Cuando se es madre primeriza en ocasiones todo puede parecer alarmante y las visitas al médico ser una constante. Está claro que, ante ciertas señales preocupantes del bebé, lo primero que tienes que hacer es llamar al pediatra para salir de dudas y corroborar que tu pequeño estará bien.
Hoy queremos hablarte sobre cuáles son esos signos que debes conocer y que ameritan una consulta inmediata con el profesional.
Qué debes considerar antes de llamar o ir al pediatra
Es muy probable que, ante una emergencia, te asalte la ansiedad por la salud de tu bebé. De ahí la importancia de tomar algunas previsiones como preparar un protocolo que facilite información valiosa para el médico. Estas son algunas pautas, toma nota.
- En caso de que no se trate de una emergencia evidente, tómale la temperatura al bebé. Si le has hecho seguimiento, mejor.
- Pasa revista a sus últimas comidas y deposiciones. También a la ingesta de líquido.
- Reportar el número, la frecuencia y el tipo de vómitos o deposiciones.
- Intenta precisar el inicio de los síntomas de decaimiento.
- Es difícil, pero debes controlar la ansiedad. Haz respiraciones para calmarte. Si tomas precauciones, en caso de emergencia te sentirás más segura y aplomada.
Signos y síntomas del bebé para llamar al pediatra inmediatamente
Entre las señales del bebé para llamar al pediatra, las causas más frecuentes son las siguientes.
- Dolores abdominales
- Temperaturas sobre los 38 °C
- Dificultad para respirar
Dolores abdominales
Son bastante frecuentes y suelen derivar de estreñimiento, gases o diarrea.
- Señales de alarma:
- Decaimiento, el bebé no responde a los llamados y presenta un mal estado general.
- Vómitos continuos de color verde, marrón oscuro o con sangre.
- Heces negruzcas o con sangre.
- Abdomen tenso, hinchado o endurecido.
- Sospecha o indicio de haberse tragado un objeto.
- Signos de preocupación:
- Dolor en el costado derecho del abdomen.
- Dolor va en aumento y no cede a tratamientos con Ibuprofeno o paracetamol.
- Fiebre asociada.
- Orina mucho y pierde peso.
- Inflamación en el escroto.
Temperatura superior a 38 °C
La temperatura debe ser precisa y para ello es necesario utilizar un termómetro, de preferencia axilar o rectal, aunque se puede usar cualquier otro específico para niños pequeños.
- Señales de alarma:
- Decaimiento, somnolencia, irritabilidad o no responde a los llamados.
- Vómitos continuos.
- Presenta dificultad para respirar.
- Mal color o notas en la piel, puntos rojos o que está azul, gris, pálida o moteada. Al respecto, debes saber que la piel de los neonatos se está adaptando y responde de distintas maneras a los estímulos ambientales. Así lo refiere esta revisión teórica sobre el tema publicada en la revista Dermatology.
- Convulsiones.
- Si se trata de un bebé de menos de 3 meses que presenta una temperatura igual o superior a 38 °C, es motivo de consulta inmediata. Un artículo de Pediatric Emergency Care, recomienda realizar análisis de sangre en lactantes de 90 días o menores, con temperatura mayor o igual a 38 °C.
- La fiebre es un síntoma inespecífico, por lo que puede deberse a una gran cantidad de enfermedades diferentes. No obstante, un estudio publicado en la revista Offarm establece que las causas de fiebre más comunes en la infancia derivan de procesos infecciosos y vacunaciones.
- En menores de 2 años:
- Está irritable.
- La fiebre no cede con medicamentos o con baños con agua templada. También si a pesar del tratamiento persiste durante cinco días o más.
- Tiene problemas para orinar o tiene signos de deshidratación, como boca seca y ojos hundidos.
Dificultad respiratoria
Cuando se trata de dificultades respiratorias hay una serie de signos, como los descritos a continuación, a los cuales se les debe prestar atención porque serán de importancia para la valoración del pediatra.
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- Tos y mocos.
- Ruidos como pitos y hundimiento en costillas, abdomen o encima del esternón.
- Los labios se ponen azules u oscuros.
Todas estas señales del bebé son motivo para llamar al pediatra, quien orientará sobre la necesidad o no de acudir a emergencias.
Según una investigación sobre el impacto del triaje por teléfono, publicada en la revista Emergencias de la Universidad de Barcelona, en un 20 % de las veces, los casos de gravedad reportados en la llamada son remitidos directamente a la atención hospitalaria.
Afirma además que la mayoría de las llamadas ocurren por traumatismos o dudas a la hora de administrar medicamentos.
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Otras señales que no puedes pasar por alto
La salud de tu hijo no se puede descuidar, sobre todo, porque el tiempo entre los signos de decaimiento a alguna situación de gravedad puede ser muy corto. Presta atención a estas señales y actúa de inmediato.
Tiene los labios morados
Si los pies y las manos de tu bebé están fríos, pon tu mano en su torso y, si está cálido y rosa, no es caso de preocupación.
El sistema circulatorio de tu bebé aún está en desarrollo y la sangre se desvía a los órganos y sistemas vitales, donde más se necesita. Por eso las manos y los pies son las últimas partes del cuerpo en las que se tiene un buen suministro de sangre.
