11 reglas de oro para lograr que tus hijos te obedezcan

Lograr la disciplina en el hogar puede ser una auténtica odisea. Por ello, en este artículo te hablaremos de algunos de los mejores métodos para lograr el orden y la paz en el hogar.
11 reglas de oro para lograr que tus hijos te obedezcan
María José Roldán

Escrito y verificado por la psicopedagoga María José Roldán.

Última actualización: 13 septiembre, 2022

Hay veces que los padres se echan las manos a la cabeza porque no saben cómo lograr que los hijos obedezcan, esto sin duda puede ser un gran motivo de frustración de los padres.

Los padres suelen buscar ayuda en profesionales para que les den pautas o consejos y lograr que los niños obedezcan, que hagan caso a las órdenes que ellos les dan. Pero la realidad es que los niños no necesitan órdenes para obedecer, solo necesitan entender y sentirse valorados.

La tarea de administrar disciplina en el hogar puede ser frustrante e incluso desagradable, pero es un elemento crucial para la crianza de los hijos. Es a partir de los 18 a 24 meses cuando los niños empiezan a reconocer, entender y a respetar la autoridad de los padres, siempre y cuando éstos, sepan cómo hacerlo sin que los pequeños se sientan mal en ningún momento.

Cómo lograr que los hijos obedezcan se consigue con sabiduría, discernimiento y creatividad. También deberás administrar la disciplina en una atmósfera de amor y mucho cariño. La clave está en que es necesario que los niños entiendan que todos los comportamientos tienen consecuencias, tanto negativas como positivas. Deben entender que los diferentes tipos de comportamientos producen resultados diferentes, algunos son agradables y otros no tanto.


Te invitamos a leer S.O.S. Niño Desobediente


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Obediencia o responsabilidad

Más que obediencia y disciplina los padres debemos procurar construir el concepto de responsabilidad. Porque la cuestión clave es preservar los derechos de nuestros hijos, fomentando sus capacidades críticas y de participación, en un complejo proceso de socialización y de autonomía progresiva. Veamos 11 maneras para lograrlo.

1. Usar el tiempo fuera estando a su lado

El tiempo fuera no consiste en dejar al niño solo en una estancia para que piense sin más, ni mucho menos. Si empleas de este modo el tiempo fuera, solo conseguirás que tu hijo sienta abandono y que sus sentimientos no son importantes.

Cuando tu hijo no obedece puedes emplear el tiempo fuera como consecuencia, pero deberás estar a su lado para que entienda cuál ha sido su comportamiento negativo, cuál es el adecuado, cuál será la consecuencia y además también, deberás guiarle para que se calme en caso de que fuera necesario.

2. Modela su conducta

Es muy importante que le ayudes modelando la conducta que quieres que aprenda. Si quieres que tu hijo sea más amable, deberás ser amable. Si quieres que tu hijo no sea agresivo con su hermano, es necesario que no seas agresivo ni con ellos, ni con los demás ni contigo mismo.

3. Reconoce las buenas conductas

Reconocer las buenas conductas es una forma de dar importancia a sus buenos comportamientos, así los niños sentirán que lo que hacen bien está siendo valorado y tenderán a comportarse mejor en futuras ocasiones.

No me refiero a que le recompenses (algo que promueve el egoísmo si se ofrece en exceso), no obstante una buena manera de hacerlo es recompensarle con experiencias familiares positivas cuando tenga muchas buenas conductas hechas.

Puedes establecer un sistema de puntos, o que tu hijo llene un frasco de vidrio con pequeñas canicas… cuando esté lleno el frasco podrá escoger la actividad para hacer en familia, como ir a la playa o salir al parque a comer helado.

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4. Piensa si hay algo que no va bien

Es posible que si tu hijo se comporta demasiado desobediente sea porque hay algo que no marcha bien y te lo está intentando hacer ver. Quizá debas valorar si está bien alimentado, si ha descansado suficiente, si tiene un horario demasiado estresante, si en la familia ocurre una situación que le está causando malestar emocional… así podrás pensar qué ocurre y cómo solucionarlo.

Es necesario también darse cuenta de si los pequeños tienen algún conflicto emocional que vale la pena resolver antes de pensar en que obedezcan a ciegas tus órdenes. Cuando estén bien en lo emocional, su comportamiento podrá mejorar drásticamente.

5. Evita la desautorización

Un elemento sustancial en el proceso de lograr que los hijos obedezcan es que las voces de la autoridad no sean desautorizadas. Eso haría que se dispersen, diluyan o pierdan el foco.

Una sola voz, firme y serena, necesita tu hijo para cumplir una disposición. Evita que familiares o amigos se interpongan y conviertan una orden en una posibilidad o una opción. Hay momentos clave en la formación de la personalidad y el caracter de los hijos en que han de escuchar y seguir una sola razón.

La hora de dormir, del aseo, de las comidas, de los video juegos y deberes, por ejemplo, responden a una negociación y acuerdo cerrado, sin interferencias ajenas a la dinámica propia del hogar.

