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Mi hermano es mi mejor cómplice

Mi hermano conoce casi todo de mí, crecimos juntos y entre otras cosas puedo decir que no hay manera en la que él no sepa que le estoy mintiendo. Me conoce, sabe cuándo estoy triste, molesta, abatida, frustrada.

No puedo ocultárselo ni engañarle con simples “no pasa nada” como funcionaría con cualquier otra persona y la verdad es que él tampoco puede mentirme mucho: conozco casi todas las expresiones que hay en su mirada y sé leerlas a la perfección.

Si hay alguien con quien he compartido en las buenas y en las malas es con mi hermano y si hay alguien con quien hice equipo –no importa si tenía que vender mi alma para lograr el objetivo- es con mi hermano. No tengo mejor cómplice en el mundo no importa si el plan es escaparse a comprar dulces en la panadería como lo hacíamos cuando éramos niños o hablar un rato para aclarar la mente y reír un poco.

La nuestra es una relación amor-odio

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No voy a mentir, nuestra relación no es color rosa todo el tiempo. Lo he odiado, lo admito y a veces logra sacarme de quicio con tanta facilidad como cuando éramos niños, pero al mismo tiempo sé que nuestra “pelea” siempre será momentánea.

Es que es tanto lo que hemos vivido que a veces una simple mirada y una sonrisa basta para acabar con el incidente que hayamos tenido. No importa lo que pase, cualquier pelea es superable porque en el fondo mi hermano es un amigo con el que siempre podré contar.

A mi hermano puedo confesarle problemas familiares, problemas personales, pedirle su opinión sobre un vestido, sobre un negocio y aunque a veces no esté de acuerdo conmigo, sé que debo escucharlo porque su opinión, ante todo, es sincera.

Hay pocas personas que logran sacarme una sonrisa tan fácil como mi hermano, siempre hay un chiste de la infancia que es infalible o algún comentario clave. Nosotros podemos entendernos perfectamente sin necesidad de intercambiar muchas palabras no en vano hemos desarrollado un sistema de comunicación que ha venido perfeccionándose desde la infancia.

El hecho de haber compartido tanto con mi hermano implica que él sepa cosas de mí que nadie más sabe y que nadie jamás sabrá porque ambos guardamos secretos muy oscuros del otro. Así que hay algunas cosas que siempre serán un misterio para las demás personas, sobre todo para nuestros padres.

Compartir con mi hermano siempre es un plácer

Mi hermano y yo podemos pasar tranquilamente una tarde o una noche. Lo hacemos sin ningún problema, de hecho nos ayuda a comentar y a compartir datos sobre nuestros programas favoritos de la televisión o a actualizarnos sobre lo último que ha ocurrido en nuestras vidas, tal como lo haría con cualquier amiga.

Además, mi hermano y yo podemos pasarlo súper genial en una noche de fiesta, sobre todo porque hay cientos de canciones que nos recuerdan nuestra infancia y adolescencia… las cuales van acompañadas de una que otra coreografía.

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Ver una película también es un buen plan, y si es vieja mejor. Podemos identificar cientos de frases de películas que hemos visto miles de veces y muchas de estas veces lo hemos hecho juntos.

Ni hablar de las frases de las novelas que veía mi mamá, de las cuales todavía hoy nos burlamos. Además es posible que no nos hayamos visto en semanas, o que estemos viviendo en países diferentes, pero ni importa la distancia ni el tiempo, nuestra relación se mantiene intacta.

Compartimos la misma opinión sobre las reuniones familiares. Hay algunas que amamos, pero también hay algunas que odiamos, nuestro sentimiento varía según el tipo de personas que se reúnan. Sin embargo respetamos mucho el valor de la familia y a veces simplemente nos reímos al ver que hay cosas que simplemente no van a cambiar nunca.

A mi hermano no le gusta verme triste y odia verme llorar. No importa quién sea ni qué tamaño tenga, él siempre me defenderá de quien me haga daño, además tiene la habilidad de hacerme feliz con pocas cosas.

Es verdad, mi hermano me ha visto en situaciones verdaderamente vergonzosas, pero aun así está orgulloso de mí y me lo hace saber de vez en cuando. Él conoce todos mis logros y los celebra conmigo. Además de todo eso, mi hermano tiene un plus: estamos unidos por un lazo que no sabemos explicar, ese lazo es lo que algunos llaman sangre.

Bibliografía

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