La dispraxia es una condición que afecta a algunos niños y que en oportunidades pasa inadvertida ante padres y maestros. Si crees que puede ser el caso de tu hijo, lee acá algunas consideraciones importantes.
Desarrollo típico
El desarrollo de la mayoría de los niños suele ser predecible y similar a otros niños de su edad, es decir, típico. Es así que la mayoría de los niños se sienta más o menos a una edad o aprenden los colores más o menos a otra, todo dentro de un rango que se caracteriza por tener cierta amplitud. Sin embargo, en oportunidades esto no ocurre de este modo para todos los niños o en todos los aspectos de su desarrollo.
Que haya algo dentro del desarrollo de un niño que no marche al ritmo esperado no es una calamidad, es un aspecto que atender para que pueda ser superado, solo eso. Exactamente así es la situación con la dispraxia.
¿Qué es la dispraxia?
La dispraxia es un trastorno en el desarrollo de la coordinación por lo que los niños con esta condición pueden tener dificultades para planear y coordinar movimientos finos como escribir, cortar, atarse los zapatos, colorear y en general tener precisión con sus manos.
También se evidencian dificultades para planear los movimientos de los músculos orofaciales que se expresa como dificultades para articular correctamente. En oportunidades hay dificultades a nivel motor grueso para conducir el cuerpo por los espacios disponibles, suelen ser niños que se caen y se tropiezan con facilidad.
Como todas las alteraciones en el desarrollo suele presentarse en distintos grados, es decir, puede haber niños más comprometidos y otros apenas un poco. En todos los casos es una condición que acompañará a tu hijo de por vida pero que con una atención oportuna, temprana y de calidad superará en gran medida y aprenderá a compensar tales dificultades para que no le representen molestias en su vida adulta.
En muchos casos la dispraxia acompaña a otras alteraciones en el desarrollo como déficit de atención, dificultades en el aprendizaje u otras.
Signos de dispraxia
Si observas a tu hijo algunas de estas características, consulta con tu pediatra y con un terapeuta ocupacional o especialista en motricidad infantil:
- Dificultades para pronunciar correctamente algunas palabras, por ejemplo en lugar de decir rojo dicen “jojo”
- Dificultades para organizar en su cabeza y expresar oraciones largas, suelen saltarse palabras o “hablar desorganizado”
- Le cuesta lanzar con dirección y atrapar una pelota, saltar la cuerda, montar bicicleta y treparse en el parque.
- Tiene dificultades para ejecutar algunas actividades escolares como recortar, colorear, unir puntos, dibujar.
- Parecen más “torpes”, se tropiezan con facilidad, se caen y chocan con objetos y paredes.
- Le cuesta terminar a tiempo actividades escolares que impliquen escritura.
- Parecen inatentos.
¿Qué hacer?
- Lo primero que debes hacer es entender que tu hijo no es torpe, no es descuidado, no es flojo en la escuela. Tiene una dificultad real para lo que necesita un apoyo especializado que le ayude a superarla en la mayor medida posible.
- En segundo lugar, recuerda que el apoyo de mamá es básico para los niños, debes convertirte en su coaching, en su motor e inspiración para afrontar los retos diarios. Si eres su fortaleza, si cuenta contigo siempre querrá intentarlo una vez más.
- Busca la ayuda especializada de un terapeuta ocupacional o un especialista en psicomotricidad, solo así tu hijo podrá ir superando la dispraxia. Mientras más temprano comiences mejores serán los resultados obtenidos, menor será el daño a la autoestima de tu hijo y menor también será el esfuerzo que tendrá que hacer para superarla.
- En casa evita asignarle tareas que superen sus capacidades actuales, es decir, conversa con su terapeuta ocupacional para que puedan elegir qué tipo de tareas domésticas podrá hacer sin necesidad de frustrarse. Por ejemplo, si las capacidades actuales de tu hijo no le permiten servir agua de una jarra, no le pongas esa tarea para la cena, lo lastimarás y lo avergonzarás. Eso no quiere decir que nunca va a poder servir el agua de una jarra, es simplemente que ahora no puede, pero sus terapias lo ayudarán a lograrlo.
- Evita hacer comentarios en público que lo dejen en evidencia o lastimen su orgullo.
- ¿Has oído hablar de la milla extra? Bueno es acá donde la tienes que poner con la paciencia. Por un tiempo necesitarás de una o dos o tres raciones adicionales de paciencia para respetarle su ritmo, para entender que se está esforzando, para disculpar las roturas, derrames y otros “accidentes”. Tu hijo con dispraxia te necesita paciente, solidaria y calmada.
- No lo compares con otros, ni con hermanos, ni con amigos. Él es único, con sus virtudes y defectos.
- Hazle sentir cuánto estimas y valoras su esfuerzo. Hazle ver sus progresos. Enséñale a ser optimista.
- Reconoce y valora sus fortalezas, en este momento es importante que sepa que no es un recipiente de defectos, que por el contrario la lista de virtudes es mucho más amplia.
- Que no le quede duda de que “ser diferentes es algo común”.
Bibliografía
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