según estudios, estas variaciones en el estado de ánimo son resultado del incremento de las hormonas sexuales durante la gestación. Ahora bien, estas sensaciones no tienen por qué darse durante todo el embarazo, ni siquiera por un mes consecutivo. En este último caso, hablaríamos de depresión perinatal y, por supuesto, se deben tomar las medidas pertinentes.
La depresión perinatal
La depresión perinatal se define como un estado de tristeza, confusión y soledad en la madre que puede presentarse antes del parto o una vez que haya nacido el bebé. Se diferencia de una simple alteración hormonal transitoria porque, una vez que aparece, este cuadro depresivo puede permanecer por varios días o meses.
De acuerdo con un estudio publicado en la Revista Médica Clínica las Condes hasta en un 30 % de las embarazadas presentan síntomas inespecíficos de depresión. Sin embargo, tan solo el 10 % de las mujeres presentan criterios que permiten diagnosticar un verdadero trastorno depresivo.
Estos episodios de tristeza se acompañan de síntomas como insomnio o, por el contrario, deseos de dormir todo el día. También suele haber apatía, falta de interés —incluso por la llegada del bebé— problemas de concentración, pérdida de apetito, nerviosismo o sentimientos de desesperanza.
La depresión en el embarazo cobra gran relevancia, ya que afecta el curso de la gestación y aumenta el riesgo de complicaciones para el feto. Una investigación de la Revista Colombiana de Psiquiatría afirma que esta condición aumenta la probabilidad de parto pre término, neurodesarrollo fetal alterado, problemas respiratorios en el recién nacido y bajo peso al nacer. Además, promueve un incremento en el abuso de sustancias, así como la escasa participación en programas de control prenatal.
¿Por qué se presenta esta condición?
Los cambios hormonales juegan un papel fundamental en la tristeza durante el embarazo. En esta etapa, los niveles de progesterona aumentan, lo que puede afectar la síntesis de neurotransmisores en el sistema nervioso central y generar la tristeza. De hecho, una publicación sugiere que los periodos de mayor vulnerabilidad psicológica en la mujer incluyen el primer trimestre del embarazo y el posparto.
En este sentido, los episodios de llanto y tristeza pueden aparecer ocasionalmente en la gestación, pero, como ya se mencionó, solo un pequeño grupo de mujeres estará más afectado, pudiendo incluso presentar un trastorno depresivo.
Esto no quiere decir que las ganas de llorar en el embarazo son sinónimo de depresión perinatal. En general, dependerá de numerosos factores, como los antecedentes psiquiátricos propios o familiares y las condiciones sociodemográficas y médicas.
De acuerdo con un estudio realizado en 2013, la probabilidad de depresión en las embarazadas es 6,5 veces mayor en aquellas mujeres con parejas inestables. De igual forma, el riesgo se aumenta en aquellas gestaciones no deseadas. Otros factores a considerar incluyen los siguientes:
- Bajo ingreso económico.
- Falta de apoyo familiar.
- Problemas en el trabajo.
- Violencia en el núcleo familiar.
- Historia de abuso sexual.
La sumatoria de estas condiciones, asociado a las alteraciones hormonales propias del embarazo incidirán en los neurotransmisores químicos del cerebro que regulan los estados anímicos. Esta alteración conduce a sentimientos de sensibilidad, dentro de los que se incluye el llanto o las ganas de llorar.
Algunas otras razones que te darían ganas de llorar en el embarazo
Los cambios físicos drásticos que produce el embarazo podrían ser motivo de llanto en las mujeres con figuras atléticas o medidas corporales cultivadas con arduo trabajo. Afortunadamente, hay suficientes programas para reconciliarse con la figura, acompañados de ejercicios y hábitos saludables.
Por otro lado, las molestias, los mareos y las hinchazones también pueden incidir en la conducta de la gestante. También se incluyen los regímenes dietéticos, así como los reposos forzados o eventualidades médicas, sociales o familiares, a las que no se estaba acostumbrada. Y que en el peor de los casos, le toman por sorpresa o sin preparación.
Todas estas situaciones vendrán a formar parte de la presión psicológica de ser madre. La maternidad es un asunto que trasciende la normalidad de los días de pareja, de estudio, de amistades o laborales. En ocasiones, dándoles un giro inesperado o vertiginoso.
Si todo este vendaval de cosas nuevas no se asume con madurez, desencadena desequilibrios emocionales que conducirían a estados de tristeza e incluso de frustración o culpa.
“Lo que debería ser un período de alegrías, puede transformarse en un constante martirio cuando la madre no puede dejar de preguntarse si es normal tener ganas de llorar durante el embarazo”
¿Cómo se puede combatir esa sensación?
En primer lugar, debes saber que llorar no es algo necesariamente malo. Si se analiza con detenimiento, el llanto funge como un calmante natural que nos puede llevar a un estado de serenidad una vez que lo experimentamos.
Por lo tanto, si sientes ganas de llorar, no debes contener tu cuerpo ni demonizar la sensación. Al contrario, puedes dejarte llevar y desahogar tus penas para luego sentirte tranquila.
Por otro lado, lo que se debe evitar es caer en estados prolongados de tristeza. Además, es recomendable mantener la mejor actitud con respecto a las adversidades. Incluso se ha de entender en todo momento que las alteraciones hormonales serán transitorias.
Para combatir los deseos de llorar durante el embarazo, te recomendamos seguir estos consejos:
- Realizar ejercicio físico, que puede ser incluso pequeñas caminatas durante el día. Esto ayudará a reducir los niveles de cortisol, que es la hormona vinculada con el estrés, y elevará la serotonina, la hormona vinculada al placer y el bienestar. El beneficio psicológico es tal que permite reducir el riesgo de depresión posparto, según estudios.
- Tratar de dormir entre 7 y 8 horas al día es crucial para mantener una buena salud física y mental. Un publicación de Elsevier, afirma que el mal descanso se asocia con cambios en el estado de ánimo y dificultad en el manejo del estrés.
- Evitar leer noticias angustiantes, películas o programas de televisión que puedan crear sensibilidad o nerviosismo.
- Llevar una dieta equilibrada para que el organismo trabaje de forma correcta.
- Hacer yoga u otras actividades relajantes, como la meditación, ayudará a muchas mujeres a superar estos sentimientos negativos. De hecho, una investigación afirma que la relajación es una herramienta útil para reducir los episodios de ansiedad y depresión durante el embarazo.
Apoyo familiar o profesional para evitar la tristeza
De cualquier forma, para combatir los estados depresivos resulta fundamental que te rodees de familiares y amigos que te brinden su apoyo. Asimismo, también puedes considerar la guía de un profesional de la salud para estudiar tu caso de forma más detallada.
“La depresión es la morbilidad psiquiátrica más común en el embarazo, y llega a afectar a más del 13% de las gestantes”.
En este sentido, si el sentimiento de tristeza permanece todo el día y durante al menos 15 días consecutivos, es recomendable buscar ayuda psiquiátrica. El diagnóstico y tratamiento oportuno reduce el riesgo de complicaciones a largo plazo y mejora la calidad de vida de la embarazada y el bebé.
Bibliografía
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