Crecer es comprender que papá y mamá también son humanos

Cuando los niños son pequeños, papá y mamá son sus héroes. Sin embargo, en la adolescencia, esta situación se vuelve totalmente opuesta. Estar prevenidos nos ayudará a preservar el vínculo.
Crecer es comprender que papá y mamá también son humanos
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 10 julio, 2020

Para los más pequeños, sus padres son como superhéroes, incapaces de equivocarse y poseedores de todas las respuestas. La admiración que sienten hacia ellos les lleva a adoptar las mismas actitudes e incluso imitarlos durante sus juegos. No obstante, cuando crecen, irremediablemente se enfrentan a la realidad de que papá y mamá también son humanos.

A medida que se acerca la adolescencia, esa visión idealizada de los progenitores va desapareciendo. La necesidad de construir la propia identidad pasa, muchas veces, por una firme oposición hacia los padres. Por tanto, hemos de estar preparados y preparar a nuestros niños y jóvenes para el momento en que esa revelación se produzca.

¿Eres el héroe o la heroína de tus hijos?

Desde que nacen, los bebés necesitan a sus padres para sobrevivir. Sin ellos serían incapaces de cubrir sus necesidades fisiológicas y afectivas más básicas. Un poco más adelante, durante los primeros años de vida, los padres se convierten en los máximos referentes de los niños.

De ellos aprender a hablar y a comportarse. Imitan y adoptan muchas de sus actitudes y los consideran poseedores de toda la verdad. Para un niño, sus padres son esas personas que siempre saben qué hacer y qué decir. Aquellos a quienes acudir en busca de sabiduría y consuelo. Dentro de su pequeño y limitado mundo, parecen figuras todopoderosas.

Padres con sus hijos educándoles y haciéndoles saber que mamá y papá también son humanos.

Esta admiración se evidencia en la tendencia de los infantes a tomar a sus padres como modelos de conducta. Los niños no harán lo que les digas, sino lo que te vean hacer. Por ello, es muy necesario ser conscientes de cómo actuamos frente a nuestros hijos. Aunque puedan parecer demasiado pequeños para darse cuenta, realmente son como esponjas capaces de absorber todo lo que provenga de nosotros.

Un mito que se derrumba

Sin embargo, esta situación es temporal ya que, tarde o temprano, los pequeños comprobarán que sus padres no son perfectos. A medida que se acerque la adolescencia, la necesidad de diferenciarse de ellos será cada vez mayor. Y, cuanto más idealizados se encuentren los progenitores, más duro será el golpe al descubrir que ellos también son humanos y cometen errores.

Por tanto, lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos, por nosotros mismos y por el vínculo es mostrarnos humanos desde el principio. Resulta tentador regocijarnos en esa admiración incondicional que nos profesan los niños cuando son pequeños. Pedirles perdón, admitir que existen cosas que no sabemos y mostrar que también somos vulnerables puede ser difícil.

No obstante, es una posición mucho más saludable pues, a la larga, terminarán descubriendo esta realidad por sus propios medios. El sentimiento de haber sido engañados será mayor si siempre hemos tratado de presentarnos ante sus ojos como personas infalibles. Y es posible que, en consecuencia, sientan una mayor necesidad de rebelarse contra nuestra autoridad y dejar de considerarnos en ningún asunto.

Padres abrazando a su hijo.

Papá y mamá también son humanos

Entonces, ¿cómo podemos suavizar la transición? Mostrándoles que papá y mamá también son humanos desde el principio.

  • A pesar de ser más pequeño, tu hijo no siempre estará equivocado y tú no siempre tendrás la razón. Trata de hacer que se sienta escuchado, respetado y tenido en cuenta.
  • No temas mostrar tus emociones a tus hijos. En ocasiones, evitamos que los pequeños nos vean tristes o enfadados para no preocuparles. Pero las emociones forman parte de la vida y nosotros, como humanos, también las sentimos. Si no tratamos de ocultárselo, normalizaremos la expresión de sentimientos y favoreceremos su gestión emocional.
  • Pide perdón a tus niños cuando te hayas equivocado. Reconocer que has perdido los nervios o has obrado mal de algún modo es un gesto muy loable por tu parte. Esto les ayudará a comprender que nadie es perfecto, que todos podemos cometer errores, reconocerlos y mejorar.
  • Si no conoces la respuesta a alguna pregunta de tu hijo, dilo abiertamente. Es más beneficioso reconocerlo y buscar juntos la respuesta que responder alguna ocurrencia para salir del paso.

No necesitas ser perfecto para que tu hijo te quiera y te admire. Es mucho más favorable para él contar con un modelo de conducta fuerte pero humano, capaz de mostrarle sus debilidades y la forma de gestionarlas. Mostrarte humano mejorará su desarrollo personal y vuestro vínculo.


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