Cada vez que te encuentras con un perro en la calle, cruzas de vereda. Tu hijo quiere acercarse a hacerle caricias, pero tú se lo prohíbes a los gritos: «¡No lo toques, te va a morder!». Situaciones similares se repiten dos, tres o cuatro veces y el niño ya no quiere saber nada con los canes. Ahora, prefiere tenerlos lo más lejos posible porque teme que le hagan daño.
Ocurre entonces que los menores adquieren miedos que no les son del todo propios. La buena noticia es que es posible torcer el camino y así evitar que los pequeños absorban nuestros temores.
Miedos que viajan de generación en generación
Transmitir miedos a los hijos es algo que sucede a menudo, aunque generalmente lo hacemos de manera inconsciente. Lo mismo ocurre con las creencias, los traumas o las heridas emocionales no resueltas. Sin embargo, esto no significa que las personas estén predestinadas a repetir patrones de sus antepasados. Llevar a la conciencia estos asuntos y tener la voluntad para trabajar en ellos ayuda a romper con el ciclo y crear nuevas formas de relacionarse con el mundo.
Pero hay que tener presente que un niño no puede hacerlo solo, ya que aún no cuenta con los recursos suficientes para enfrentarse a un desafío de tal complejidad. Si lo desea, lo hará cuando sea adulto. No obstante, es mejor evitar el problema que tener que resolverlo. Por eso, es importante que los padres sean cuidadosos con sus mensajes si lo que buscan es evitar transmitir sus miedos a los hijos.
Recomendaciones para evitar transmitir nuestros miedos
Todos tenemos miedos. A las arañas, a las alturas, a ir al dentista, a la soledad, al rechazo o al fracaso, entre otros. Como vemos, algunos temores son tangibles y otros más bien abstractos. Cualquiera sea el caso, las personas podemos tener mayor o menor consciencia de nuestros temores. En este sentido, tenemos que saber que los miedos no conscientes son los más susceptibles a ser transferidos a otras personas.
A continuación, compartimos contigo las principales estrategias para evitar que tus hijos se adueñen de tus miedos.
Identifica tus temores
Registrar los propios miedos es imprescindible para no propagarlos a otros. Hacerse cargo de ellos hace menos probable su transmisión. En este sentido, puedes reconocerlos a través de un trabajo de introspección. Para ello, hazte preguntas profundas y asume una actitud activa con lo que ocurre a tu alrededor.
Es cierto que hacerse consciente de lo que a uno le asusta puede implicar un proceso profundo y complejo. Para lograrlo, puedes seguir estas pautas:
- Atiende tus emociones: a menudo, el miedo se manifiesta a través de la sensación de nerviosismo, ansiedad e inseguridad.
- Observa tus pensamientos: los pensamientos que surgen en situaciones desafiantes o estresantes pueden indicar los miedos subyacentes.
- Haz una lista de tus miedos: tómate un momento para pensar a conciencia sobre los objetos, los escenarios o las ideas que te generan temor.
Hazle frente a tus miedos
Una vez que hayas aceptado tus temores, permítete indagar sobre su origen. Comprender la naturaleza de tus miedos y saber cómo te afectan te ayudará a manejarlos de una manera más efectiva. Para evitar que tus niños hereden tus miedos, es esencial trabajarlos. Si lo consideras necesario, puedes solicitar ayuda profesional para resolver ciertas fobias.
Asimismo, si tus hijos notan que tú te enfrentas a las situaciones difíciles con valentía, es probable que sigan tu ejemplo. Recuerda que eres su principal modelo a seguir. En contraposición de lo que muchos creen, mostrarse vulnerable frente a los hijos es bueno.
Cuida tus palabras y tus actos
Es cierto que en el mundo casi todo representa un potencial peligro. El simple hecho de existir nos expone constantemente al riesgo. Por lo tanto, es comprensible que reaccionemos inconsciente o impulsivamente cuando creemos que nuestros hijos están al borde del peligro.
Es entonces cuando resolvemos sus problemas por ellos o intentamos evitar el daño de forma abrupta y exorbitada: «¡Bájate de ahí, es muy peligroso!». Una alternativa más saludable, es fomentar su independencia, dotarlos de estrategias de afrontamiento y procurar mantener la calma frente a una situación que podría ser perjudicial para ellos.
Tú y tu hijo son personas diferentes
En definitiva, se trata de comprender que tus miedos son tuyos y que no deben limitar la vida de tu niño. Es cierto que esos temores pueden ayudar a tomar recaudos para proteger a tu hijo, pero es fundamental que te bases en hechos objetivos y que asumas una postura calma y flexible.
Por ejemplo, el hecho de que a ti te aterroricen los animales, no debe ser impedimento para que tu hijo visite reservas y parques naturales. En un caso así, puedes optar por no acompañarlo en estos paseos y permitirle que vaya con otro adulto de su confianza. También, puedes conversar con él acerca del cuidado que se debe tener. Entonces, es válido que tú le tengas miedo a los animales, pero esto no debería transformarse en una prohibición para él.
Bibliografía
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- Paniagua, M. A. T., & Mendoza, N. P. V. (2011). La transmisión transgeneracional del psiquismo. Uaricha, Revista de Psicología, 8(16), 45-52.
- Rodríguez Ascate, J. (2019). Consecuencias de la sobreprotección en los niños de preescolar.