Necesito que entiendas tu valor y el inmenso poder que tienes sobre mí. Me observas y crees firmemente que tienes frente a tus ojos la madre más valiente del mundo. Te equivocas, pues tengo mis puntos débiles. Y justamente tú eres uno de ellos. Eres la debilidad por la que cada día me hago más fuerte.
Eres la debilidad que llena mi alma de osadía, de valor y coraje. No importa cuál sea el fin de sacar la leona que hay en mí. Si en todo caso mi meta última no es más que tu bienestar. Velar por tus sueños, ganarme la mayor cantidad de tus sonrisas.
Yo solo busco tu felicidad. Y para ello, no hay mejor ni mayor fuerza motriz que tú, mi querido hijito de mi corazón. Porque eres ese motor que me empuja a seguir día a día. Que logra que confíe en mí, como tú lo haces, como casi nadie haría.
Eres la debilidad que más me enorgullece en mi vida. Ese talón de Aquiles que se convierte en virtud, en talento, en perseverancia y en lucha diaria. Aquel que me sostiene cual resistente bastón, que me acompaña y apoya con una fidelidad y lealtad ejemplar.
Hijo mío, eres la debilidad más hermosa que me ha llenado de satisfacciones y alegrías. Quien ha podido sacar a relucir lo mejor de mí en esta vida. El que ha logrado desnudar mi ser para exhibir todas mis purezas. Una debilidad que, paradójicamente, puede conseguir que se muevan montañas.
Eres la debilidad que siempre quiero tener
Eres esa debilidad que siempre quiero tener a mi lado, para saberme fuerte. Aunque presuma de mi independencia, te cuelas en mis sentimientos. Estás siempre en mis pensamientos y monopolizas mis mejores deseos. Eres protagonista de cada proyecto, y el motivador de esperanzas, ilusiones y sueños.
Pendiente de tu vida y esa anhelada felicidad que te deseo relegar. Tu tierna mirada y esa bonita sonrisa me derriten pero las llevo como estandarte donde quiera que voy. Siento que has llegado a esta vida como mi ángel guardián. Solo eres la alegría por la que mi mundo gira.
Y qué importan esos días fríos o nublados, eres ese ser que siempre aporta luz a mi vida. Qué más da caer si siempre tu mano para levantarme encontraré. Es que tu amor me alimenta con pureza, y me demuestra que puedo ser una persona realmente incondicional.
Gracias a ti puedo decir que soy el ser humano más fuerte de este mundo. Y no es para menos, hijo querido, créeme que no exagero. Porque cuando la debilidad es el amor, eres tú, que colma mi alma de los sentimientos y sensaciones más bellas.
Eres esa linda debilidad contagiosa
Mi pequeñito amor, soy fuerte y valiente porque he vislumbrado mi mayor debilidad. Esa debilidad que, lejos de perjudicar, hace bien. Un amor que todo lo contagia y todo lo tiñe. Invades mis días con esa luz que aleja de nuestro hogar toda oscuridad.
Eres la debilidad más contagiosa que haya conocido jamás. Pues cuando sonríes, resulta imposible no sonreír. Y no importa cuán enojada esté, porque cuando hables, no podré hacer otra cosa que responder. Así como tampoco importan las circunstancias: cuando me necesites seguiré estando disponible para ti.
Puede que el camino a veces se muestre tan sinuoso que creamos imposible de atravesarlo. Pero si te tengo a mi lado, sé que multiplicarás mis fuerzas. Y cuando cada prueba a enfrentar juntos parece más compleja, consigues que vea esa inmensa victoria eterna.
Gracias ti comprendí que en la vida hay muchas cosas bonitas. Tú eres, sin dudarlo, una de ellas. Gracias por ser por siempre ese eterno amor que reveló una debilidad capaz de potenciarme. Es que, ciertamente, eres la debilidad más dulce y contagiosa que quiero conservar por siempre para poder luchar como nadie.
Bibliografía
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