Lo que debes saber sobre la ansiedad anticipatoria en niños

La ansiedad anticipatoria ocurre cuando el niño tiene expectativas negativas respecto al futuro, sufriendo en gran medida y perdiendo oportunidades valiosas. Te contamos en qué consiste y cómo ayudarlo.
Lo que debes saber sobre la ansiedad anticipatoria en niños
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 20 julio, 2023

¿Alguna vez has escuchado la frase que afirma que «la ansiedad es un exceso de futuro»? Dicha afirmación se vuelve certera cuando hablamos de la ansiedad anticipatoria, una sensación que puede llevar a los niños a sufrir por eventos que aún no se han producido y que quizás no se produzcan. Exploramos cuáles son sus manifestaciones y consecuencias a continuación.

Cabe resaltar que no se trata de una enfermedad o patología concreta, sino de un síntoma que puede aparecer en diferentes trastornos. Por ello, para resolverla, es necesario obtener el diagnóstico principal y trabajar con el terapeuta en conjunto.

No obstante, esta expectativa negativa respecto al futuro suele ser incómoda y llega a entorpecer de forma importante la vida de los menores. Te contamos todo lo que debes saber sobre la ansiedad anticipatoria a continuación.

¿En qué consiste la ansiedad anticipatoria en niños?

Podemos definir la ansiedad anticipatoria como el temor a que ocurra un suceso negativo a futuro o a que alguna circunstancia no se resuelva de forma satisfactoria. Para comprender este concepto hemos de fijarnos en dos parámetros.

1. ¿A qué se teme?

Por lo general, se teme a un posible evento que aún no ha tenido lugar. Por ejemplo, suspender un examen, quedarse en blanco a la hora de hablar en público o ser rechazado por un grupo de niños nuevo al que se va a conocer.

2. ¿Cuánto se teme?

Este punto es importante, ya que sentir cierto temor ante situaciones novedosas, desconocidas o inciertas es una reacción natural. Ahora bien, cuando este miedo se desencadena ante sucesos que no suponen un riesgo real, o lo hace con una intensidad inusitada que paraliza al niño o interfiere en su vida diaria, se convierte en un problema.

Con todo esto, podemos decir que se trata de una expectativa negativa respecto al futuro que se genera con gran intensidad o que supone un miedo irracional. En palabras simples, la ansiedad anticipatoria en los niños les lleva a esperar siempre lo peor (aun sin tener pruebas para hacerlo) y a sufrir en gran medida ante la sola idea de que esto ocurra.



¿Cuáles son sus manifestaciones?

Tal como recoge un artículo publicado en la revista Behaviour Research and Therapy, la ansiedad (como toda emoción) se manifiesta a través de tres vías: el cuerpo, los pensamientos y la conducta. Por ello, para detectar si un niño presenta ansiedad anticipatoria, podemos atender a los síntomas que aparecen en estos tres planos.

Reacciones fisiológicas

Hablamos de síntomas físicos como taquicardia, sudoración, dolor de cabeza, tensión muscular, mareos o problemas gastrointestinales. Estos aparecen como una somatización de ese temor y surgen al pensar o imaginar en las posibles consecuencias negativas de ese futuro.

Manifestaciones cognitivas

Los pensamientos que acompañan a este temor irracional e intenso a lo que pueda ocurrir están relacionados con el evento concreto. Por ejemplo, un niño puede pensar «al salir a patinar voy a hacer el ridículo», «todos se van a reír de mí», «si me meto al mar me ahogaré», «si en casa de mi amigo me ponen una comida que no me gusta lo pasaré realmente muy mal»…

Síntomas conductuales

Todas estas sensaciones y pensamientos suelen desencadenar conductas de evitación dirigidas a evadirse o librarse de ese evento futuro que se teme. Esto puede pasar por postergar la situación. Por ejemplo: «ya me apuntaré al equipo de fútbol el próximo trimestre», o directamente evitarla.

¿Por qué aparece la ansiedad anticipatoria en niños?

