La importancia de la educación sexual en la familia

La sexualidad es un aspecto que atraviesa nuestras vidas. No solo cuando somos adultos, sino también desde que somos pequeños. Entérate por qué es tan importante hablar de ella con tus hijos.

La educación sexual de los hijos debe tratarse con naturalidad en el seno de la familia

La sexualidad es una dimensión compleja del ser humano, que trasciende ampliamente la idea del placer o las relaciones de pareja y que tiene una importancia vital en el desarrollo de la vida y de la identidad. La educación sexual de los hijos es un derecho reservado a los padres, que debe iniciarse en el seno familiar a edades tempranas.


Desde pequeños, los niños aprenden a través de modelos. Por eso, es importante que la educación sexual comience en el seno del hogar. Esto es para ayudarlos a valorarse y, además, para prevenir embarazos precoces y posibles enfermedades.

Está demostrado que la información es una herramienta fundamental para prevenir embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual. Pero también, hay que recordar que informar no implica fomentar la precocidad sexual.

La educación sexual en el hogar: cómo tratarla

Ciertos temas, como la sexualidad, suelen abordarse de forma insuficiente. O bien desde el bombardeo expuesto a través de los medios de comunicación, o bien desde el pudor que genera el no saber cómo tratarlos.

Los especialistas consideran que es conveniente hablar de este tema en el hogar con naturalidad. De acuerdo a las etapas y a las preguntas que los niños formulen, la educación sexual debe formar parte de la vida familiar desde que son pequeños. Para ello, la comunicación entre padres e hijos, la confianza y la información son herramientas muy valiosas.

La sexualidad

La sexualidad es un tema amplio, que excede a lo biológico. Se relaciona con la afectividad, con el amor y con el placer; por eso, es mejor comenzar a abordarlo en casa. Para ello, es importante crear un ambiente sano, de confianza, en el que preguntar y hablar con sinceridad sea lo normal.

Para generar este entorno, es conveniente tomar en cuenta los siguientes aspectos:

  • Indagar y hablar todos los días sobre las actividades realizadas y las sensaciones experimentadas.
  • Mostrar una escucha activa e interés en lo que cuentan los pequeños.
  • Escuchar más que juzgar.

De esta manera, los niños y los adolescentes adquieren información segura y paulatina y también, conocen cuán vital es el respeto por su cuerpo y por el de los demás.

Estas pautas les darán herramientas para luego identificar las situaciones no deseadas y saber decir que no, además de evitar decisiones precipitadas que pueden llevar a embarazos precoces o a enfermedades de transmisión sexual.

Cómo actuar desde el hogar:

  • Un punto de partida sencillo es llamar a las partes del cuerpo por su nombre. A los 2 o 3 años, el niño comienza a preguntar. En ese caso, decirle que tiene testículos y pene o, si es mujer, vulva y vagina debe ser lo normal.
  • Enseñarles desde pequeños a respetar y a cuidar su cuerpo y el de los demás, como algo valioso y propio.
  • Establecer espacios de privacidad en el hogar y enseñar reglas de convivencia. Sin inculcar excesivo pudor, pero sí el respeto por los espacios de cada uno.
  • Responder claramente a las preguntas que realizan los pequeños y aclarar las dudas que tienen, sin demasiados tecnicismos ni juicios de valor. Si preguntan, por ejemplo, cómo se hacen los bebés, explicarles de forma clara y simple según la edad. Sin mentir.
  • Explicar la importancia de decir que no, de manera tal que exista una valoración de sí mismos y de su individualidad.

La educación sexual no debe ser un tema tabú en las familias

La educación sexual y la prevención

Conocer las infecciones sexuales y las formas de prevenirlas es importante para tomar decisiones responsables. Es ideal tratar estas cuestiones en la etapa de la pubertad.

La educación sexual trasciende la mera información. Más bien, se inicia en la familia y luego se continúa en la escuela como una valiosa herramienta para la vida. Educar en la afectividad y en la valoración hacia sí mismos les prepara para enfrentarse mejor a la presión del medio.

En el caso de las mujeres, especialmente en aquellos sectores más empobrecidos, todavía es más importante la educación sexual. Además de educar en igualdad, hay que fomentar la visión de que cada mujer es una persona con múltiples potencialidades y que puede generar proyectos de vida más allá de la maternidad.

Contar con información segura y oportuna hace que los jóvenes inicien sus relaciones sexuales más tardíamente.

Educar en la sexualidad es querer

La educación sexual se hace con palabras, pero también con modelos, gestos y miradas. Y se relaciona con la capacidad para identificar cómo es la relación con uno mismo y con los demás.

En el hogar, lejos de verse con resquemor, hablar de sexualidad con los hijos es valioso para contrarrestar las ideas erróneas y el exceso de estímulos externos. Y de esa manera, evitar situaciones problemáticas posteriores.

Aunque parece un tema difícil de abordar, la sexualidad acompaña el desarrollo del ser humano. Es una dimensión intrínseca que debe ser tratada con naturalidad y mostrada de esa forma, según la edad del niño y sus preguntas.

Bibliografía

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