Cuando los niños practican deporte, pueden aprender y poner en práctica valores que permanecerán con ellos por el resto de sus vidas. Uno de estos valores es la deportividad o espíritu deportivo, que va mucho más allá de la práctica deportiva en sí misma.
Además, fomentar la deportividad también favorece que niños y jóvenes practiquen deporte durante más tiempo, con todos los beneficios que eso implica. En este sentido, un estudio ha sugerido que hacer esfuerzos para promover el espíritu deportivo y equilibrar los niveles de habilidad de los equipos pueden ser componentes críticos para la diversión y, por lo tanto, la participación continua.
Algunas ideas para fomentar la deportividad en los niños
La deportividad o espíritu deportivo se puede inculcar en los niños favoreciendo ciertas actitudes como las que presentamos a continuación:
- Si pierdes, no pongas excusas, no busques culpables.
- Si ganas, no te regodees.
- Aprende de los errores y vuelve a jugar.
- Hazlo siempre lo mejor que puedas.
- Si alguien comete un error, no lo critiques. En lugar de eso, anímalo.
- Respeta a tus compañeros de equipo, respeta a los contrincantes, respeta al árbitro, respeta las normas y respétate a ti mismo.
Consejos para enseñar deportividad a los niños
La deportividad incluye seguir ciertas pautas de buen comportamiento. En este sentido, algunas de las estrategias que se pueden seguir para enseñar deportividad a los niños pueden ser las siguientes:
Seguir las reglas del juego
Lo que hace divertido un juego es, precisamente, seguir las reglas. Puede que hacer trampa o saltarse las reglas parezca divertido en un primer momento, pero, a la larga, esto resulta ser un elemento desmotivador.
Las reglas se crearon para establecer un marco de juego sobre el cual valorar los resultados. Solo entendiendo y aplicando las reglas los niños podrán mejorar, especialmente desde el punto de vista táctico y estratégico. Y, de ese modo, encontrar interesante el juego incluso cuando pierden, ya que les supone un desafío que tienen que superar, tanto a nivel físico como en el plano intelectual.
Jugar limpio para enseñar la importancia de la deportividad
Además de respetar las reglas, es importante que los niños entiendan la importancia de jugar limpio. No se trata solo de no hacer trampas, sino de evitar buscar el límite de las reglas o de abusar de ciertas actitudes que, aun estando permitidas, no resultan agradables. El juego limpio genera confianza y diversión y favorece el desarrollo de todos los valores que giran en torno a la práctica deportiva.
No buscar culpables
Cuando algo falla en el deporte es muy tentador buscar culpables. Pero esto no lleva a ninguna parte, sino que favorece discusiones inútiles y resta concentración. En su lugar, es importante enseñar a los niños a asumir su propia responsabilidad cuando actúan y no perder tiempo y energía culpando a otros.
Seguir las instrucciones del entrenador y respetar a los árbitros
Respetar a la autoridad es algo directamente ligado al deporte. Pero también es una actitud que hay que desarrollar para la vida. Independientemente de que los niños estén o no de acuerdo con algo, tienen que aprender a respetar a la autoridad. Existen muchas formas de expresar el desacuerdo, pero la rebeldía no debe ser la primera opción para expresar una opinión distinta.
Respetar a los oponentes
El oponente no es el enemigo, sino el compañero con el que uno se mide y, sobre todo, con el que uno puede jugar. Sin oponente no hay juego ni competición. Los niños tienen que aprender que competir no es una guerra, sino una oportunidad de divertirse y mejorar.
Respetar al oponente implica aceptar su triunfo, así como no regodearse en el caso de que pierda. Solo es un juego. Hay nuevas oportunidades para perder y para ganar. Solo desde el respeto se podrá disfrutar de esta experiencia.
Animar a los propios compañeros de equipo
Es muy triste ver cómo, en muchas ocasiones, los deportistas se miden con sus propios compañeros y los consideran rivales. En su lugar, es importante que los niños aprendan a entender su papel en el equipo y su valor a la hora jugar, ayudando y apoyando a sus compañeros. No importa quién marque el tanto, sino cómo todos los miembros del equipo trabajan para lograrlo.
Enfadarse con el que ha fallado, intentar demostrar que se podría haber hecho mejor o intentar que otro falle para poder destacar no lleva a ninguna parte.
Terminar el partido con un apretón de manos
Durante un partido pueden pasar muchas cosas. Finalizar con un apretón de manos es una forma de reconocer el esfuerzo del oponente y de agradecer la experiencia, independientemente de quién haya ganada o perdido. Es una manera de dejar volar las posibles emociones negativas que puedan haber surgido.
En definitiva, la deportividad y el espíritu deportivo establecen las bases del trabajo en equipo en otras áreas de la vida, tanto en el ocio como en los estudios y, más adelante, en la vida social y laboral. Saber perder, saber ganar y entender el papel que cada uno tiene para llevar al grupo a buen puerto son habilidades importantes que no siempre son fáciles de aprender. El deporte es una vía perfecta para desarrollarlas desde la infancia.
Bibliografía
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