Los niños, al igual que cualquier otro ser humano, pueden sentirse tristes, irritables o decaídos de vez en cuando. Su temperamento y personalidad también determinarán su mayor o menor vitalidad. Sin embargo, en ocasiones, detrás de los niños desanimados se esconden realidades más graves que requieren una intervención.
¿Qué hay detrás de los niños desanimados?
Cuando la apatía, la tristeza o el desinterés comienzan a formar parte del estado de ánimo habitual de los pequeños, es necesario indagar qué se esconde tras estas máscaras.
- Cambios vitales importantes tales como la muerte de un ser querido, el divorcio de los padres, un cambio de colegio, o cualquier situación que genere estrés en el niño. Estas circunstancias manejadas de forma inadecuada pueden conducir al infante al desánimo o, incluso, la depresión infantil.
- El bullying o acoso escolar supone un día a día traumático para los niños que lo sufren. Vivir esta realidad en soledad y sin el apoyo de sus seres queridos puede agravar la situación, generando graves problemas emocionales en el pequeño.
- Necesidades educativas no detectadas, tales como déficit de atención, dislexia o incluso altas capacidades pueden llevar a que el niño no reciba la atención y los recursos que necesita. Esto puede conducir a un estado interno de ansiedad, desánimo y sensación de fracaso personal.
- La baja tolerancia a la frustración también puede estar detrás del desánimo y la falta de interés de los pequeños. Al no contar con las habilidades para manejar los errores, los fracasos o las negativas, el niño puede pasar del “no puedo” al “no quiero hacerlo”.
¿Cómo detectar la depresión infantil?
Como hemos comentado, es normal que los niños muestren diversos estados de ánimo y que no se mantengan siempre curiosos, entusiastas y vivaces. Sin embargo, cuando la apatía se prolonga durante mucho tiempo e interfiere en el funcionamiento diario del niño, puede que se trate de un estado depresivo.
Los principales signos de alerta los constituyen el estado de ánimo bajo o irritable, el desinterés y los pensamientos negativos. De esta forma, los niños tenderán a centrarse en los problemas y situaciones negativas y a ser muy críticos consigo mismos. Además, dejarán de disfrutar de actividades que antes les agradaban y se mostrarán desmotivados.
Es posible también que tiendan a aislarse de sus familiares y amigos, que muestren alteraciones en el sueño y en el apetito (ya sea por exceso o por defecto) o que se quejen con frecuencia de problemas físicos tales como dolor de cabeza o de estómago.
En ocasiones, es posible detectar una depresión infantil cuando el niño tiende a escoger escenas tristes en sus cuentos o dibujos o, incluso, cuando sufre una regresión, volviendo a hablar como un bebé o a orinarse en la cama.
¿Cómo ayudar a los niños desanimados?
- En primer lugar, sé paciente y comprensivo con tu hijo. Quizá sus conductas no responden a un mal comportamiento y sí a una llamada de socorro. Por ello, no le reproches ni recrimines sus actos, y trata de acercarte a él y bríndale tu apoyo y tu cariño de forma incondicional.
- Habla con él acerca de la depresión. Entiende que para un niño es muy difícil comprender qué le ocurre y expresarlo con palabras. Trata de explicarle de dónde pueden venir sus sentimientos y asegúrale que estás a su lado para ayudarle a sentirse bien de nuevo.
- Asegúrate de que cuente con una rutina diaria ordenada y saludable. Una alimentación nutritiva, unas buenas pautas de sueño o el ejercicio físico regular tienen un impacto real sobre el estado de ánimo. Además, procura pasar tiempo con él realizando actividades positivas y agradables juntos.
- Ofrécele algún estímulo o propuesta novedosa que lo saque de sus pensamientos negativos y sirva como revulsivo para su estado anímico. Buscad juntos alguna actividad o afición que le guste y que pueda devolverle la motivación en cierta medida.
- Si la situación se prolonga en el tiempo o genera un gran malestar en la vida de tu hijo, ponte en contacto con un especialista. Bien sea el pediatra o un psicólogo infantil, ambos te proporcionarán las pautas para ayudar a tu hijo a superar la situación. Si no se trata, la depresión infantil puede cronificarse y trasladarse a la edad adulta.
Bibliografía
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- Méndez, X., Rosa, A. J., Montoya, M., Espada, J. P., Olivares, J., & Sánchez-Meca, J. (2002). Tratamiento Psicológico de la Depresión Infantil. Psicología Conductual, 10(3), 563-580.
- Larraguibel, M. (2003). Depresión y distimia en niños y adolescentes. Boletín especial Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y la Adolescencia, 14, 21-4.