La crisis de sueño de los 2 años

La crisis de sueño de los 2 años

La crisis de sueño de los 2 años es una fase desafiante para muchos padres. En esta etapa, los niños están creciendo tanto física como emocionalmente, y eso puede derivar en noches difíciles. Si antes tu pequeño dormía sin problemas, pero ahora se despierta varias veces en la noche o la hora de dormir se ha convertido en una lucha diaria, no estás solo.

De hecho, estudios sugieren que entre el 20 % y el 30 % de los niños experimentan despertares nocturnos frecuentes y dificultades para dormir durante los primeros dos años de vida. Esta regresión del sueño es una parte normal del desarrollo y, aunque puede ser frustrante, es temporal. Puedes afrontarla con el ofrecimiento de un ambiente relajante y seguridad emocional, así como la introducción de un objeto de apego.

En este artículo, te explicaremos por qué ocurre la crisis de sueño de los 2 años, cuánto tiempo puede durar y, lo más importante, te presentamos las herramientas útiles para superarla sin lágrimas. ¡Sigue leyendo para descubrir cómo lograr noches más tranquilas para ti y tu pequeño!

¿Qué es la regresión del sueño?

La regresión del sueño a los 2 años es un período temporal en el que los patrones de sueño de tu hijo, que antes dormía sin problemas, se ven alterados. Esto puede manifestarse con despertares nocturnos, dificultad para conciliar el sueño o madrugones inesperados. Aunque puede parecer que ocurre de la nada, está directamente relacionado con el desarrollo físico, emocional y cognitivo que los niños experimentan en esta etapa.

A los 2 años, los pequeños están ganando más independencia y conciencia de su entorno, lo que puede generar ansiedad a la hora de quedarse solos en su habitación. Además, este aumento en su capacidad cognitiva puede llevar a pesadillas más frecuentes y mayor resistencia al sueño. En esta fase, es común que los niños también pasen de dos siestas diurnas a una sola, que suele durar entre una hora y media y dos horas y media. En total, deberían dormir entre 11 y 14 horas diarias.

La duración de esta crisis varía de un niño a otro, pero, por lo general, puede durar entre 2 y 6 semanas. En algunos casos, puede ser más corta si el pequeño ya tiene una buena rutina de sueño establecida, pero en otros puede extenderse un poco más si los factores que la provocan persisten.

Aunque puede ser una fase frustrante para ti, es importante que recuerdes que este período es completamente normal y temporal. Si bien los problemas de sueño de los bebés se reconocen como un problema de salud importante en todo el mundo, contar con las herramientas adecuadas te permitirá ayudar a tu pequeño a volver a su rutina de sueño sin mayor complicación.

¿A qué se debe esta crisis?

Ahora que hemos explorado lo que es la crisis de sueño de los 2 años, es importante entender por qué sucede. Esta etapa del desarrollo está marcada por varios cambios clave en la vida de tu pequeño, que afectan tanto su comportamiento como sus patrones de sueño. A continuación, te explicamos las principales causas detrás de esta fase, para que puedas abordarla con mayor conocimiento y tranquilidad.

1. Hitos del desarrollo

A los 2 años, los niños experimentan un rápido desarrollo en sus habilidades físicas, lingüísticas y sociales. Este crecimiento puede hacer que la hora de acostarse sea más difícil y aumentar los despertares nocturnos. Todo el aprendizaje diario, a menudo, interfiere con su capacidad para dormir bien por la noche.

2. Ansiedad por separación

La ansiedad por separación es común en esta etapa. Tu hijo puede empezar a sentir más apego hacia ti, lo que lo lleva a querer pasar más tiempo contigo antes de dormir. Esto puede manifestarse en una resistencia a irse a la cama o en despertares nocturnos buscando consuelo.

3. Trastornos de comunicación

A los 2 años, los niños suelen estar en pleno proceso de expansión de su vocabulario. Sin embargo, cuando existe algún trastorno de comunicación, es posible que esto afecte también su sueño. Los patrones de sueño están ligados a las habilidades comunicativas, ya que la frustración que sienten al no poder expresar claramente lo que desean puede aumentar su irritabilidad y generar dificultades a la hora de dormir. Es importante tener en cuenta que el sueño, como parte crucial del desarrollo, no debe ser pasado por alto en el tratamiento de los problemas de comunicación.

