Se los conoce como generación de cristal, de forma peyorativa, para hacer alusión a una supuesta fragilidad.
Se habla de ellos como una generación sobreprotegida y malcriada. ¿Cuánto de esto es cierto y cuánto responde a los prejuicios? Vemos de qué se trata.
¿Quiénes conforman la generación de cristal?
En primer lugar, empecemos por definir el grupo etario incluido en esta clasificación. Según la filósofa Monserrat Nebrera, se considera que las personas nacidas después del año 2000, que actualmente transitan la adolescencia y la juventud, conforman la generación de cristal.
¿Por qué se los llama así? Porque se pone el foco en la idea de fragilidad y en la intolerancia a la frustración que muchos de ellos tienen. Esto se le atribuye al continuo consentimiento de parte de sus progenitores (pertenecientes a la generación X), que al haber vivido con ciertas carencias, buscaron revertir la situación con el movimiento contrario: le dieron todo a sus hijos.
¿Cuáles son las características asociadas a la generación de cristal?
- Dependencia de la opinión ajena.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Gran sensibilidad a la crítica y alto nivel de inseguridad.
- Buen manejo de la tecnología: son nativos digitales.
- Compromiso con las causas sociales y ambientales.
- Mayor conciencia de la importancia de la inteligencia emocional y de la salud mental que sus predecesores.
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Revisemos algunas ideas sobre la generación de cristal
Más que ideas, se trata de revisar algunos preconceptos. Veámoslos a continuación.
1. “Porque en mi época, las cosas se resolvían de otro modo”, “mi papá me miraba y con eso era suficiente”
Quizás, esta es una de las frases que más contrapunto hace cuando se habla de la generación de cristal: lo que sucedía antes versus lo que sucede ahora.
Convengamos que es lógico que las cosas cambien, porque también lo hace el contexto. El inconveniente está cuando se intenta leer el presente con el foco del pasado, solo porque antes las cosas eran distintas.
De esta manera, las teorías con que interpretábamos el mundo y hasta ese mismo mundo quedan obsoletos.
Habitualmente, los adultos marcamos como “naturales” ciertas prácticas del pasado, pues con esto intentamos volver al terreno de lo conocido. Y así es como buscamos demostrar lo indemostrable: que una generación es mejor que la otra.
Entonces, debemos habilitar la siguiente pregunta: ¿son nuestros jóvenes de cristal o es que los mayores naturalizamos la rigidez, la imposibilidad de elegir y avalamos ciertas formas de maltrato y de obediencia ciega?
2. ¿Son frágiles o más sensibles?
Se acusa a los jóvenes de esta generación de ser frágiles. Ahora bien, ¿acaso la fragilidad no es un rasgo propio del ser humano?
Lo que realmente sucede es que, en algunos aspectos, son más vulnerables que los mayores. Por ejemplo, son más sensibles a la mirada del otro, a la aprobación ajena en las redes (porque se criaron en ella) y se retroalimentan con sus publicaciones y con los likes que reciben.
Sin embargo, no tienen reparo en luchar por aquellas situaciones que consideran injustas. No dudan en implicarse en causas sociales importantes, como la equidad de género, el cambio climático o la protección de los animales.
Tampoco sienten vergüenza por mostrar sus sentimientos ni por reconocer o hablar de sus emociones. Lejos de volverlos frágiles, esto los hace más fuertes y responsables.
Finalmente, se los acusa de ser hipersensibles e intolerantes a la crítica, pero no son ellos quienes se escandalizan cuando ven a dos varones besarse. Además, no se quejan de la crítica en sí misma, sino del modo en el que es realizada. Después de todo, ¿a quién le gusta ser criticado?
Consejos para acompañar a la generación de cristal
A continuación, te vamos a brindar algunas recomendaciones para acompañar la educación de los jóvenes de la generación de cristal:
- Acepta que tus hijos e hijas van a sufrir. Equivocarse es una parte ineludible de la vida y nos ayuda a crecer siempre. Sin embargo, es posible contenerlos, sostenerlos y darles recursos para que afronten mejor ese momento de malestar.
- Trabaja la gestión de las emociones en el hogar. Se trata de ayudarles a reconocer todo el universo emocional que existe, no solo aquellas que son “positivas”, como la alegría. El miedo y la ira también tienen algo para enseñarnos.
- Señala y haz cumplir los límites. Criarlos bajo un paradigma de mayor respeto y afecto no implica la ausencia total de límites. Por el contrario, estas pautas son saludables y necesarias para poder reconocer el peligro, defender sus propios derechos y también, para aprender a respetar los ajenos.
- Revisa tus propios prejuicios al respecto.
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Todos podemos aprender de los otros
Ahora bien, vale la pena reconocer que todos podemos enseñar y aprender de otras personas, sin importar su edad. No es necesario vanagloriarse de haber recibido una educación autoritaria.
Haber procurado brindar una crianza más respetuosa y afectuosa no vuelve a nuestros hijos más frágiles ni tampoco implica que los adultos no sepamos poner límites. Escuchar a los chicos reclamar por una situación injusta no los vuelve intolerantes a la frustración. Todas las situaciones tiene un poco de todo y es así como podemos aprender de los diferentes roles que ocupamos.
Además, no se trata de que haya una sola respuesta correcta e incluso, es posible que ni siquiera exista una. Por el contrario, se trata de pensar en aquellas visiones positivas que ofrece cada generación y cada momento histórico. Así mismo, de buscar la manera para afrontar aquellos aspectos que generan inconvenientes.
Por último, es necesario abandonar los estereotipos y las etiquetas, porque solo nos llevan a manejarnos con prejuicios. Hablamos de estos jóvenes como si fueran incapaces y nos olvidamos de todo aquello de lo que se desprendieron para ser más libres y felices que sus mayores.
Bibliografía
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