Es normal tener miedo ante determinadas situaciones inciertas, e incluso, puede ser positivo. Y es que, al anticipar un peligro, nos mantenemos alerta y podemos tomar mejores decisiones, ser más cautelosos y protegernos.

Sin embargo, cuando este temor es excesivo en relación con el evento concreto, la vida del menor puede verse interferida, ya que soportará un elevado sufrimiento y perderá oportunidades interesantes.

Tal como sugiere un artículo publicado en Scientific Reports, esto es más común que esto suceda cuando confluyen factores o rasgos de personalidad. Entre los principales se encuentran:

Baja tolerancia a la incertidumbre

Hay niños que tienen la necesidad de controlar todo, de saber qué va a ocurrir a continuación y de sentir que está en sus manos el desenlace. Cuando esto no es así (algo que sucede a menudo, ya que la vida es incierta) se sienten incómodos y angustiados.

Elevado perfeccionismo

La necesidad de hacerlo todo bien lleva a que cualquier resultado distinto a la perfección se perciba como catastrófico. Esto hace que los niños reaccionen de manera intensa y emocional.

Escasa autoestima y poca confianza en sí mismo

Cuando un niño no tiene una buena sensación de autoeficacia, no se siente capaz de hacer frente a los imprevistos o dificultades que puedan surgir; por tanto, una situación que, en principio no sería tan grave, se percibe como muy amenazante.

Experiencias negativas previas

Si se ha vivido ya un resultado desagradable, es más probable que aparezca ansiedad al anticipar tener que exponerse a ese mismo evento. Por ejemplo, un estudio publicado en la Revista Internacional de Humanidades sugiere que los niños que han sufrido rechazo escolar sufren en mayor medida ansiedad anticipatoria.



Ayudar a los niños a manejar la ansiedad anticipatoria

Si ves a tu hijo reflejado en los anteriores síntomas y situaciones, es importante que no lo dejes pasar, pues esta incomodidad solo se irá acrecentando con el paso del tiempo y puede verse cada vez más limitado. Para ayudarle a lidiar con la ansiedad anticipatoria existen diferentes recursos.

  • Enséñale una técnica de respiración sencilla. Esta puede utilizarla para controlar su activación o ansiedad en los momentos críticos, pero también para mantenerse más relajado cada día.
  • Ayúdale a reestructurar sus pensamientos. El catastrofismo es solo una de las expectativas que pueden generarse respecto a un evento, pero es posible encontrar otras más ajustadas. Por ejemplo, en lugar de pensar «haré el ridículo», puede acostumbrarse a pensar «lo haré bien» o «lo haré lo mejor que pueda».
  • Anímale a relativizar. Muchas veces el problema no se encuentra en lo que vaya a suceder, sino en la importancia que el niño le otorga a esto. ¿Es tan grave sacar una mala nota en un examen?, ¿sería tan horrible no hacer amigos el primer día de escuela? Puede comenzar a ver estos posibles desenlaces como naturales y como una oportunidad para aprender o mejorar.
  • Ínstale a visualizar. Cerrar los ojos e imaginarse a sí mismo teniendo éxito en su propósito, viviendo esa situación de forma positiva o disfrutando del evento en lugar de sufrirlo, puede serle de gran ayuda.
  • Sugiérele la distracción. Dado que la situación aún no se está produciendo, no es útil sufrir por ella horas, días o meses antes. Lograr distraerse con otras actividades y pensamientos más agradables durante este tiempo puede ser una buena opción.
  • Apóyale para enfrentarse a las situaciones temidas. Exponerse a lo que le asusta es la mejor forma de que compruebe que sí es capaz de hacerle frente y que, incluso si no sale cómo esperaba, no es tan grave y puede seguir adelante.

Recomendaciones finales

En suma, la ansiedad anticipatoria puede aparecer como parte de un trastorno de ansiedad generalizada, un trastorno de pánico, una fobia específica o un trastorno de ansiedad social, entre otros. Es un síntoma muy incómodo y limitante y puede ir a más si el niño no adquiere las herramientas necesarias para gestionarlo. Por ello, si lo detectas en tu hijo, no dudes en buscar asesoramiento profesional al respecto.


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