Cuando te conviertes en madre, te sonríe la vida y te transformas en todos los sentidos. Por eso, cuando este día llega, cada cambio puede alterar nuestra vida de distintas maneras. Pero la satisfacción es inaplazable.
A pesar de los cambios hormonales que generan un altibajo en nuestras emociones, es imposible pensar que la vida no nos sonríe, porque estamos alcanzando la plenitud espiritual.
Es difícil determinar la sensación de ser madre cuando no se ha experimentado. Pero el sentimiento puede ser tan profundo que el propio instinto materno puede promover una emoción indescriptible cuando se piensa en esa pequeña parte de ti.
El día en el que te conviertes en madre te sonríe la vida
Cada experiencia de los primeros años de la vida de nuestro retoño son infinitamente dulces, algunos momentos son más serios y otros más relajados; pasamos ciertas angustias pero todas las etapas están llenas de ternura.
Se disfruta la maternidad porque nos motiva alguien que nos quiere, nos necesita y no teme en decirlo o demostrarlo. La sonrisa de nuestros hijos se convierte en una razón para vivir, por eso nos nutrimos de ella para sacar el mejor provecho de ese amor incomparable.
Cada pequeño logro de nuestros niños nos consolida como madres, pues nos demuestra que lo estamos haciendo bien y nos motiva a esmerarnos para que todo siga saliendo bien. Aunque muchos de estos triunfos puedan darse sin intervención, la sensación de que ellos los completen es la razón que en lo adelante nos va a enorgullecer por nuestra labor.
Del mismo modo, las tareas y cuidados que dedicamos a los hijos no hace falta que se paguen y nunca nos cansan. Los trasnochos, los miedos, la rutina, los cambios de nuestro cuerpo e incluso la pérdida de identidad, son meros gajes del oficio.
Sin más llegó el día en el que te conviertes en madre
Cuando la mujer nace, viene provista fisiológicamente para ser madre; sus óvulos nacen con ella, crecen y maduran según su evolución. Desgraciadamente, no todas nacen con la capacidad natural de concebir, pero no esto no es limitante para que sean madres de algún modo.
En condiciones normales, no debería haber impedimentos para que una mujer pueda concebir cuando lo desea y también cuando no, pero no todas estamos preparadas emocionalmente para asumir este rol de improvisto.
Así, aun cuando estemos planeando tener un bebé y nos preparemos conscientemente para ser madres y llevar nuestro embarazo, nunca deja de ser un momento emocionante saber que ya el bebé viene en camino.
Algunas mujeres incluso, no terminan de planearlo y la vida les sonríe con la maternidad. En este sentido, la transformación que se ha hecho inevitable nos permite comenzar a descubrirnos y conocernos mejor.
Asumir la maternidad con el corazón abierto
La maternidad es una etapa maravillosa, que no termina pero que evoluciona. Se es madre para siempre, por eso debemos estar prestas a todos los cambios que nuestra vida va a experimentar. Aprovecha el momento y no te dejes abatir, abre tu corazón:
- Una madre obra por amor y no por obligación.
- Cuando eres madre te sonríe la vida.
- Los hijos no siempre van a ser tal como tú quieres que sean.
- Tu vida es motivada por tus hijos, pero tu persona es individual.
- Si los amas déjalos volar.
- Se los oídos, el abrazo, el consejo y la alegría de tus hijos.
- Siéntete orgullosa de lo que has formado, pero deja que el mundo los disfrute.
- No te juzgues, ¡No hace falta!.
- Que te recuerden con admiración y no con temor.
- Una madre siempre sabe, pero escuchar no está de más.
Nos podemos encontrar con que para una madre es más sencillo hablar sobre sus hijos y llenarse de amor cuando se trata de algo suyo, pero no se oye con frecuencia que los hijos expresen su amor a la madre.
No por esto debes pensar que el amor no es mutuo, piensa en toda la confianza que te han brindado, te confiaron su vida, su alimentación, su sueño, sus primeros pasos, sus miedos y te demostraron que te necesitan profundamente. Quien más te quiere, te dice mamá y reconoce tu voz y tu olor aunque el tiempo pase.