Enseñar a los hijos a reconciliarse, por muy complicado que sea, debe hacerse desde las primeras etapas del desarrollo del niño. Esto les ayudará a razonar y a darse cuenta de lo que han hecho mal.
Miles de veces has podido ver a tu hijo enfadado, sea contigo, con un amigo del colegio o con cualquier persona de su alrededor. En muchas ocasiones, se tiende a dejar que a los niños se les pase el enfado, y ahí está el fallo.
Aprender el valor que tienen de los sentimientos
Lo primero que el niño tiene que tener claro es que hay veces que sus comportamientos no son buenos. Las discusiones y enfados forman parte de la vida. De ahí la importancia de que se hable con el niño, para enseñarle a resolver situaciones similares en el futuro. Se le debe explicar qué ha hecho mal y porqué ese acto o esas palabras no son apropiadas.
Al ser tan pequeños, no son conscientes en muchas ocasiones del problema ni de lo que puede estar pensando la otra persona. No tienen capacidad de empatía hacia los demás. Por eso, es importante ponerles en situación, ponerles en la piel de la otra persona. Así, lo mejor será preguntarle algo parecido a: “¿Te gustaría que te hicieran esto?”
Enseñar la empatía a los niños les hace comprender bien las situaciones y darse cuenta de qué actos o palabras están bien y cuáles no.
Conviene recordar que todo lo que los niños aprendan durante la infancia, lo aplicarán después a su vida en el futuro. Aprender a reconciliarse es uno de los valores más importantes que se deben adquirir. Esto trasmite cariño, amistad o amor por la otra persona, que son valores fundamentales que se le deben enseñar a un niño.
Utilizar ejemplos de la vida cotidiana
El mejor método para enseñar a los hijos a reconciliarse es ponerle ejemplos de la vida cotidiana. Por ejemplo, traer a colación algo por lo que haya pasado él o cualquier persona a quien el niño tenga aprecio. ¿Qué pasaría si papá y mamá discuten y no se reconcilian? Este es un claro ejemplo con el que el niño se daría cuenta de lo importante que es reconciliarse con las personas que quieres.
Aunque al niño se le llene de ejemplos para que reflexione, es muy importante también que estos ejemplos se pongan en práctica. Es decir, como madre, también debes dar ejemplo y saber reconciliarte si se diera la ocasión. Hay que recordar que, en estas edades, los niños imitan lo que ven hacer a los mayores. Sus padres, en particular, se convierten en el modelo que seguir. Por eso, dar buen ejemplo ante este tipo de situaciones es muy importante.
Otra manera de enseñar a los hijos a reconciliarse es a través de los libros infantiles. Muchas historias tratan este tema y verlo reflejado en los libros les ayuda a comprenderlo de una manera más sencilla.
¿Cómo nos reconciliamos?
Cuando el niño es consciente de que ha hecho algo mal y quiere solucionarlo, llegamos a este punto. ¿Cómo enseñar a los hijos a reconciliarse?
Es cierto que lo que se haga para reconciliarse puede variar en función del tipo de discusión o enfado. No obstante, el niño debe de tener muy claro que siempre hay que pedir disculpas, y pedirlas de corazón.
Este matiz puede parecer absurdo, pero incluso a los adultos nos cuesta mucho en ocasiones pedir disculpas sinceramente. Nunca se debe obligar a los niños a reconciliarse, pues bajo presión no aprenderán ni sacarán nada en claro de la situación.
Además, tampoco se debe de dejar que el niño relacione el pedir disculpas con un beso o un abrazo. Estos son gestos de afecto que pueden venir unidos al perdón cuando se sienten instintivamente. Según la edad del niño, se debe dejar que sean ellos mismos los que resuelvan el conflicto, con la menor intervención posible de los adultos.
Si hubiera que intervenir, únicamente se haría para intentar buscar soluciones, a través de preguntas como: ¿Cómo creéis que podéis solucionar esta situación?
Para finalizar, no dejes pasar por alto reacciones vinculadas a la soberbia. La empatía, como ves, también se educa. De estos aprendizajes que haga el niño, dependerá su capacidad para solventar problemas diarios en el futuro. En pocas palabras: será una persona mucho más madura, capaz de enfrentar con éxito los desafíos de la vida.