Cómo aprende el niño a masticar

Te contamos cómo aprende el niño a masticar y qué pueden hacer los adultos para que sea más fácil la incorporación de comidas sólidas en la dieta.
Cómo aprende el niño a masticar
Vanesa Evangelina Buffa

Escrito y verificado por la odontóloga Vanesa Evangelina Buffa.

Última actualización: 30 julio, 2022

Cuando el niño aprende a masticar, es un momento de aprendizaje y exploración. Hay cambios en la manera de alimentarse que los adultos deben acompañar y supervisar.

La incorporación de alimentos sólidos en la dieta de los bebés puede significar un proceso difícil para algunos pequeños. Pasar de la leche líquida y los purés a alimentos más duros, con otras texturas y sabores, supone una adaptación que se debe manejar con mucha paciencia.

La introducción de alimentos sólidos se debe hacer de manera gradual y progresiva para que el pequeño poco a poco se vaya acostumbrando a esta nueva manera de comer. ¡Sigue leyendo para enterarte de cómo aprende el niño a masticar y cómo pueden los adultos hacer más fácil esta etapa!

¿Cómo se desarrolla la masticación?

La masticación es una de las fases de la alimentación que sigue a la elección y la captación del alimento. Luego, continúa la deglución, la digestión y la excreción, que completan el ciclo.

Se puede creer que el niño aprende a masticar de manera espontánea y automática. Pero, en realidad, alimentarse con sólidos es un proceso de aprendizaje en el que los adultos tienen un rol muy importante.

La elección del alimento, su captación y recepción se adquieren por procesos sensitivos y de memoria. La masticación también se asimila a través de las experiencias que producen los alimentos que se le ofrecen al pequeño y de la observación de los adultos que lo rodean. Es importante que los padres tengan en cuenta este aspecto: los niños aprenden a masticar teniendo adultos cerca a quien imitar.

Los alimentos no triturados deben introducirse poco a poco, así el niño aprende a masticar.

En la masticación participan los elementos dentarios, los maxilares, los labios, las mejillas, la lengua, el paladar y la articulación temporomandibular. Los músculos de la masticación son los encargados de dar movilidad a toda esta zona, permitiendo el cierre y la apertura de la mandíbula.

¿Cuándo aprende el niño a masticar?

Después de los seis meses de edad comienza la etapa de incorporación de alimentos blandos en el bebé. La introducción gradual de algunos sólidos ayuda a ejercitar y fortalecer las estructuras que permiten que el niño aprenda a masticar.

“Durante los seis primeros meses de vida se debe alimentar al lactante exclusivamente con leche materna, para que su crecimiento, desarrollo y salud sean óptimos. Pasados esos seis meses deben introducirse alimentos complementarios adecuados e inocuos, combinados con la lactancia materna hasta los dos años como mínimo”.

-Organización Mundial de la Salud (OMS)-

Lo ideal es ofrecer pequeños trocitos de comida blanda y semisólida entre los seis meses y el año, para empezar con los alimentos no triturados a partir del primer cumpleaños. La salida de los dientes de leche puede ser un buen momento para ofrecer nuevas texturas que, además, aliviarán las encías dolorosas del bebé.

Los adultos siempre deben supervisar estos momentos de ingesta de alimentos para evitar cualquier accidente. Si además participan de la comida, como ya mencionamos, ayudan a que el pequeño pueda imitar los movimientos y se sienta motivado a comer como los mayores.

Siempre será el pediatra quien mejor asesore a los padres en la manera de ofrecer los alimentos a los pequeños. Es importante despejar con el profesional todas las dudas sobre los distintos métodos de alimentación para elegir el más adecuado para cada niño.

Importancia de la masticación en el niño

Si el niño aprende a masticar, no solo se evita que se atragante con los alimentos. También se obtienen otros beneficios importantes para su correcto crecimiento:

  • Promueve el desarrollo de los huesos y músculos de la cara.
  • Protege la boca: incorporar alimentos con nuevas texturas ayuda a la autolimpieza de las piezas dentarias. Los alimentos blandos como las papillas y la leche tienen más adherencia a los dientes, lo que aumenta el riesgo de caries.
  • Favorece el proceso digestivo: estimula la secreción de saliva, se facilita la absorción de nutrientes, aumenta la sensación de saciedad y disminuye la gastritis y el reflujo.
  • Disminuye el nivel de estrés y ansiedad en los pequeños.

¿Hace falta enseñar al niño a masticar?

Como ya mencionamos, el niño aprende a masticar de manera progresiva, no de un día para el otro. El proceso de incorporación de alimentos sólidos se debe dar de manera gradual. Es la práctica lo que enseña a los pequeños a masticar.

Ofrecer trozos más grandes y texturas más complejas a medida que se van incorporando nuevas comidas es lo ideal. Aplastar los alimentos con el tenedor en vez de batirlos es una buena manera de ayudar a que los pequeños se encuentren con pedacitos de comida para masticar en sus purés, por ejemplo.

Es importante seguir una evolución en los tipos de alimentos que se les ofrece; desde texturas blandas al principio para pasar a semisólidas, sólidas y más duras después. Esto estimulará los distintos receptores sensitivos que hay en la boca, fortaleciendo los músculos y ejercitando los movimientos para adquirir la nueva habilidad.

Si los padres consideran que hay algún problema con la alimentación de su pequeño y no aprende el niño a masticar, lo mejor es consultar al pediatra y despejar las dudas. Pueden existir alteraciones estructurales, funcionales o incluso costumbres familiares que dificulten la correcta masticación.

En algunos casos la derivación a un logopeda puede ser necesaria. Este especialista podrá evaluar e intervenir en las funciones masticatorias para favorecer su práctica de manera correcta.

Bebé comiendo solo con cuchara une dieta con gluten.

Algunos consejos para favorecer una correcta masticación

Como ya mencionamos, ofrecer diferentes texturas al niño de manera progresiva le ayuda a aprender a masticar. Además, hay algunas prácticas que pueden favorecer el proceso:

  • Quitar las distracciones: evitar la televisión a la hora de la comida. Aprovechar ese momento para compartir en familia y estar atentos a la alimentación del pequeño.
  • Introducir alimentos nuevos: dar a probar sabores y texturas diferentes cada semana puede resultar atractivo para el niño. Será el pediatra quien oriente cómo y qué alimentos integrar.
  • Dar al niño lo mismo que comen los demás: a menos que se trate de un alimento muy duro o peligroso, darle la misma comida que comen todos lo alentará a masticar.
  • Comer con el pequeño: sentarlo a la mesa con los adultos favorece su ejercitación. Mover la boca de manera exagerada cuando se mastica le ayudará a imitar el movimiento.
  • Dejarlo comer solo: practicar sus habilidades lo hará sentir más autónomo y lo motivará a seguir practicando. Comer con sus manos le permite explorar los alimentos y mejorar su motricidad y coordinación.
  • Ser pacientes: como toda etapa de aprendizaje, requiere tiempo, constancia, paciencia y comprensión. Se deben evitar los momentos de tensión, las imposiciones y las comparaciones. Y si el niño se niega a comer sólidos, no se debe insistir. Quizá todavía no es su momento. Se puede probar unas semanas más adelante.
  • Evitar alimentos peligrosos: no se le deben dar al niño comidas que, por su dureza o tamaño, puedan provocarle atragantamientos. Además, se deben evitar las comidas ultraprocesadas y el agregado de sal y azúcar.

La curiosidad será lo que más incentive al niño a aprender a masticar. Hay que recordar que cada pequeño tiene sus tiempos de aprendizaje y respetar su proceso con amor será lo que más lo ayude.


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