La llegada de un hijo es una experiencia sumamente gratificante. Los pequeños nos enseñan el amor más puro y la inocencia propia de su corta edad. No obstante, también nos enfrentan a numerosos retos, especialmente a la hora de establecer límites. Si no comprendemos bien cómo funciona su psique, podemos malinterpretar su comportamiento. Por ello, hoy hablaremos del principio de placer.
Este concepto proveniente del psicoanálisis es el que rige la conducta de los niños durante sus primeros años. Por lo mismo, conocer en qué consiste puede ayudarnos a comprender cómo piensan y sienten los pequeños. Pues, finalmente, para poder guiarlos adecuadamente en su crecimiento, hemos de ser capaces de ponernos en su piel.
¿Qué es el principio de placer?
El principio de placer se circunscribe dentro de la teoría psicoanalítica y llega de la mano del célebre Sigmund Freud. Se trata de uno de los procesos psíquicos primarios que nos acompaña y nos dirige durante nuestros primeros años.
El mismo consiste, sencillamente, en la búsqueda del placer y la satisfacción de los deseos inmediatos. Es decir, el niño actúa por impulso, con el único objetivo de obtener lo que le da placer y evitar lo que le genera displacer.
Es incapaz de posponer la gratificación de un deseo, no contempla las consecuencias a largo plazo. Y, del mismo modo, no puede tolerar en su interior displacer ni malestar alguno. No comprende ni acepta las limitaciones, pues se siente omnipotente y se rige por su propio impulso.
Un proceso natural
Esto es algo completamente natural durante los primeros años. Cuando un bebé llora porque siente hambre, frío, temor, dolor o incomodidad, no puede hacer otra cosa. Quienes afirman que los pequeños tratan de manipular a los adultos con sus llantos, les están asignando un proceso complejo de pensamiento que ellos aún no pueden llevar a cabo.
Si tu pequeño llora cuando no lo tienes en brazos, no trata de chantajearte emocionalmente, simplemente está expresando su incomodidad o malestar. Está en su naturaleza evitar estas sensaciones displacenteras; no es capaz de comprender todavía que no puedes sostenerlo porque tienes otras tareas que hacer.
Comprender el principio de placer y cómo impera en los pequeños puede sernos de gran ayuda para no tomarnos sus conductas de modo personal. Especialmente útil puede resultar esta información cuando el pequeño se acerque a los dos años de edad y las rabietas hagan su aparición.
Mantén la calma, respira y trata de ponerte a su altura para comprender. Tu hijo no pretende tomarte el pelo, jugar contigo o hacerte enfadar. Simplemente, no cuenta aún con las herramientas personales para tolerar la frustración, aceptar un no por respuesta y posponer sus deseos.
Está comenzando a descubrir las limitaciones del mundo que se contraponen por completo a su concepción de omnipotencia. Sé paciente mientras comprende que, a veces, hay que esperar, que no todo es posible; ayúdalo a aprender a manejar esa incomodidad.
Una transición hacia la realidad
Si bien el principio de placer es dominante durante la primera etapa de la vida, poco a poco, los pequeños han de ir realizando un cambio de perspectiva. Y esto llega de la mano del principio de realidad.
En este sentido, deben abandonar el pensamiento de que ellos constituyen el centro del mundo y sus deseos son órdenes. Deben aprender a rebajar sus impulsos, a postergar y a tolerar cierta incomodidad. Es decir, han de aprender a adaptarse al mundo real.
Durante este proceso, comienzan a percibirse a sí mismos como seres individuales, separados de sus padres. Comienzan a explorar el mundo y a establecer otras relaciones. Y, en cierta medida, comienzan a asumir una pequeña responsabilidad sobre sí mismos que irá aumentando a medida que se acerquen a la adolescencia.
Como padres, es importante que entendamos y acompañemos su proceso. No trates de exigirle a tu pequeño capacidades que aún no tiene; no pretendas que comprenda y acepte de buena gana el primer día por qué debéis marcharos del parque. Tiene que frustrarse para aprender a tolerar la frustración.
Pero, por otro lado, tampoco le prives de estas experiencias. Si continuas dándole todo, satisfaciendo todos sus deseos inmediatamente como cuando era un bebé, no le permitirás crecer. La transición a la realidad es necesaria; permite que ocurra y sé su guía.
Bibliografía
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- Bueno Espinosa, M. Á. (2015). El papel del principio del placer y del principio de la realidad en la formación de la subjetividad racional. Endoxa, 36, 195-212.
- Castro, M. A. (2019, mayo 8). Principio de placer: ¿qué es? Recuperado abril de 2020, de https://lamenteesmaravillosa.com/principio-de-placer/