Los bebés pueden tardar hasta tres meses para que la circulación se adapte por completo a la vida fuera del útero. Mientras tanto, es común que los pequeños tengan las manos y los pies más fríos de lo normal.
A medida que el bebé gana movimiento empezará a mejorar la circulación. No obstante, acude a tu pediatra si los labios se le ponen morados (cianosis) y no hay manera de que entre en calor.
Sangre en el pañal
No te preocupes si ves una pequeña mancha de sangre en el pañal de tus hijas durante las primeras semanas de vida. Este mini período en las niñas bebé solo durará unos días, aunque, en ocasiones, puede ser un sangrado genital recurrente, como en casos de partos prematuros.
Otra posibilidad es que la sangre se concentre en la orina y la torne más oscura. Pero si la sangre es de color rojo brillante o aparece un sangrado anormal, puede ser un trastorno hemorrágico, como alguno de los referidos en este artículo.
Ampollas en los labios
Muchos recién nacidos pueden desarrollar un tubérculo o ampolla en sus labios por succionar, tanto el biberón como el pecho de la madre. Esta ampolla debería desaparecer en poco tiempo, si no lo hace, acude a tu médico para buscar la mejor solución posible.
En algunos casos, el también llamado «callo de la lactancia», es indicio de anquiloglosia, una anomalía congénita que restringe el movimiento de la lengua. Para su identificación y tratamiento, se puede complementar la lectura con este estudio.
Diarrea
Los bebés de menos de tres meses pueden estar en riesgo de deshidratarse cuando tienen diarrea, por eso es muy importante que, si tu bebé la padece, acudas al médico lo antes posible. No obstante, hay que saber diferenciar lo que es diarrea de lo que no lo es.
Los bebés amamantados suelen tener heces líquidas, de color amarillo mostaza y defecar después de cada comida.
Los que se alimentan con leche de fórmula presentan más movimientos intestinales y su color puede ser algo más oscuro, aunque seguirá teniendo una consistencia entre líquida y blanda.
A veces resulta difícil distinguir los movimientos normales del intestino de los causados por diarreas, sobre todo si no se ha complementado la alimentación. Lo que importa es que el bebé gane peso y que no tenga dolor de barriga o hinchazón.
En cualquier caso, lo mejor es conocer al bebé y saber lo que es normal o no para él (frecuencia, volumen, consistencia…) y, si algo cambia, acudir al médico.
Vómitos constantes
Tal y como sucede con la diarrea, los vómitos constantes en el bebé son señales de alarma por la cual se debe llamar inmediatamente al pediatra. Los lactantes con vómitos corren el riesgo de sufrir un cuadro de deshidratación aguda si no se corrige la causa lo antes posible.
Además de consultar con el pediatra, procura la rehidratación oral del pequeño, la cual está indicada en casos leves y moderados. Y, si está lactando, puedes combinarla con tomas de leche.
Sin embargo, está contraindicada cuando hay afectación del estado general o del nivel de conciencia, o cuando se ha perdido más líquido del que se puede reponer oralmente, como lo señala este artículo publicado en Pediatría Integral.
Convulsiones febriles
La presencia de una convulsión siempre es señal de alarma, sobre todo si ocurre en niños menores de 1 año. Valga acotar que es el trastorno neurológico más común en la lactancia y se encuentra asociado a fiebres de más de 38 °C.
Las crisis duran poco tiempo y casi siempre han cedido cuando llega el niño a urgencias, no obstante, deben ser atendidas precozmente, en especial, para ayudar a la familia a manejar el trauma emocional, a comprender su pronóstico favorable y los factores de riesgo de recurrencia, como los abordados en esta investigación.
Alteración de la conciencia
Los niños pueden estar muy despiertos, somnolientos o dormidos, dependiendo del momento del día y del tiempo que haya transcurrido desde la última comida.
Sin embargo, adormilados o aun dormidos, los bebés pueden pasar al estado de alerta ante la presencia de distractores. Ahora bien, si el niño no responde ante estos estímulos, debemos informar al pediatra, pues indicaría patologías de relevancia clínica, como por ejemplo, una deshidratación severa.
Las madres también deberán estar alertas si el bebé se encuentra más irritable que lo usual. La irritabilidad suele ser un signo frecuente en casos de deshidratación moderada, dolor o patologías sistémicas.
En definitiva, siempre es mejor acudir al pediatra y salir de dudas
Si crees que tu bebé llora demasiado, si tiene un color de piel raro o la tiene escamosa, si estornuda mucho, si respira de forma extraña, en fin, si tienes preocupación por alguna de esas señales, no retrases la decisión de llamar al pediatra y sal de dudas.
Es lo más recomendable para evitar el riesgo de una complicación, pues es común que los padres tarden en reconocer los signos de gravedad, tal como lo refiere este artículo publicado en Biomed Research Internacional.
Por esta razón, siempre es mejor tener la certeza de no estar ante una emergencia y la tranquilidad de que se hizo lo correcto por el bienestar y la salud del bebé.
Bibliografía
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