Cuando se tienen varios niños, sentir más afinidad hacia alguno de ellos es algo habitual y, a veces, inevitable. Sin embargo, tener un hijo favorito puede afectar negativamente a toda la dinámica familiar, generando secuelas en todos los infantes.
Tener un hijo favorito
Los padres somos seres humanos y, por tanto, podemos sentir predilección hacia alguno de nuestros hijos por diversos motivos. Es común que el hijo favorito sea el mayor o el más pequeño. También podemos sentirnos más cercanos a alguno de nuestros niños debido a que su carácter es más afín al nuestro.
Los niños más risueños, cariñosos, dulces y, en general, fáciles de criar pueden convertirse fácilmente en los favoritos de sus padres. Pero también puede darse el caso de que los padres se vuelquen más en el hermano más difícil o con necesidades especiales, descuidando al resto.
Sea cual sea el caso, es nuestro deber ser equilibrados y mostrarnos igualmente amorosos y disponibles con todos nuestros hijos. Es nuestra responsabilidad proporcionarles un desarrollo personal saludable que se verá gravemente enturbiado si los padres hacen distinciones entre hermanos.
Las consecuencias para los hermanos
- Los niños que no reciben de sus padres el mismo apoyo que su hermano sentirán que no tienen derecho a recibir la atención de sus progenitores. Aprenderán a ser retraídos y reservados, y a no expresar sus problemas.
- Al percibir la preferencia por su hermano, el resto de los hijos comenzarán a sentir cierto rechazo y desconfianza hacia sus padres. Tenderán a buscar el apoyo y el afecto fuera de casa, y pueden convertirse en personas dependientes en su edad adulta.
- Los hijos no favoritos pueden desarrollar un mal comportamiento con el fin de obtener la atención que sienten que les falta. Ya sea en casa o en el colegio, pueden desarrollar una conducta disruptiva.
- Al saberse, en cierto modo, rechazados por sus principales figuras de apego, estos niños padecerán de una baja autoestima y una incapacidad para competir. No se sentirán capaces de lograr sus metas ni encontrarán motivación para perseguirlas.
- La relación entre los hermanos se verá profundamente afectada por las muestras de preferencia de los padres hacia alguno de ellos. El niño no favorito sentirá celos y rencor hacia el preferido, y será incapaz de desarrollar un vínculo sano, de afecto y de apoyo hacia él.
Las consecuencias para el hijo favorito
A pesar de que, generalmente, los más damnificados son los hermanos, el ‘ojito derecho’ también sufrirá las secuelas de esta desequilibrada relación paterno-filial.
- Este pequeño sentirá fuertemente la animadversión por parte de sus hermanos, que lo verán como una amenaza. El ambiente en el hogar será de competencia y no de acogida. Incluso, puede sentir que el resto de hijos conspiran en su contra.
- El hijo favorito sentirá una gran presión debido a las altas expectativas que sus padres han depositado en él y no en sus hermanos. No sentirá la misma libertad para equivocarse y vivir su propia vida, crecerá condicionado por su papel de preferido.
- En ocasiones, los padres son demasiado permisivos e indulgentes con este niño. Así, puede crecer sin límites, normas ni consecuencias a sus actos. Esto lo hará sentir perdido y le dificultará saber tolerar la frustración cuando vaya creciendo.
- Al ser consciente de su posición privilegiada, el pequeño puede sentir que tiene a sus padres comiendo de su mano. Así, no dudará en tomar ventaja de esta situación reclamando, exigiendo y recargando las culpas en sus hermanos. Es probable que al crecer se convierta en una persona egocéntrica.
¿Qué puedo hacer para no tener un hijo favorito?
Como hemos dicho, es humano sentir más conexión o afinidad con algunos de nuestros hijos. Lo importante es ser conscientes y responsables, evitando hacer distinciones y procurando un ambiente equitativo y armónico en el hogar.
Hemos de incluir a todos nuestros hijos en los planes familiares, pudiendo incluso proponer que cada semana sea un niño el que sugiera la actividad a realizar. Sin embargo, también es adecuado dedicar momentos a solas con cada uno de los pequeños, ofreciéndoles nuestra atención en exclusiva.
Bajo ningún concepto se ha de comparar a los hermanos; cada niño tiene sus virtudes y cualidades que lo hacen único. Sé justo en el trato con ellos: muéstrales el mismo amor y la misma disciplina, sin distinciones.
Bibliografía
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