6. Escúchalo

Para lograr que tus hijos te obedezcan no puedes actuar con obsecación. Escuchar y comprender es un movimiento mucho más efectivo y educativo si es recíproco.

Atiende a sus razones y si son plausibles, considéralas, incluso si modifican la estrategia o lo que tenías pensado. No se obedece a una pared, se termina evitándola o estrellándose contra ella; los muros se tornan inteligentes, si tienen puertas y ventanas.

7. Paciencia y gradualidad para lograr que tus hijos te obedezcan

De un momento a otro, o de la noche a la mañana no se cumplen órdenes ni se aprende a obedecer. No pretendamos que si hemos sido laxos, el sentimiento de obligación brote como una rama silvestre.

Poco a poco, vayamos exigiendo. Y con cada orden, cumplamos el ciclo de animar y, si obedece, reconócele su buen proceder. No hay orden pequeña que no sea la base de mayores exigencias. Quien aprende a cumplir en lo poco, se educa para cumplir en lo grande.

8. En un lugar visible, la cartelera de las normas

Dispón en un lugar a la vista de todos, acaso en la puerta de la heladera, una suerte de decálogo. Se trata de una lista hecha y conocida por todos.

Por supuesto, no estará allí todo lo que se necesita para llevar la compleja y agitada vida doméstica. Pero sin duda, esa lista servirá para llevar un control de ciertas tareas, recomendaciones y deberes, sin los cuales, se tornaría caótico el hogar.

¡Importante! Que cada quien asuma lo que le toca, para que la voz que reclame, eleve su propia moral y guíe e ilumine el proceder de los demás.

9. Dile qué esperas de él

Muchas veces los hijos son desobedientes (sin que ellos sepan que lo están siendo), simplemente porque no saben qué es lo que se espera exactamente de ellos. Los niños necesitan información sobre su conducta y sobre lo que está bien y lo que no lo está.

Si hay algo que no están haciendo correctamente deberás dejarles clara cuál es la actitud correcta y las consecuencias negativas en caso de que no la cumpla (y las consecuencias positivas en caso de que sí lo haga).

En muchas ocasiones las consecuencias naturales también son una buena forma de que aprendan qué es mejor para ellos y. sobre la base de esta experiencia, acaso obedezcan una próxima vez.

10. Busca tiempo y atiéndelo

Busca un tiempo, unos 20 minutos, para dedicarte por entero a él; llamémoslo “atención positiva”. En ese tiempo juega, o mejor interviene en su juego, interactúa, pregunta, interésate seriamente en lo que hace. Cuando un niño juega lo hace muy en serio. Comparte la sensación de involucrarte, como arrastrado por la magia o la fantasía. No es difícil si te dejas llevar…

¿Adónde conduce esto? A la segunda parte del plan…

11. Atención positiva cuando cumple sus deberes

Esa misma atención, pongámosla cuando está obedeciendo una orden o siguiendo instrucciones. Haz que se sienta no observado ni vigilado, sino al contrario, que sienta que valoras su esfuerzo y dedicación en hacer las cosas lo mejor que puede.

Siempre estimulándolo a hacerlo mejor, a introducir variantes, a ser creativo, dentro de los límites que imponga la tarea. Las órdenes o las tareas son forjadoras de valores; no pueden ser elementos puramente caprichosos o sin sentido. Han de reflejar y demostrar el apoyo que los miembros de la familia se deben entre sí, y en ese sentido, cumplirlas bien, es de lo más importante y valioso.

En tal sentido, anímalo. Y haz énfasis en ciertos momentos del día, en aquellas órdenes que no acata o le desagradan, pero que están en el marco de lo que debe hacer por su bien. Por ejemplo, ordenar la zapatera, los útiles escolares, recoger la ropa tirada, llevar los juguetes a su sitio. Cuando estas cosas las haga, felicítalo, reconoce su trabajo.

No desestimes estas acciones, básicamente  no midamos lo que a él le atañe con nuestra vara. Lo que creemos pequeño, puede tener una dimensión enorme en la escala del niño.

Introduce en la rutina pequeños favores y dale las gracias efusivamente. Ha de sentir que cuanto hace es importante y contribuye postivamente a la dinámica del hogar.

Por otro lado, recuerda dar las órdenes con tono firme y directo. Sin ambigüedades ni sesgos.



Traslada estas técnicas a los espacios públicos

Como recomienda César Soutullo Esperón, a quien hemos seguido en parte de estas recomendaciones:

  • Presta atención positiva y alaba el buen comportamiento.
  • Felicítalo cuando lo haga bien.
  • Da órdenes eficaces.
  • Prémiele con puntos y usa el tiempo fuera, cuando sea necesario.

El niño debe conocer o tener referencia del itinerario que le toca al acompañarnos en nuestras diligencias. Establezcamos un premio si se porta bien y empleémos el tiempo fuera de ser necesario, conduciéndolo a espacios tranquilos para que se calme y reflexione.

Y por supuesto, no olvides salir con cosas que lo puedan entretener , libretas y colores no fallan.


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