Un niño revoltoso es un niño feliz

Como muchas madres, idealizaste la maternidad y hoy reniegas porque soñaste con tener un hijo, pero jamás te hiciste la idea de su comportamiento. Sin embargo, no hay de qué preocuparse ni lamentarse. Pues todo niño revoltoso es un pequeño feliz.

Contrariamente a la vara del cansancio con el que medimos la conducta infantil, un niño revoltoso, ruidoso o inquieto, es sinónimo de una infancia tan alegre como feliz. ¿O acaso nunca te han dicho que debes sentirte dichosa de la energía y las ocurrencias de tu hijo porque implica tener un hijo totalmente sano?

“Ese nene no se queda quieto”, escuchas que la gente repite una y otra vez. Por fortuna, esto es absolutamente normal. El error consiste en la absurda pretensión de que un menor se comporte de la misma manera que un adulto. El niño mediante eso que tanto molesta a los grandes, conoce el mundo que lo rodea.

Un niño revoltoso es un niño que aprende explorando

Un niño revoltoso, además de ser libre y feliz, es un niño que se encuentra en pleno proceso de aprendizaje. A través de esas exploraciones y aventuras infantiles, el infante descubre objetos, texturas, reacciones. Por esto mismo, no es conveniente coartar estas lecciones que le da la vida misma.

Niño revoltoso pero feliz

Será elemental entonces no olvidar en qué consiste la infancia y la importancia de esta etapa, sin duda, uno de los estadíos más plásticos de la personalidad de todo ser. Así, quienes emprendieron esta sacrificada pero bella misión de la maternidad o paternidad deberán optar por la empatía.

¿Qué mejor que conectar con aquellos maravillosos años que han marcado nuestras vidas, dejando además un legado signado por aquellas travesuras hoy devenidas sin más en los mejores recuerdos y anécdotas que recordamos con nuestra mejor sonrisa?

Necesariamente tu bebé llorará, reirá y gritará. Pues su manera de comunicarse contigo y de expresar lo que siente, así como de manifestar alguna necesidad o molestia. No te angusties, lo estás haciendo bien a pesar de no haber venido al mundo con un manual para ser mamá.

Del mismo modo, tu pequeño tenderá a saltar, correr, cantar y preguntar con insistencia. Es parte de su juego, siendo que lo lúdico de la infancia trasciende la mera diversión y entretenimiento, sino que además reviste enseñanzas y aprendizajes.

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Un niño revoltoso es un niño pleno

El niño revoltoso es un nene pleno, feliz. Como bien lo sabes, los pequeños desean tocar todo, sentirlo, incluso en ocasiones chupar. Consiste en su mejor forma de aprender y experimentar. Es a través de este mecanismo como el menor además se sentirá libre, capaz y realizado.

Si lo obligas a guardar silencio o a mantenerse quieto como estatua, forjas una personalidad tan retraída e introvertida como temerosa y dubitativa. Estos pequeños no se atreverán a explorar sea por temor o culpa, generando así cierta dependencia para con los progenitores, hiriendo de muerte su autonomía.

Todo eso no puede dar otro resultado que una baja autoestima, una carga muy pesada de soportar para cualquier niño. Una cicatriz que llevará impresa en su piel hasta la edad adulta y que, incluso a futuro, implicará que la persona lidie con ella en todos los ámbitos de su vida.

Contrariamente a lo que suele afirmarse, el llanto debe atenderse. El deseo de jugar del niño, se cumple. Por supuesto, siempre con la atención, protección y supervisión de un adulto para evitar todo tipo de daño o peligro. Pero, sea como fuere, como padres debemos fomentar la exploración y curiosidad infantil.

Es justamente esa libertad, ese placer que despierta el poder jugar y sacar todo lo que tiene adentro, esa interacción con su medio lo que torna muy felices a los niños. Sí, mal que les pese a muchos, la infancia es ruidosa por naturaleza y definición.

Por esto mismo, ser feliz a esas edades conlleva ser un niño revoltoso, inquieto, curioso, lanzado. Ya habrá mucho tiempo para que, cuando crezcan, permanezcan callados o se queden quietos sin molestar a nadie. Pero el hoy y ahora de tu hijo es la acción, una acción a su medida que debemos aceptar, respetar y fomentar.

Bibliografía

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  • Corkille Briggs, D. (1994). El niño feliz. Su clave psicológica, 25.
  • Biddulph, S. (1996). El secreto del niño feliz: una guía imprescindible para padres y educadores. Edaf.
  • Hogg, T. (2005). El secreto de educar niños felices y seguros. Editorial Norma.
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