4. Asimilación de la independencia

Según la Clínica Mayo, entre los 2 y 3 años, los niños suelen pasar de la cuna a la cama, lo que puede desencadenar problemas de sueño. Con una cama, ganan libertad para moverse y explorar, lo que puede interrumpir su rutina de descanso. Además, si aún no han aprendido a dormir de manera independiente, esta libertad puede intensificar las dificultades para conciliar el sueño, al no contar con la contención física que brindaba la cuna.

5. Miedo

Los niños de esta edad están comenzando a comprender el mundo de manera más compleja. Aumenta su capacidad de razonamiento y empiezan a conectar ideas, lo que puede llevar a que se sientan más ansiosos o preocupados durante la noche.

A los 2 años, los niños desarrollan una imaginación vívida, lo que puede generar miedos a la oscuridad o criaturas imaginarias, dificultando que se sientan seguros y cómodos a la hora de dormir.

6. Modificaciones en el horario de la siesta

Cerca de los 2 años, algunos niños comienzan a dejar de hacer la siesta, ya que su vida diaria se vuelve más activa con salidas familiares y juegos que ocupan gran parte del día. Esto puede dificultar mantener una siesta diaria al mediodía de forma constante. Sin embargo, estos cambios suelen impactar la rutina de la tarde.

Si tu hijo ha dejado de tomar siestas, ha reducido las horas de descanso diurno o se resiste a dormir durante el día, esto puede influir también en la calidad de su sueño nocturno.

7. Estar demasiado cansado

A diferencia de los adultos, que suelen agradecer la hora de dormir cuando están muy cansados, los niños suelen reaccionar de manera opuesta. Si tu hijo comienza a posponer constantemente la hora de acostarse, es posible que se ponga inquieto debido al cansancio extremo. Esto puede dificultarle relajarse lo suficiente como para quedarse dormido fácilmente.

Señales de que tu hijo está pasando por una regresión de sueño

Reconocer si tu hijo está atravesando una regresión de sueño puede ser clave para ayudarlo a superar esta etapa de forma más efectiva. A continuación, te presentamos algunas señales comunes que indican que tu pequeño está experimentando esta fase:

  • Despertares nocturnos frecuentes: si tu hijo, que solía dormir bien, comienza a levantarse varias veces durante la noche, sin razón aparente, esta es una de las señales más claras de una regresión de sueño.
  • Dificultad para conciliar el sueño: tu hijo puede tardar mucho más en quedarse dormido de lo normal, mostrando resistencia a acostarse o necesitando más tiempo de lo habitual para relajarse antes de dormir.
  • Llanto o irritabilidad al dormir: durante la regresión, los niños pueden llorar o mostrar mayor irritabilidad al momento de irse a la cama, debido a su incapacidad para calmarse o porque sienten ansiedad al estar solos.
  • Siestas irregulares o más cortas: estos períodos de descanso, que antes eran predecibles, pueden volverse inestables. Tu hijo podría resistirse a dormir durante el día o tener siestas mucho más cortas de lo habitual.
  • Despertarse demasiado temprano: los madrugones imprevistos, donde tu hijo se despierta mucho antes de lo esperado, también pueden ser un indicio de que está fase.
  • Cambios en el comportamiento diurno: el cansancio acumulado por la falta de un sueño adecuado puede reflejarse en mayor irritabilidad, rabietas o dificultad para concentrarse durante el día.
Si notas uno o varios de estos comportamientos en tu hijo, ten presente que es una fase temporal y, con las estrategias adecuadas, tu pequeño podrá volver a dormir bien.

Estrategias para afrontar la crisis de sueño de los 2 años

Aunque puede ser una etapa desafiante, hay varias estrategias que puedes implementar para ayudar a tu hijo a dormir mejor durante este período. Aquí te ofrecemos algunas herramientas útiles para mejorar el sueño de tu pequeño:

1. Mantén una rutina constante

La constancia es fundamental para crear un ambiente seguro que ayude a tu hijo a relajarse antes de dormir. Establece una rutina nocturna que sea predecible y reconfortante. Actividades como tomar un baño tibio, leer un cuento o escuchar música suave pueden convertirse en señales claras de que se acerca la hora de acostarse.

