Según Daniel Goleman, psicólogo y escritor de fama mundial, la inteligencia emocional es “la capacidad de reconocer los propios sentimientos y los de los demás, de motivarse a uno mismo y de manejar adecuadamente las relaciones”.
Así, este tipo de inteligencia puede dividirse en otras dos: la inteligencia intrapersonal y la inteligencia social o interpersonal. A lo largo de las siguientes líneas hablaremos de esta última y de cómo se desarrollo en la infancia.
Para empezar, debes saber que la inteligencia social hace referencia a la capacidad para relacionarse con otras personas de manera efectiva, comprendiendo sus intenciones, motivaciones y deseos. Se trata de mostrar empatía y poner en práctica determinadas habilidades sociales con el fin de establecer relaciones sociales sanas.
“La empatía y las habilidades sociales son inteligencia social, la parte interpersonal de la inteligencia emocional. Por eso se parecen”.
-Daniel Goleman-
La inteligencia social en los niños
Los niños comienzan a desarrollar la inteligencia social desde el momento de su nacimiento, siendo el núcleo familiar el primer agente de socialización. Al principio, los bebés interactúan de forma constante con sus principales cuidadores, generalmente con los progenitores, para satisfacer sus necesidades básicas.
Poco a poco, esta relación se va haciendo cada vez más compleja y el entorno familiar se vuelve clave para la educación y el desarrollo óptimo de los pequeños.
Así, la familia tiene la función de proporcionar unas pautas emocionales apropiadas, valores, ejemplos de conducta, etc. Todo ello dentro de un clima de convivencia positiva en el que prime la comunicación, el afecto y el respeto mutuo.
Además, la escuela también debe encargarse de trabajar aspectos emocionales y sociales con los niños, enseñándoles, de forma práctica, habilidades para relacionarse, colaborar y cooperar con los iguales.
No hay que olvidar que tanto la escuela como la familia son los dos primeros contextos sociales en los que los pequeños se relacionan. Por tanto, tienen una posición privilegiada a la hora de favorecer el desarrollo de la inteligencia social de los niños.
Competencias sociales que los niños deben aprender
Durante la infancia, son varias las competencias relacionadas con la inteligencia social que los niños deben adquirir. Algunas de las más destacadas, son las siguientes:
- Tener la capacidad para compartir emociones, sentimientos, pensamientos, opiniones y creencias con otros.
- Desarrollar habilidades comunicativas.
- Aprender a poner en práctica la escucha activa.
- Conocer las reglas y normas sociales.
- Tener la capacidad para entender las emociones de otros.
- Ser capaces de adaptarse a los diferentes situaciones sociales de la vida cotidiana.
- Desarrollar la autorregulación y el autocontrol de la conducta.
- Saber identificar los conflictos y hacer frente a los mismos de forma adecuada.
- Tener la capacidad para anticiparse ante las actitudes y comportamientos de los otros.
La importancia de desarrollar la inteligencia social en la infancia
Según la maestra en educación primaria Lidia Guevara Gómez, los niños que desarrollan una inteligencia emocional alta y, por tanto, también un alto grado de inteligencia social, tienen
- Más amigos.
- Mayor predisposición para aprender.
- Menos problemas conductuales.
- Mayor seguridad y confianza en sí mismos.
- Una autoestima positiva.
- Mayor capacidad de resiliencia.
- Más empatía.
- Mejores recursos para solucionar conflictos.
- Menor probabilidad de recurrir a conducta autodestructivas (drogas, alcohol, etc.).
- Mayor capacidad para controlar los impulsos.
En definitiva, tal y como afirma el ya citado Daniel Goleman:
“Cuanta más inteligencia social tengas, más feliz y fuerte serás, y mejores relaciones personales tendrás.”
Por tanto, se puede decir que la inteligencia social es tan importante para el pleno desarrollo de los pequeños como cualquier otro tipo de capacidad cognitiva. De modo que hay que darle la relevancia que se merece, tratando de cuidar mucho a lo largo de la infancia del los niños todo lo relacionado con los aspectos emocionales y afectivos.
Al fin y al cabo, el ser humano es social por naturaleza y tiene la necesidad innata de interaccionar con otras personas. Por lo que, resulta lógico pensar que los niños deben adquirir ciertas competencias sociales cuanto antes para poder relacionarse adecuadamente con el entorno y disfrutar del mismo.
Bibliografía
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- Guevara-Gómez; L. (2011). La inteligencia emocional. Innovación y Experiencias Educativas, (12).
- Gutiérrez-Corredor, A. B. (2010). Cómo favorecer el desarrollo social en los niños y niñas. Innovación y Experiencias Educativas, (35).