Una vez superada la infancia, el desarrollo cognitivo sufre un cambio fundamental. Se trata del desarrollo del pensamiento formal; su característica principal es que permite salirse del presente concreto para elaborar representaciones abstractas.
Durante la niñez, las personas difícilmente se salen del ‘aquí y ahora’ al momento de producir razonamientos. Sin embargo, conforme pasan los años, se desarrola la capacidad de establecer operaciones que van más allá.
Entonces, el pensamiento formal sería esa instancia en la que los individuos adquieren la habilidad de realizar hipótesis que están ‘por encima de la realidad’. Es decir, sus análisis no parten de lo que tienen frente a sus ojos, sino más bien de las leyes naturales que explican ese fenómeno.
Un ejemplo podría ser la explicación de la lluvia. Mientras un niño diría que el agua cae porque hay nubes en el cielo, un adolescente de más de 13 o 14 años sabría, a grandes rasgos, cuáles son los procesos que la producen.
Características del desarrollo del pensamiento formal
Jean Piaget y Bärbel Inhelder son considerados dos referentes en el estudio del pensamiento formal. Por lo tanto, resulta elemental exponer y analizar las características que ellos atribuían a estos procesos mentales.
En primer lugar, los autores explican que, durante la adolescencia, la flexibilidad cerebral hace que se activen nuevos procesos. Ellos son importantes para, entre otras cosas, generar teorías y opiniones propias en relación a diversas temáticas. De este modo, los jóvenes son capaces de elaborar explicaciones abstractas que luego podrán contrastar con la realidad.
A medida que se da el desarrollo del pensamiento formal, se pone en relevancia la importancia del lenguaje para los individuos. El motivo es que sus razonamientos ya no se dan sobre cuestiones físicas, concretas, sino más bien sobre propuestas verbales cuyo análisis es posible.
En este sentido, también se destaca la capacidad de entender enunciados más complejos; de forma consecuente, se alcanzan así enunciados más abarcativos, capaces de describir razonamientos complejos mediante oraciones subordinadas y condicionales, entre otros recursos.
Asimismo, entre las muchas especificaciones que Inhelder y Piaget otorgan al desarrollo del pensamiento formal, también se enfatiza en que es muy útil en la resolución de problemas. Con él, los adolescentes acceden a información que organizan, seleccionan y utilizan para predecir los resultados de sus acciones.
Este proceso resulta muy importante en el orden académico, por supuesto. No obstante, no debe obviarse su relevancia en el plano social, un aspecto central en esta etapa de la vida.
¿Cuándo se da el desarrollo del pensamiento formal?
Según Jean Piaget, el pensamiento formal se da en todas las personas, independientemente del contexto social y educativo en el que estén inmersas. Para este autor, la adolescencia ocurre entre los 11 y los 20 años. Esta comprende, además, el último estadio del desarrollo cognitivo de las personas, que es el pensamiento formal. Antes, estuvieron el desarrollo sensoriomotriz, el preoperacional y el de las operaciones concretas.
“El pensamiento formal sería esa instancia en la que los individuos adquieren la habilidad de realizar hipótesis que están ‘por encima de la realidad'”
La interpretación del mundo mediante el pensamiento formal
Como apuntamos previamente, los jóvenes son capaces de realizar otro tipo de análisis de la realidad cuando ingresan en esta fase. Ahora, ya no analizan conductas o personas, sino que se detienen directamente en los sentimientos o emociones.
Concretamente, el ejemplo sería el siguiente: mientras un niño puede amar a un hermano o a sus padres porque son de su familia, un joven es capaz de ver otros conceptos en estas relaciones: fidelidad, amor, incondicionalidad, comprensión, apoyo.
Es normal que los adolescentes adopten una cierta postura egocéntrica en estos años. Ellos piensan mucho acerca del mundo que los rodea y la forma en la que se relacionan con él.
A esto se le suma que se encuentran en proceso de formación de su personalidad. Entonces, será común que analicen abstractamente muchos hechos —como las injusticias o la discriminación— en base a las propias vivencias.
Por otro lado, también adquieren otro significado. Mientras que para un niño los símbolos patrios, religiosos y hasta deportivos tienen una denotación concreta, el adolescente va más allá. El joven ve en ellos una historia, unos hechos y una identificación con la que puede comulgar o no.
Finalmente, los adolescentes comienzan a pensar en su futuro una vez que se inicia el desarrollo del pensamiento formal. Esta es una herramienta central para él; le permitirá proyectar su vida y perseguir los objetivos que se plantee.
Bibliografía
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