Es esencial que esta rutina se mantenga todos los días a la misma hora, incluso los fines de semana, para que tu hijo asocie esas actividades con el descanso. Mantener una secuencia repetitiva y calmada no solo facilita la transición a la cama, sino que también reduce la ansiedad que puede generar la hora de dormir.

Además de crear una sensación de seguridad, una rutina a la hora de dormir fomenta la regulación emocional y conductual, así como el vínculo afectivo entre padres e hijos.

2. Ofrece un ambiente relajante

El entorno en el que duerme tu hijo juega un papel crucial en la calidad de su sueño. Asegúrate de que su habitación sea un lugar tranquilo y oscuro, con una temperatura fresca, que favorezca la relajación. Si tu hijo tiene miedo a la oscuridad, una luz nocturna tenue puede ser una solución reconfortante. Además, utilizar una máquina de ruido blanco puede ayudar a bloquear ruidos externos que interrumpan el sueño, creando una atmósfera relajante.

3. Establece límites

A medida que los niños ganan independencia, pueden resistirse más a irse a la cama. Es importante establecer límites suaves, pero firmes, que los guíen sin generar frustración. Por ejemplo, si tu hijo pide más cuentos o quiere prolongar la rutina, puedes decidir con antelación cuántas historias leer y mantener esa regla con constancia.

Sin embargo, es importante equilibrar estos límites con empatía: si el niño muestra ansiedad o miedo, no dudes en brindarle consuelo, siempre respetando los límites. Evitar que la rutina nocturna se prolongue demasiado también ayudará a que tu hijo sepa lo que esperar y facilite la transición al sueño.

4. Considera su dieta

La alimentación tiene un impacto directo en la calidad del sueño. Es recomendable evitar alimentos y bebidas con alto contenido de azúcar o cafeína antes de dormir, ya que pueden causar hiperactividad y dificultar la relajación. Puedes optar por una cena ligera, rica en frutas y verduras, en lugar de ofrecer leche.

Según un estudio publicado en Nutrients, los niños que consumen leche con mayor frecuencia a los 2 años tienen menos probabilidades de seguir una trayectoria de sueño prolongado. También es importante que la cena se sirva con suficiente antelación a la hora de acostarse, ya que una digestión pesada puede interrumpir el descanso nocturno.

5. Ofrece seguridad emocional

Durante la crisis de sueño, los niños suelen necesitar más consuelo y apoyo emocional. Si tu hijo se despierta por la noche, no dudes en acudir a su habitación para calmarlo, pero intenta hacerlo sin interrumpir demasiado su proceso de aprendizaje para dormir solo. Puedes tranquilizarlo con una voz suave, acariciarlo y recordarle que es hora de dormir, pero evita cargarlo o llevarlo a tu cama, ya que esto podría reforzar la dependencia.

Trata de brindarle la seguridad emocional que necesita desde su propio espacio. Si tiene un objeto de apego como un peluche o una manta, puedes recordarle que está ahí para acompañarlo y darle seguridad.

6. Evita cambios bruscos

La crisis de sueño de los 2 años es una etapa delicada para introducir grandes cambios en la vida de tu hijo. Si bien es natural querer avanzar hacia nuevas etapas de independencia, como pasar de la cuna a la cama o dejar el pañal por la noche, es recomendable esperar hasta que la regresión de sueño haya pasado. Introducir estos cambios durante esta fase puede aumentar la ansiedad de tu hijo y agravar los problemas para dormir. Es mejor esperar a que tu hijo recupere una rutina de sueño estable antes de hacer estos ajustes, permitiendo que se sienta más seguro y confiado.

7. Limita la exposición a pantallas antes de dormir

Es crucial evitar cualquier tipo de pantalla, como teléfonos, tabletas o televisores, al menos una hora antes de la hora de acostarse. La luz azul que emiten estos dispositivos puede interferir con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, lo que dificulta que tu hijo se sienta lo suficientemente relajado como para dormir.

