¿Qué hago si mi hijo es agresivo conmigo?

La agresividad de un niño puede provenir de diversos factores. Conocerlos nos ayudará a paliar sus efectos y hallar soluciones.

¿Qué hago si mi hijo es agresivo conmigo?, te preguntas. Yo pienso que lo primero que debes hacer es identificar cuál es la fuente que alimenta esa agresividad. Y, a partir de allí, canalizarla y corregir las situaciones y factores externos que se puedan controlar.

Según algunos artículos publicados en portales especializados en psicología no hay un acuerdo unánime en la definición de agresividad. No está como tal en ninguna clasificación diagnóstica, por lo que no se la considera un trastorno. Sino más bien una conducta desadaptada.

Entre las conclusiones de los especialistas resaltan diferentes definiciones como la intencionalidad, el modo en que se produce o el resultado al que llegan. No obstante, la conducta agresiva es normal en ciertos períodos del desarrollo infantil. La agresividad llamada manipulativa está vinculada al crecimiento y cumple una función adaptativa.

Por otro lado, ciertos estudios demuestran que la agresividad emerge cuando confluyen dificultades en la infancia junto con un entorno estresante. Como consecuencia, estos niños presentan un temperamento más complicado y un peor comportamiento desde sus primeros años. Por ello, suelen ser percibidos más negativamente por sus madres, en especial si además padecen hiperactividad.

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Qué factores pueden motivar la agresividad

Reyna Quero, quien se especializa en terapia del juego y atiende problemas en niños y adolescentes, especifica que el origen de un infante agresivo no depende de un solo factor, sino de varios. Sin embargo, es claro que un niño que golpea tiene problemas en las esferas social y emocional. 

En ocasiones, este tipo de comportamiento agresivo puede estar motivado por una necesidad del pequeño por llamar la atención. Tanto del adulto como del resto de niños. Lo cual sería un claro indicativo de problemas en lo referente a las relaciones sociales, afirma Teresa Cruz Madrid, psicóloga y experta en coaching.

Los niños experimentan frustraciones, pero a diferencia de los adultos no cuentan con las herramientas necesarias para expresarlas. Por ende, su manera de hacerlo es mediante este tipo de impulsos.

“Debemos sugerir, apoyar y estimular las posturas de seguridad y autoconfianza en nuestros hijos. Si criticamos constantemente su comportamiento, solo lograremos aislarlos y hacerlos sentir que no pueden recurrir a nosotros ante una situación de este tipo”, aconseja Teresa Cruz Madrid.

También es necesario orientarles y mostrarles la desaprobación que produce en los adultos este tipo de comportamientos. Así podrán darse cuenta de que por ese camino no lograrán sus objetivos.

Por otro lado, la agresividad puede surgir a raíz de un cambio importante en la vida del niño. Si este ha perdido algún ser querido, ha atravesado una mudanza o ha experimentado cualquier otra novedad importante en su rutina, es posible que surjan este tipo de comportamientos.

Foto cortesía de educapeques.com

Qué hacer si tu hijo es agresivo

A muchos pequeños les resulta positivo acudir a actividades que les hagan liberar energía como las artes marciales. Esta es una manera de aprender a canalizar su agresividad además de aprender que la violencia no es la solución para resolver los problemas.

Cuando el niño ya ha insultado o ha golpeado a sus padres, es más fácil que actúe de igual forma con sus hermanos y compañeros de edad similar. Generalmente tomarán como víctima a los niños más vulnerables, pasivos o inseguros. Niños ansiosos e inhibidos a quienes les cuesta trabajo defenderse y relacionarse socialmente.

Entre las alternativas que puedes implementar para ayudar a tu hijo a controlar su agresividad están:

  • Estimular el diálogo, no la imposición ni los monólogos.
  • Jugar con los hijos, ya que esto elimina fricciones y crea lazos cordiales de simpatía.
  • Reforzar las relaciones a través de actos espontáneos como un beso, un abrazo o frases como “qué bueno eres”, “confío en ti”. También es positivo premiar los logros del pequeño con dulces, dinero o juguetes, pero no se debe atender más lo material que lo emocional.
  • Evitar los castigos y los golpes en el medio familiar, y dar preferencia al respeto.
  • Decir “sí” cuando no hay razón para decir “no”. Y también decir “no” para que el infante aprenda a negociar sin llorar ni hacer berrinches.

En cualquier caso, si la situación no varía y comienza a empeorar, lo mejor es acudir a un profesional de la psicología. El estudiará la situación del pequeño y propondrá la intervención y las pautas más adecuadas.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Noroño Morales, N. V., Cruz Segundo, R., Cadalso Sorroche, R., & Fernández Benítez, O. (2002). Influencia del medio familiar en niños con conductas agresivas. Revista cubana de Pediatria74(2), 138-144.
  • Sanson, A., Smart, D., Prior, M., & Oberklaid, F. (1993). Precursors of hyperactivity and aggression. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry32(6), 1207-1216.
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