Mi hijo tiene miedo a las abejas ¿qué hago?

El miedo a los insectos es un temor común en la infancia, especialmente en torno a los 2 años de edad. Durante los primeros años de vida es normal que los pequeños se sientan amenazados por criaturas que desconocen, pues todavía no saben hasta qué punto les pueden hacer daño. Así, por ejemplo, muchos niños desarrollan miedo a las abejas.

¿Es el caso de tu hijo? ¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo puedes ayudarle? A lo largo de las siguientes líneas damos respuesta a todas estas preguntas.

Pero antes de abarcar dicho tema tenemos que aclarar que en la primera infancia el miedo es una emoción que aparece con frecuencia, ya que a estas edades los niños se dedican a explorar el mundo que les rodea y los peligros que se pueden encontrar en él. Por tanto, en estos casos el miedo cumple un papel evolutivo y adaptativo.

Mi hijo tiene miedo a las abejas, ¿qué hago?

El miedo a las abejas suele darse en algunos niños tras haber sido picados por una o varias abejas, avispas o abejorros, o por haber observado cómo esto le ocurría a otra persona. Obviamente, pueden existir otros motivos que lleven a desarrollar dicho temor, pero estos son los más comunes.

Independientemente de la causa, si tu hijo tiene miedo a las abejas, debes mostrar compresión ante la situación y actuar como su principal fuente de apoyo. Para ello, debes armarte de paciencia, pues se tratará de un proceso largo, en el que tanto tu hijo como tú tendréis que hacer ciertos esfuerzos.

¿Quieres saber qué más puede hacer para ayudar a tu hijo a afrontar el miedo a las abejas? A continuación, te mostramos una lista con algunos consejos.

No evites los lugares en los que pueda haber abejas

Un error muy común es alejar a los niños de aquello a lo que temen. De esta forma, los pequeños aprenden a no enfrentarse a sus miedos, lo que hace que nunca puedan superarlos.

Por tanto, si estás junto a tu hijo y se acerca a vosotros una abeja, no escapéis inmediatamente del lugar y, por supuesto, no evitéis sitios en los que puedan estar presentes estos insectos, tales como bosques, zonas de campo, etc.

No pierdas la calma

¡Que no cunda en pánico! Ante todo, actúa con normalidad y tranquilidad. No dejes que los llantos o los gritos de tu hijo te hagan perder la calma. Recuerda que tú eres su principal fuente de apoyo y, como tal, debes dar ejemplo. Si tu niño ve que tú no reaccionas con miedo ante la situación, él entenderá que las abejas no son tan peligrosas como cree.

Pide ayuda a un especialista para tratar el miedo a las abejas

Cuando el miedo que tu hijo siente ante las abejas se presenta de forma extrema, descontrolada e incapacitante, ya no estaríamos hablando de un simple miedo evolutivo que acaba pasando con el tiempo, sino de una patología psicológica llamada apifobia.

En este caso, te recomendamos que acudas a un profesional de la psicología, especializado en el tratamiento de fobias infantiles, para que ayude a tu hijo gestionar, controlar y superar este temor irracional.

¿Qué es la apifobia?

Apifobia es el término que se utiliza para describir un tipo de fobia específica consistente en sentir un miedo intenso, irracional y limitante ante la presencia de abejas. Las personas que presentan apifobia, al estar cerca de estos insectos, pueden experimentar los siguientes síntomas:

• Pérdida de control.
• Ataques de ansiedad o de pánico.
• Dificultad para respirar.
• Temblores.
• Aumento de la frecuencia cardíaca.
• Mareos o sensación de desvanecimiento.
• Sudoración excesiva.
• Malestar abdominal.
• Náuseas.

La importancia de tratar el miedo a las abejas

Se calcula que aproximadamente un 3 % de la población padece fobia a las abejas. Por ello, es importante tratar este miedo durante la infancia para impedir que se prolongue hasta la edad adulta y se convierta en un grave problema que afecte significativamente a la calidad de vida de la persona que sufre dicho miedo.

Si detectas que tu hijo presenta este temor, debes seguir los consejos explicados anteriormente con el fin de que pueda hacer una vida normal lo antes posible, sin tener que sentirse atemorizado cada vez que una abeja se aproxime a él.