La exposición a pantallas se ha relacionado con retrasos en la hora de acostarse y una disminución en la calidad del sueño. En su lugar, opta por actividades más relajantes como la lectura, los juegos tranquilos o escuchar música suave, lo que facilitará la transición al descanso.

8. Introduce un objeto de apego

Si tu hijo aún no ha escogido un objeto favorito para dormir, puedes sugerirle opciones como un peluche o una manta suave. Estos objetos brindan una sensación de seguridad y confort, lo que puede ser especialmente útil durante la noche si se despierta o se siente ansioso. Tener un compañero cercano puede ayudar a calmarlo y facilitar que vuelva a dormirse sin necesidad de llamar a sus padres. Este tipo de apego proporciona una fuente constante de tranquilidad y puede convertirse en parte de su rutina nocturna, fomentando su independencia para dormir solo.

9. Uso de aceites esenciales

Si tu hijo no presenta alergias, puedes considerar el uso de aceites esenciales, como el de lavanda, en su habitación o en su almohada, ya que está comprobado que tienen un efecto calmante. El masaje con aromaterapia de lavanda ha demostrado ser eficaz para reducir los trastornos del sueño en los niños pequeños, mejorando tanto el inicio como el mantenimiento del sueño. Además, ayuda a reducir los despertares nocturnos y a facilitar una transición más suave entre las fases de sueño y vigilia, contribuyendo a un descanso más reparador.

10. Apela por el método fading

Se trata de una técnica que ayuda a los niños a ajustar su ritmo circadiano y conciliar el sueño sin depender de la presencia constante de sus padres. Es útil durante la crisis de sueño de los 2 años, cuando los niños pueden empezar a experimentar despertares nocturnos o dificultades para quedarse dormidos.

Este enfoque se basa en observar las señales de cansancio de tu hijo y ajustar de manera gradual su hora de dormir. Para comenzar, identifica el momento en que tu pequeño muestra signos de somnolencia de forma natural. Luego, acuéstalo unos 30 minutos más tarde, cuando esté somnoliento pero aún despierto. Conforme avancen las noches, adelanta la hora de dormir en incrementos de 15 minutos hasta alcanzar el horario deseado, ayudando a que tu hijo asocie la cuna como el lugar donde debe dormir.

Durante esta transición, es posible que tu hijo llore, lo cual es normal. El método fading permite calmarlo por un período breve sin sacarlo de la cama, lo que lo ayuda a aprender a dormir de forma independiente. Asegúrate de consolarlo con palabras suaves y siempre devolverlo a la cama antes de que se duerma por completo.

11. Ofrécele una infusión relajante

Una forma natural de ayudar a tu hijo a superar esta fase temporal es considerar el uso de infusiones suaves, siempre consultando antes al pediatra. Si notas que tu pequeño tiene dificultades para conciliar el sueño o muestra signos de ansiedad antes de acostarse, una opción segura es el toronjil, conocido por sus propiedades relajantes.

Esta planta medicinal puede formar parte de la rutina nocturna y contribuir a que tu hijo se sienta más calmado a la hora de dormir. Ofrecerle una pequeña cantidad de infusión tibia puede fomentar la relajación y preparar su cuerpo para el descanso. Asegúrate de que la infusión no contenga azúcares añadidos ni otros ingredientes que puedan interferir con su sueño.

Grandes cambios para cuerpos pequeños

La crisis de sueño de los 2 años es una fase temporal pero desafiante. Comprender por qué ocurre y estar preparado para afrontarla puede ayudarte a manejar esta etapa de manera más efectiva. Mantener una rutina consistente, ofrecer un entorno relajante y proporcionar seguridad emocional son algunas de las herramientas más útiles para superar esta crisis. Con paciencia y las estrategias adecuadas, tanto tú como tu hijo podrán superar este desafío y volver a disfrutar de noches de descanso reparador.

No obstante, si observas que los problemas de sueño de un niño pequeño son graves o van acompañados de síntomas, como ronquidos o respiración ruidosa, deben ponerse en contacto con su pediatra.

Bibliografía

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